En el Día Europeo de la Música, queremos recordar a quienes emplean
su obra, su popularidad y su prestigio en defensa de los animales, y
que exigen justicia para ellos.
Desde Paul McCartney o Morrissey a los españoles Amaral o Iván Ferreiro, la música se une a la repulsa de la violencia y lanza un mensaje de cambio.
Desde Paul McCartney o Morrissey a los españoles Amaral o Iván Ferreiro, la música se une a la repulsa de la violencia y lanza un mensaje de cambio.
Carlos Vicent
Hoy
celebramos el solsticio de verano. Este día, que desde la antigüedad
dedicamos a festejar el comienzo de la nueva estación, Francia se
encargó en 1982 de hacerlo coincidir con el Día Europeo de la Música.
Una vez instituida en el viejo continente, esta celebración fue
exportada al resto del mundo, donde ya es conocida como el día en que la
música sale a la calle para acercarse al pueblo.
Así, en numerosas ciudades de todo el planeta los músicos ocupan
espacios urbanos para compartir su arte, ofreciendo conciertos gratuitos
para todos los públicos. En esta fiesta global, y gracias al espíritu
universal y socializador del idioma de la música, se hace posible que
ésta sea convierta en un vehículo ideal para el acercamiento de culturas
y la transmisión de ideas. Quizás por esto, la música ha estado
presente en la denuncia de injusticias a través de su historia, ya que
pocas expresiones artísticas logran transmitir mensajes tan potentes de
manera tan efectiva, efecto que en plena era de la información se ve
maximizado por la tecnología y el apoyo de las redes sociales.
Si bien el uso de la música como herramienta política no es algo
novedoso, si lo empieza a ser si se utiliza para denunciar con severidad
la explotación que padecen los animales que para muchos humanos parecen
sólo existir para servirles como vestimenta, alimentación,
entretenimiento, objeto de experimentación o como mera herramienta de
trabajo. Hace solo unos pocos años, era impensable ver un alegato
abiertamente antisexista o antirracista en una obra de arte, aunque
paulatinamente es algo que va quedando como un residuo vergonzoso del
pasado. Hoy en día, las denuncias artísticas han evolucionado en la
defensa de otros colectivos más indefensos, como lo son los animales, y
cada vez son más los músicos que se movilizan para exigir justicia para
ellos.
Un ejemplo significativo sería uno de los
músicos con mayor repercusión mediática del mundo: Paul McCartney. El
ex-Beatle, junto a su mujer Linda McCartney, pasó de criar animales en
su propiedad y para su propio consumo, a ser incapaz de sacrificarlos,
hacer la lógica conexión y dejar de comérselos. Ya es legendaria su
frase: "Si las paredes de los mataderos fueran de cristal, todo el mundo
se haría vegetariano". Una afortunada convivencia multiespecie que
devino en activismo y que llevó a la pareja a implicarse en numerosas
campañas animalistas. Paul ejerció de narrador en el documental Glass Wallsy Linda llegó a fundar una línea de comida vegetariana que sigue funcionando incluso después de su fallecimiento, Linda McCartney Foods.
Otro artista comprometido con este activismo, es el compositor de música electrónica Moby, que tituló a uno de sus álbumes Animal Rights, en obvia referencia a la liberación animal. En el libreto interior de otro de sus trabajos, Play,
se encuentran varias disertaciones donde cuestiona la explotación
animal y explica los motivos que le llevaron a hacerse vegano. También
contribuyó escribiendo la música para uno de los trabajos con
mayor repercusión en la causa animalista: el documental dirigido
por Shaun Monson Earthlings, donde igualmente colaboró poniendo su voz el también músico y actor Joaquin Phoenix. Moby, más allá del ámbito musical, es propietario del restaurante neoyorquino Teany, por supuesto vegetariano.
Pero si hay un músico que lleva toda su carrera reclamando derechos
para los animales ese es el polémico líder de The Smiths. La publicación
del tema y álbum Meat is murder
no tardó en convertirse en prácticamente un himno generacional
antiespecista. Entre sus acciones más sonadas están el negarse a
realizar conciertos en festivales que vendían carne, como en Coachella
2009 o rechazar aparecer en el show de la ABC Jimmy Kimmel Live por no compartir plató con integrantes del reality sobre caza de aves Duck Dinasty.
Sus declaraciones comparando la reciente matanza de Noruega con la
violencia ejercida en los animales por cadenas de comida rápida como
McDonalds o KFC tampoco encajan en el manual del artista políticamente
correcto.
La lista de artistas que se han adherido a
la reivindicación de los derechos de los animales es más larga e
influyente de lo que muchos podrían llegar a creer: Bryan Adams, Emmylou Harris, Natalie Imbruglia, Eddie Veder (Pearl Jam), Trent Reznor (Nine Inch Nails), Shirley Manson (Garbage), Rodrigo y Gabriela, Iggy Pop, Dave Navarro, Chrissie Hynde (The Pretenders), Nina Hagen…
Sin necesidad de cruzar la frontera española, un número en constante
aumento de artistas se han solidarizado con la campaña del Pacma "Rompe una Lanza",
a favor de la abolición del Toro de la Vega. En su web pueden verse
vídeos de Amaral, Anni B Sweet, Zahara, Sexy Sadie, Pablo Novoa, Nicolás
Pastoriza o Iván Ferreiro partiendo literalmente una lanza con sus
propias manos. Un necesario símbolo de repulsa a una forma de violencia
propia de una era más despiadada, si cabe, que la actual.
Si tomamos las palabras de Mahatma Ghandi y "la grandeza de una nación
se mide por la forma de tratar a sus animales", la nuestra está aun
lejos de haber crecido. Ya es momento de que una nueva sociedad más
sensibilizada y madura reaccione. La música puede y debe unirse a ese
mensaje de cambio. Que el día de la música sea también el día de la
igualdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario