jueves, 22 de enero de 2015

El juego de disparar, la tragedia de morir

La nueva Ley de Caza de Castilla-La Mancha permite ir armados a niños de 14 años y utilizar trampas para matar perros y gatos.

La caza mayor, recurso vital para la Sierra Morena cordobesa
EFE
En España no tenemos una Asociación Nacional del Rifle, como en Estados Unidos, pero sí disponemos de una Asociación Nacional del Arma, que representa mayoritariamente a cazadores, y de una Real Federación Española de Caza. En España no contamos con un Charlton Heston pero sí con un Juan Quílez Tarazona, presidente de dicha Federación. En España no se le pone un subfusil UZI en las manos a una cría en un campo de tiro pero se les hace entrega a los críos de escopetas o rifles de caza en el monte. En España no muere un instructor de tiro de un balazo accidental de su alumno en la cabeza, aquí lo hacen hijos, padres, amigos de cazadores o simples paseantes que fueron  abatidos por su “extremo parecido” con un jabalí o una liebre.
Hace muy pocos meses, el monitor de armas Charles Vacca falleció por un disparo del arma automática de su alumna, una niña de nueve años, en la galería exterior de tiro de una hamburguesería, mientras los padres de la menor grababan toda la escena. Bullets and Burgers (Balas y Hamburguesas), se anuncia como un local para celebrar la mejor fiesta de cumpleaños. En un mismo espacio y en una misma tarde, una misma criatura puede desenvolver un precioso peluche como primer regalo de su octavo aniversario, y después, como segundo, disparar unas cuantas ráfagas con una ametralladora Browning. Que nadie se asombre, y si lo hacemos mostremos coherencia, porque si aquello nos parece una aberración seamos igual de rigurosos para la versión made in Spain, más de tinto, migas y orujo en la tasca, pero con escopeta al hombro el padre y escopeta al hombro ese hijo que todavía no acabó la ESO. Ya, probablemente el chaval aquí se bebería un par de Fantas, pero seguramente la cría de Arizona se había comido su hamburguesa con Coca Cola. ¿Ven diferencia?, yo apenas. Veo mucha, mucha más, entre un cerdo salvaje y un señor que pasaba por allí.
Comparto asombro y dolor por cómo se fomenta en EEUU la peligrosísima cultura de las balas incluso entre los más pequeños, pero al leer los comentarios de articulistas y lectores a aquel suceso en medios de comunicación de nuestro país, no puedo menos que sentir arcadas por el cinismo y la doble moral que aprecio, y es que nuestro ombligo español está lleno de sangre y nuestros gatillos de dedos infantiles españoles que no disparan a una diana o a botes por deporte, sino a animales por diversión y a personas por equivocación. En España, cada año, según datos de Mutuasport, hay una media de 25 muertos y de 2.500 heridos por disparos derivados de la caza.
No podemos calificarlos de accidentes sino de la consecuencia lógica y bastante probable de poner un arma en manos de alguien a quien le excita matar. Sí, ya sé que un cazador no sale un domingo por la mañana al monte con la idea de pegarle un tiro a un ciclista porque tenía una pinta de conejo que tiraba para atrás y, claro, se confundió, para después colgárselo del zurrón y hacerse un selfie para el foro de mundocaza.com, pero el caso es que sus inclinaciones, mate a un zorro a propósito o a su sobrino en un descuido, son indudables. Así que tal vez habría que preguntarse qué tipo de reconocimientos físicos y psíquicos pasa esta gente, comprobada esa querencia a disparar primero e identificar después, porque si aprietan el gatillo inmediatamente al ver movimiento es que no están capacitados mentalmente, y si confunden a una joven corriendo en chándal con una perdiz entonces la tara es visual. En cualquier caso, tara ética es siempre.
Pero regresemos a los niños y a su vinculación a esta sangrienta actividad. Ya sabemos que los cazadores, que desean críos inteligentes, supeditan esa racionalidad a dejar de creer en los cuentos infantiles. Ellos lo denominan “superar el síndrome de Bambi”, que consiste, según los escopeteros, en humanizar a los animales de otras especies y sentir empatía hacia ellos. Así que parece que argumentar que están dotados de sistema nervioso central y que padecen dolor, o explicar que también sienten miedo, es para esta suerte de psicoanalistas sin título y matachines por vocación querer convertirlos en humanos. Uno se pregunta si será la exposición prolongada a los decibelios de las detonaciones o al olor de la pólvora lo que les atrofia el entendimiento de tal modo. Los escopeteros, que sólo quieren niños listos, dicen, nos prefieren a los adultos idiotas porque así, alienados o engañados, sin capacidad de reflexión, es como nos necesitan, como les convenimos. Cuanto más cortos, ignorantes y despistados, menos les molestamos.
Y, a juzgar por los hechos, sus deseos se hacen realidad a menudo. Programas como el de ‘Cazador por un día’, organizado por la Federación de Caza de Castilla y León, y pagados los 303.000 euros que costó por la Consejería de Medio Ambiente de esa Comunidad, así lo atestiguan. No sólo por la desfachatez de los políticos subvencionando y fomentando la violencia como asignatura transversal en la formación de los niños de 7 a 12 años, sino también por la de los directores de centros y profesores con su connivencia. Y lo que es más triste y degradante, con la de aquellos padres encantados de que sus hijos asistan a esas clases dickensianas.
Pero es que hay más saldo de plomo y vísceras para los chavales: la nueva Ley de Caza de Castilla La Mancha dice que podrán ir armados los niños de 14 años. Y como es muy extraño que las canalladas oficiales, aprovechando su parto en el Boletín Oficial de turno, no sean trillizas, quintillizas o más, esta viene acompañada del permiso para utilizar trampas y para matar perros y gatos. Sí, han leído bien: perros y gatos.
En un país donde caza la realeza y el ministraje, donde el corrupterio (léase, a modo de ejemplo, Blesa o Granados) es tan aficionado a coleccionar apropiaciones indebidas como cabezas de venado -¿harán descuento en cartuchos si se pagan con tarjetas black?-, no será fácil terminar con esta afición a matar por matar, pero hay dos realidades indiscutibles que apuntan a que ese será el desenlace, lento pero inexorable: el primero es que el número de licencias de caza decrece año tras año, y eso significa que cada vez le divierte a menos gente reventarle las entrañas a un animal de un disparo y rematarlo a cuchilladas. La otra es que en los países donde se ha prohibido la caza, como por ejemplo República Dominicana, Holanda o Costa Rica, los conejos no se han comido a las señoras, los jabalíes a los ancianos ni las perdices picoteado la cabeza a los niños.
Seguro que en la posguerra, gracias a la caza, no pocas familias, sobre todo de zonas rurales, pudiesen comer, pero eso, su práctica por subsistencia, dejó de ser necesaria hace mucho tiempo, y tampoco es una actividad reguladora de especies. En esos lugares ya sin caza el equilibrio ecológico es perfecto, y el ético mucho mejor que en el nuestro, donde la actividad cinegética tiene varias consecuencias, todas ellas nefastas. He aquí algunas:
Furtivismo (entre otros, hueveros, carniceros, fareros, huroneros o buscadores de trofeos, esos que en el mismo lugar donde matan al animal le cortan la cabeza, se la llevan y dejan allí el cuerpo decapitado); mafias cinegéticas, como la desmantelada en la ‘Operación Bambi’ y en la que, por cierto, estaban involucrados banderilleros y toreros; salida de animales de su entorno habitual en búsqueda de alimento; perros abandonados, tiroteados, ahogados o ahorcados; caza de especies protegidas (urogallo cantábrico, lince ibérico, quebrantahuesos etc.); contaminación por plomo; incendios; la muerte de unos treinta millones de animales al año en España, la agonía de muchos de ellos incluso durante días, su mutilación, crías que sucumben finalmente de hambre esperando el regreso de su madre abatida ( la Comunidad de Castilla y León autoriza la caza de corzas en la época en la que están preñadas o amamantando a sus corcinos en un llamado “descaste de hembras”); y esos dos millares y medio de humanos heridos y dos docenas y media de humanos muertos por ¿accidentes? de caza. El último, un profesor malagueño de buceo, de 49 años, el pasado día de Navidad. El hombre pasaba unos días con unos familiares en Casavieja (Ávila) y salió esa mañana a recoger setas. Regresó a Málaga muerto de un disparo en la espalda. La explicación del cazador fue que el perro le señaló su posición.
Y ahora, si se atreve, salga mañana al monte a dar un paseo, aunque mi consejo es que se quede en casa porque el monte es de los cazadores. Y no sólo el monte. ¿Sabe que en mi tierra, en la comarca do Morrazo, estos Rambos de 4x4 y Decathlon remataron en la playa a un jabalí al que habían herido previamente en el soto y al que persiguieron hasta la arena? ¿Sabe que en esa misma playa, enclavada en zona urbana, A Xunta de Galicia les autorizó a matar a jabatos, hablamos de crías, que se habían refugiado allí varios días después de que esos escopeteros, pertenecientes a la sociedad canguesa de caza, hubiesen abatido a sus padres?
Cuando la pasión es matar, la sangre que se verterá puede ser de cualquiera, y el cuerpo del que la derramó lo mismo quedar tendido al pie de un árbol que junto al mar.

miércoles, 21 de enero de 2015

El TTIP, un peligro para los animales

El Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y EEUU (TTIP) ajustará a la baja la ya insuficiente protección de los animales en su crianza, transporte y sacrificio en Europa, al facilitar la entrada de productos estadounidenses que no garantizan la protección animal básica.
El lobby agroindustrial de la carne estadounidense cree que las negociaciones del TTIP deben servir para contrarrestar las normas europeas. Las consecuencias serán más mercantilización y sufrimiento para los animales, y más peligro para la salud humana.


Foto: A. Carrasco. Licencia Cretive Commons. Flickr.
Foto: A. Carrasco. Licencia Cretive Commons. Flickr.

Hoy sabemos que el tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos (llamado TTIP, por sus siglas en inglés) va a ponerle una alfombra roja a las empresas multinacionales de uno y otro lado del océano, disminuyendo los derechos laborales, sociales y medioambientales de la ciudadanía.
Pero ¿qué supone el TTIP para los animales? Poco o nada se ha hablado de cómo afectará el TTIP a los animales, y es importante hacerlo, porque con este tratado pende de un hilo la protección a su calidad de vida, su salud y sus derechos.
En primer lugar, el TTIP, al buscar suprimir también las barreras comerciales no tarifarias entre la UE y EEUU, tiene como claro riesgo el ajuste a la baja de las normas que regulan las condiciones de vida animal. La situación actual en la UE no es ni mucho menos idónea, pero lo cierto es que, al menos desde una visión antropocéntrica, es más avanzada.
La UE regula la protección de los animales de la “finca al plato”, es decir en todas las fases de producción (crianza, transporte y sacrificio), prohíbe las hormonas de crecimiento y es menos permisiva con los piensos modificados genéticamente y los antibióticos. Además, desde el 2013, prohíbe la experimentación con animales para productos cosméticos, así como la importación de productos que hayan sido testados con animales, y tiene una Directiva (la 2010/63/EU, llamada de las 3Rs) que plantea “reemplazar, reducir y refinar” el uso de animales para propósitos científicos.
Así que, mientras que la UE tiene el bienestar animal como principio fundamental a respetar (Tratado de Lisboa de la Unión Europea, 2009), la legislación federal norteamericana es mucho más pobre que la europea: sólo existe una regulación federal que incluye algo de protección para el sacrificio, centrada en el “producto final”; salvo en algunos Estados, no prohíbe el confinamiento extremo; apoya, junto con sus multinacionales, el uso de transgénicos para consumo humano y animal; acepta el clonado de animales para consumo humano; acepta la experimentación animal para productos de cosmética y limpieza; no incluye en su Ley de Bienestar Animal a los pájaros, peces, ratas y ratones, que son las especies más frecuentemente utilizadas en laboratorios... ¡Y su legislación para el transporte de animales es de 1873!
Por su parte, el lobby agroindustrial de la carne estadounidense lo tiene clarísimo: las negociaciones del TTIP tienen que servir para contrarrestar las normas europeas. Por ejemplo, el Consejo Nacional de Productores de Cerdos de EEUU declara que, en línea con los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), el TTIP no tendría que permitir ninguna restricción de importación europea basada en el bienestar animal y, entre otras cosas, quieren el final de cualquier barrera comercial no tarifaria, incluyendo las restricciones sanitarias y fitosanitarias. Por ejemplo, exigen la autorización de la ractopamina (aditivo alimenticio usado en EEUU para promover el crecimiento de los cerdos), que sin embargo ha sido prohibida en más de 150 países, incluidos los de la UE, por sus efectos secundarios en los animales y para la salud humana.
Teniendo en cuenta la posición de dominio de las multinacionales en las negociaciones previas, todo indica que:
  1. En caso de haber una convergencia normativa en el TTIP, ésta se hará tirando hacia abajo las políticas y regulaciones de bienestar animal vigentes en Europa, ya que es harto difícil imaginar que EEUU adecue las suyas a las europeas. Además, la posición negociadora inicial de la Unión Europea ( hecha pública el 8 de enero del 2015) no es para echar cohetes: mientras quiere “preservar el derecho de cada parte de proteger la vida humana, animal o vegetal en su territorio”, punto seguido añade que “las medidas sanitarias y fitosanitarias no deben crear barreras innecesarias al comercio”. Por otra parte, los antecedentes no son buenos: el tratado de libre comercio que se está negociando actualmente entre Canadá y la UE, llamado CETA y verdadero caballo de Troya del TTIP, solo incluye una mención insignificante y no vinculante sobre “bienestar animal”.
  1. En caso de aprobación del TTIP sin convergencia, habrá un dumping en materia de protección animal, donde las empresas transnacionales intentarán abaratar sus costes relativos al bienestar animal, trasladando su producción a lugares con menor protección.
  1. Incluso si los productos generados en la UE cumplen con la legislación europea, en los armarios y neveras de los hogares europeos entrarán con más facilidad productos estadounidenses que no garantizan una protección animal básica.
Desde un enfoque de derechos animales, el TTIP no deja lugar a dudas: profundizará en la mercantilización de los seres vivos. El objetivo de este tratado es diáfano: aumentar el comercio y las inversiones entre la UE y EEUU a través de, entre otras cosas, un mayor consumo de productos ganaderos (principalmente carne, huevos y leche). Un consumo a todas luces insostenible desde un punto de vista ético, pues cada año a nivel mundial, se sacrifican 60.000 millones de animales terrestres y 1 billón de animales marinos para el consumo humano. Tal y como explica Matthieu Ricard, estamos presenciando un verdadero “genocidio animal” que se caracteriza, entre otras cosas, por la desvalorización de las víctimas y su exterminación masiva, así como la desensibilización, disimulación y negación social de los hechos cometidos.
El TTIP no cuestiona en ningún momento esta realidad, ni el uso de millones de animales como mero producto para consumo humano (comida, vestimenta, entretenimiento o experimentación), ni la reducción del consumo de productos de origen animal. Por supuesto, ningún negociador -estadounidense o europeo- se ha planteado siquiera que el mecanismo de resolución de conflictos entre inversores y Estados (el polémico ISDS) pudiera contar con un defensor de los animales, como tampoco lo hay de la naturaleza. O sea, en el TTIP nadie tiene en cuenta a los sin voz, nadie defiende sus intereses y menos sus derechos. Más bien es al contrario: este tratado sería un salto cualitativo en Europa hacia más mercantilización de la vida en general y de los animales en particular.
Ante este panorama, las personas y organizaciones que defendemos el bienestar y los derechos de los animales debemos decir alto y claro:  STOP TTIP. Nos sumamos a la campaña de concienciación europea para que no se apruebe este tratado y seguiremos luchando en nuestro día a día para que los animales (no humanos) ocupen el espacio social y político que se merecen.

martes, 20 de enero de 2015

WWF llevará ante Fiscalía el deterioro de las carreteras por la muerte de linces



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La organización conservacionista WWF ha confirmado que está preparando un informe de cara a su traslado a la Fiscalía General de Medio Ambiente ante lo que consideran un incumplimiento de las administraciones andaluza y estatal de sus obligaciones básicas de mantenimiento de carreteras, algo que creen puede constituir un delito en la medida en que algunas de estas vías son recurrentes ‘puntos negros’ en lo que respecta a la muerte de linces ibéricos por atropello, una casuística especialmente agudizada en Andalucía durante 2014.



En declaraciones a Europa Press, el responsable de Biodiversidad Terrestre de WWF, Luis Suárez, ha indicado que estos incidentes se vienen repitiendo de manera sistemática en puntos ya denunciados, muchos de los cuales “cuentan con la obligación de la administración de fomento de arreglo y mantenimiento”.

No obstante, en estos lugares, por línea general, “ni siquiera vemos que se lleve a cabo un esfuerzo para la señalización”. Por ello, “nos planteamos, después de dos años, ir a la Fiscalía”, en a medida en que, según Suárez, la “altísima” tasa de mortalidad de linces supone para los programas de conservación el equivalente a “intentar avanzar con el coche con el freno de mano echado”.

WWF considera “inadmisible” la “inacción” del Ministerio de Fomento y de la Consejería de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía ante la “sangría” de linces, lo que ha provocado que los atropellos hayan sido la principal causa de mortalidad en 2014, con una veintena de casos que se siguen concentrando en lugares como la A-4 (Córdoba y Jaén), N-420 (Córdoba) o la A-483 (Huelva, principal vía de Doñana), dándose entre los tres enclaves una decena de incidentes de esta índole.

Por ello, la organización ecologista va a solicitar la reunión urgente del grupo de trabajo de carreteras coordinado por la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Junta, para reclamar que se ejecuten de forma “inmediata” las obras de emergencia en los ‘puntos negros’ denunciados y para exigir el compromiso a las distintas administraciones de que sigan actuando a medio plazo, planificando obras para la solución definitiva de estos puntos y desarrollando actuaciones en aquellos nuevos que se pueden detectar.

En cuanto al anuncio realizado por la consejera de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, María Jesús Serrano, a Europa Press, relativo a la petición de un proyecto LIFE para mejorar la conectividad entre Doñana y Sierra Morena y tratar así de reducir la incidencia de atropellos, WWF aduce que “lo cierto es que las actuaciones sobre el terreno van en la línea contraria: no se deslinda el dominio público hidráulico ocupado, se eliminan zonas forestales de importancia para el lince –por ejemplo, 75 hectáreas para instalar un aeródromo para drones en Moguer– o se consolidan ocupaciones en monte público, abriendo procesos de desafección de montes públicos con el Plan de la Corona Forestal de Doñana“.

Por otra parte, creen que no se ha evaluado correctamente el impacto de la nueva cepa de la enfermedad hemorrágica del conejo, cuyas poblaciones, según datos de la Estación Biológica de Doñana, se habrían reducido en más del 80 por ciento en la zona sin que desde la administración se hayan puesto en marcha medidas de ningún tipo.

http://kaosenlared.net/wwf-llevara-ante-fiscalia-el-deterioro-de-las-carreteras-por-la-muerte-de-linces/

lunes, 19 de enero de 2015

LIBERA! cumple 10 años de lucha, victorias y aprendizajes: una década de LIBERAción animal

Algunas de las iniciativas y campañas más efectivas de LIBERA! Catalunya Libre de Animales en Circos (CLAC), Galicia Mellor Sen Touradas o BastaDeTas.

Algunas de las iniciativas y campañas más efectivas de LIBERA! Catalunya Libre de Animales en Circos (CLAC), Galicia Mellor Sem Touradas o BastaDeTas

La Asociación cuenta con tres delegaciones de Catalunya, cuatro en el resto del estado español y nueve más en territorio latinoamericano

En 2014 LIBERA! ha cumplido 10 años de vida, una década en la que la Asociación animalista ha reinventado la forma de hacer activismo por los animales bajo los principios de “paz,conocimiento y liberación”.

Gracias al trabajo de activistas comprometidos y al apoyo de los socios, LIBERA! ha conseguido grandes avances para los animales, como la prohibición de las corridas de toros en Catalunya (bajo la Plataforma PROU), la reconversión y cierre de los puestos de venta de animales de las Ramblas de Barcelona (desde la Plataforma Ramblas Éticas) o la reconversión de quince mercados de venta ambulante de animales vivos en Catalunya (en el marco de la campaña Mercats Ètics).

Otras de las campañas más efectivas puestas en marcha desde las 16 delegaciones repartidas entre el estado español y Latinoamérica son CLAC (Catalunya Libre de Animales en Circos”), “Galicia Mellor Sen Tourades” para luchar contra la tauromaquia, “SenPexas.info”, una iniciativa que persigue el fin del uso de cepos en caballos en Galicia, o BastaDeTas, una campaña elaborada con el apoyo de la Fundación Franz Weber para acabar con el uso de caballos como método de tracción en Latinoamérica.

Paralelamente, desde LIBERA! se llevan a cabo denuncias e investigaciones continuas para conseguir el cese de negocios crueles, como la venta ilegal de cachorros, y actividades para lograr mejoras de las políticas públicas de protección animal, como el fomento de las adopciones, mesas informativas, y organización de charlas en ámbitos académicos.

Después de una década de lucha, de victorias y de aprendizajes, la Asociación está preparada para seguir trabajando por y para los animales con el mismo compromiso y la misma convicción con la que nació hace 10 años. 

Para más información sobre la historia de la primera década de LIBERA!, te invitamos a ver este emotivo vídeo: http://youtu.be/cAJIYgsj_cA

domingo, 18 de enero de 2015

EXCELENTES NOTICIAS desde la Provincia de San Juan: Comenzó el camino para la sustitución definitiva de la TaS

Se trata del primer convenio firmado con un Gobierno Provincial para recuperar la dignidad de caballos y recuperadores urbanos.


El 29 de diciembre de 2014 se firmó el Convenio con la Provincia De San Juan, Argentina, de mano de su propio Gobernador José Luis Gioja.
El programa Basta de TaS, representado en la Provincia por la ONG PAU, se compromete a brindar todo el asesoramiento y acompañamiento de este proceso de orden provincial.
Por su parte el Santuario Equidad se ha comprometido a recibir los caballos sustituidos.
El objetivo es comenzar con una prueba piloto de 6 motocarros, y a la par crear un un censo y registro de trabajadores en todos los municipios sanjuaninos, para avanzar desde la coordinación de la Provincia con los municipios y los recuperadores urbanos hacia un programa de sustitución total.
Se trata del primer convenio firmado con un Gobierno Provincial.
Te pedimos difundir esta noticia, en especial a cargos electos de Gobiernos Provinciales que puedan sentirse inspirados por esta iniciativa y deseen emprender el mismo camino. Los primeros pasos se están dando, está en nuestras manos que todo el país lo sepa.
Esta campaña quiere agradecer muy especialmente la iniciativa y determinación política de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Provincia, dirigida por Carlos Tello y Yalia Daroni, y por supuesto felicitar el trabajo de PAU, Proteccionistas de Animales Unidos.

La noticia en los medios:
[VIDEO]:



jueves, 15 de enero de 2015

Si sufro un accidente, ¿quién se hace cargo del animal que me acompaña?

En España no existe un protocolo eficaz para el rescate de los animales que se ven involucrados en un accidente de circulación y se quedan solos en el lugar del siniestro o atrapados en sus transportines.
Las compañías de seguros no consideran a los animales como “ocupantes” del vehículo, aunque hay pólizas que cubren los gastos de veterinario y una indemnización por accidente o por defunción.
Carla y Vita iban en el coche al veterinario cuando sufrieron un accidente.
Carla y Vita iban en el coche al veterinario cuando sufrieron un accidente de tráfico.

Carla y Vita tienen terror a viajar. Cuando entran en un coche, arañan, vomitan y defecan en sus transportines. Carla y Vita son las dos gatas que Arantxa López acogió hace ahora un año y medio en su casa cuando apenas contaban con tres semanas de vida. “Las vi en una foto en Facebook, en la perrera madrileña de Leganés. Estaban muy enfermitas”. Arantxa se enterneció, no lo dudó y se fue a buscarlas para tenerlas en acogida.
Debido al delicado estado en el que se encontraban, Arantxa tenía que llevarlas al veterinario casi a diario. Carla y Vita iban siempre en el asiento del copiloto, en su transportín bien sujeto al cinturón de seguridad. En uno de esos desplazamientos, justo cuando las gatitas empezaban a recuperarse, Arantxa sufrió un accidente de circulación.
“Me pasé una salida y entré por otra zona que no conocía. Al llegar a una especie de rotonda miré para salir y de un segundo a otro me embistió un vehículo que venía a bastante velocidad. El transportín de los animales saltó, me golpeó en la cara y salió despedido hacia atrás. Vi a cámara lenta cómo el coche que me embistió entraba y salía del mío, y cómo saltaban los airbags. Empezaron a pitarme los oídos, estaba desorientada, con mucho miedo, mucho dolor, y no podía respirar”, relata Arantxa, recordando aquel fatídico día.
“La ocupante del otro vehículo salió de su coche por su propio pie. Por el retrovisor vi que llevaba una silla de niños y le pregunté que si iba sola. Me dijo que sí y me sentí aliviada”, sigue contando Arantxa, a la que le horrorizaba pensar que en el accidente se hubiera visto involucrado algún niño o más adultos, además de ella y la conductora del otro vehículo.
Pese a encontrarse  “aturdida y desorientada, con mucho miedo, mucho dolor y sin poder respirar bien”, su obsesión era saber qué había sido de sus gatas. “Están bien”, intentaba tranquilizarla la gente que había acudido en su ayuda.  “Pero yo no las veía y eso me creaba mucha ansiedad”, afirma.
Al llegar la policía y la ambulancia, los sanitarios tuvieron que sacarla del coche con un collarín, en camilla. Pese a su estado, le dio tiempo de ver el transportín de las gatas reventado. Arantxa pidió angustiada que alguien las llevara al veterinario, informando de que el local se encontraba muy cerca, “tan solo a 500 metros”. “Pero nadie me hacía caso”, recuerda con tristeza.
“Empecé a llorar y dije que de ahí no me iba sin las gatas, por lo que me dejaron hacer una llamada”. Al final, consiguió que fuera su amiga Eva a por ellas. Solo entonces se quedó tranquila. Pero mucho más cuando supo que Vita y Carla, salvo el shock por el susto, por suerte estaban bien. En aquel momento Arantxa lo tuvo claro. “Decidí que no se iban a separar jamás de mi lado”.
Después de superar esa dura experiencia, Arantxa se pregunta qué habría pasado si ella hubiera quedado inconsciente tras el choque. “¿Qué habría sido de mis gatas? ¿Quién se habría hecho cargo de ellas? ¿Habrían terminado en el depósito, en su transportín roto, solas dentro de mi coche?”.
El caso de Carmen y su perro Ron
Sus preguntas quedan en el aíre. Pero son las mismas que siguen dando vueltas en la cabeza de Carmen Aguelo, protagonista de una vivencia parecida cuando viajaba en su coche con su perro, Ron, un bulldog inglés de 9 años. “Mi accidente ocurrió en pleno agosto, en el km. 100 de la autovía de Andalucía en dirección a Madrid. Mi coche quedó inmovilizado al chocar con el quitamiedos que divide la carretera”.
Por fortuna, y aunque el accidente fue muy aparatoso, Carmen no sufrió lesiones graves. Tampoco su perro. “Llegó la Guardia Civil, que llamó a una ambulancia para atenderme porque yo, además de algunas heridas leves, tenía un fuerte dolor de espalda y nuca”. Mientras esperaba a la ambulancia, Carmen permaneció sentada en el suelo, junto a la carretera, en un campo a pleno sol, abrazada a Ron.
“El problema vino al tener que marcharme en la ambulancia para que me hicieran una revisión en un hospital de Toledo. Los sanitarios me dijeron que no podía llevarme al perro porque no estaban autorizados para hacerlo”. Según le explicaron, “ no existe ningún protocolo ni norma que indique o regule qué se hace con un animal en caso de accidente”. “Si yo hubiera sido ciega y hubiera llevado un perro lazarillo, sí le habrían dejado acompañarme. A nivel sanitario ambos son perros, ¿no?”, reflexiona la mujer.
En mitad de la discusión, porque Carmen se negaba a entrar en la ambulancia sin Ron, llegó la grúa. “El conductor se ofreció voluntariamente a llevárselo con el coche y a dejarlo en la nave del depósito, donde pudiera estar a la sombra y con agua hasta que yo lo recogiera”, relata Carmen, que siente agradecimiento por el gesto de “generosidad” de aquel hombre. Por suerte, Carmen puedo recoger esa misma noche a Ron.
Pero, al igual que Arantxa, ella también se hace una serie de preguntas que la atormentan. “ ¿Qué hubiera sucedido con mi perro, por el que pago impuestos, si yo no hubiera estado consciente? ¿Le habrían dejado allí, tirado en el campo?”.
“Cuando nos hacemos cargo de un animal se nos exigen muchos deberes, pero las administraciones no parece que adquieran ningún deber”, lamenta la dueña de Ron, mientras cuenta que tras su accidente la Guardia Civil le había asegurado que “alguien” se haría  cargo del animal. Pero, ¿quién?; ¿y sí ese “alguien” no llega o lo hace tarde?
“A los que no comparten el amor por los animales les resulta muy difícil entender el fuerte vínculo que se llega a crear con ellos. Los animales no son sólo como un ‘amigo’, forman parte de la familia.”, asegura Alba Villegas, psicóloga clínica. En caso de accidente, “se sufre por ellos porque la indefensión del animal es absoluta. No saber qué ha sido de él en una situación tan dramática supone un shock añadido para el dueño”, añade Alba.
Sin normativa ni leyes específicas
En nuestro país no hay una normativa específica que ampare a los animales que nos acompañan en casos de accidente de circulación. “En la Ley de Seguridad Vial se contempla la obligación al adecuado transporte y colocación de los animales en los viajes, pero nada que los proteja como ocupantes en un coche siniestrado”, explica Arancha Sanz, abogada de la Federación de Asociaciones Protectoras y de Defensa Animal de Madrid (FAPAM).
“En seis de cada diez hogares españoles convive al menos un animal, sobre todo perros (5,5 millones) y gatos (4 millones). Estos animales, entre otras cosas, comparten coche con sus familiares humanos en viajes y desplazamientos, y también los acompañan a pie por las calles de su ciudad, lo que supone que los animales tienen una relación con la seguridad vial. Sin embargo, existe un vacío legal en caso de accidente, vacío que por supuesto perjudica gravemente a los animales y a sus propietarios por la situación de desamparo que los primeros sufren”, añade la abogada de FAPAM.
Aunque no hay datos concretos cuantificados, el porcentaje de accidentes registrados en los que un animal viajaba en el interior del vehículo siniestrado parece ser mínimo, tan solo del 4% o 5%, según reclamador.es. Tampoco es fácil encontrar una compañía de Seguros que incluya en las pólizas que se suscriben la recogida de animales en caso de accidente. Por lo general, únicamente cubren los gastos de veterinario por las lesiones que haya sufrido el animal, por daños generados que cause éste a terceros, o en caso de fallecimiento.
La propia Carmen Aguelo lo ratifica. En su caso, su aseguradora, Mutua Madrileña, “no contempla en ningún momento nada relacionado con mascotas. No son ocupantes del vehículo. Tengo además un seguro en mi domicilio con la compañía Caser, que sí tiene responsabilidad civil con los daños a terceros que pueda causar mi perro”.
Los abogados de  reclamador.es explican que en el caso de que el propietario del animal no sea el culpable del accidente, podría reclamar al seguro del vehículo contrario que considere al animal como un tercero herido, abonando los gastos de veterinario que se derivaran de heridas sufridas por éste. “Por el contrario, si el propietario de la mascota es el culpable del siniestro, habrá de contactar con su compañía aseguradora, que le indicará si la misma está o no cubierta por la póliza”.
¿A quién llamar para que auxilie al animal en caso de accidente?
Al margen de todas estas las consideraciones legales sobre aspectos materiales o indemnizatorios, realmente lo que más preocupa a los familiares de los animales es quién se hace cargo de ellos en caso de accidente.
Lo primero que se recomienda es llamar a la Guardia Civil, al Seprona, marcando el 062 de emergencias, y exigir que el animal sea recogido si los dueños tienen que ser trasladados a un hospital. También se puede avisar a alguna asociación de protección animal de la zona para que se haga cargo de él, evitando que se pierda o sea atropellado. Para ello es necesario actuar con rapidez.
En algunas comunidades autónomas existe un servicio veterinario de urgencias para recoger animales heridos, pero el gran problema es que este servicio no existe en todo el territorio español.
En Madrid, concretamente, está el Sevemur. Se trata de un servicio de emergencia que presta el Ayuntamiento para la acogida y auxilio de animales heridos o enfermos que se encuentren sueltos en la vía pública del término municipal madrileño. Sevemur trabaja sin horarios y atiende situaciones en que pudiera ser necesario. Para ello es preciso llamar previamente a la Policía Municipal, al 092, quien se encargará de ponerse en contacto este servicio “que atenderá la petición lo antes posible”, según explica un portavoz de este organismo.
“Tras una primera exploración clínica del animal, así como valoración del estado del mismo, se comprueba si tiene microchip. Si está identificado, desde el mismo lugar de recogida se intentará localizar a su propietario y se practicaran las primeras curas. En caso de que el animal presente un pronóstico reservado o grave se practicarán tratamientos de urgencia y, si el propietario no se encuentra localizable o el animal no está identificado, se procederá a su traslado al Centro de Protección Animal”, aclara el mismo portavoz.
Aunque también hay historias que acaban bien gracias a la colaboración de los agentes. Como la de una chica que tuvo un accidente cuando viajaba en su coche con sus cinco perros. Ella resultó muy malherida y fue trasladada inconsciente al hospital. Uno de los perros murió en el accidente. Los demás se extraviaron por el campo.
Cuando su marido fue localizado y tuvo conocimiento de lo ocurrido, suplicó a la Guardia Civil de la zona que buscaran a los animales. Y así fue. Tras una batida por las inmediaciones, al final consiguieron encontrarlos, muy desorientados y en grave riesgo de morir atropellados.
Denunciar para obligar a cubrir ese vacío legal
Casos como éste y los anteriormente narrados hacen que cada vez vaya siendo más urgente que ese vacío legal se cubra y que los animales no sean abandonados a su suerte tras un accidente. Una de las necesidades sería modificar el Reglamento General de Circulación.
“Si los humanos resultan heridos y las autoridades no se encargan de atender y recoger a su animal, se debe denunciar a la administración competente en materia de recogida de animales (ayuntamiento o comunidad autónoma) por no tener habilitado un servicio que actúe en estos casos”, recomienda Arancha Sanz. Sin embargo, la abogada reconoce que “no es habitual que se interpongan denuncias en estos casos”. “Aunque debería hacerse”, insiste.
Carmen Aguelo, dueña de Ron, ya ha dado un paso. Ha escrito al Consejo de Veterinarios contando su caso, con la esperanza de que su queja llegue a las administraciones y éstas reaccionen. En definitiva, que hagan algo para solucionar la falta de atención de los animales que se ven involucrados en los accidentes. Ellos no tienen voz para pedir ayuda.

miércoles, 14 de enero de 2015

Regalos que gustan a alguien más

Libros, fotos, retratos, discos, ropa, complementos, turismo, calendarios: algunas propuestas para regalar sin crueldad.

Retratos históricos de nuestros perros (y otros animales). Los hace por encargo el ilustrador @Juan Pablo Rada

En estas fechas de regalos, queremos hacer algunas sugerencias, regalos que no solo puedan gustar a quien lo da y lo recibe, sino que, libres de crueldad, repercutan positivamente en otros. Damos ideas para regalar a cualquier persona, de cualquier edad, con un amplio rango de precios y que nos parecen bonitos por fuera pero también por dentro, pues son éticos.
Libros, fotos y acuarelas
Para quienes quieran regalar un libro interesante, la  editorial Plaza y Valdés tiene una colección de ensayo animalista, LiberÁnima, de la que forman parte dos títulos imprescindibles: Por qué amamos a los perros, nos comemos a los cerdos y nos vestimos con las vacas, de Melanie Joy, o Los verdes somos los nuevos rojos, de Will Potter. El primero es una exploración de los motivos por los que en nuestra sociedad nos mostramos tan dispuestos a comer algunos animales mientras que ni se nos pasa por la cabeza comernos a otros. El segundo desvela los mecanismos, técnicas y recursos antiterroristas con los que está siendo reprimido el activismo en defensa de los animales.
También podemos regalar maravillosos libros ilustrados. El propio Premio Nobel de Liberatura J.M. Coetzee nos invita a admirar sinpalabras, libro ilustrado por Roger Olmos y publicado por logos y Faada: “En todo el mundo hay un creciente sentimiento de inquietud con respectó a cómo los humanos explotamos y maltratamos a los otros seres vivos. De forma realmente admirable, sinpalabras nos anima a mirar a nuestros prójimos con ojos nuevos”.
Y, para lectores de cero a ciento y pico años (libros para tus 7 vidas) la   editorial Lata de Salpublica la colección Gatos, preciosos álbumes ilustrados protagonizados por los gatos más famosos del mundo y escritos y dibujados por los mejores autores. Como dicen sus exquisitos editores, son libros "para ronronear de emoción". Comprometidos con la defensa animal, donan de forma habitual lotes de libros a asociaciones y protectoras para sorteos en sus eventos solidarios, y son cuidadosos con que sus textos e ilustraciones no corrompan los derechos y la libertad de los animales, como en zoológicos y circos.

Cubierta del libro 'Gatos de película', de la editorial Lata de Sal
Cubierta del libro 'Gatos de película', publicado por la editorial Lata de Sal
 
El destino de Cartucho, escrito por Ana Sánchez e ilustrado por Mercedes Escobar, es una aproximación a la calamitosa realidad de los perros destinados a cazar. El protagonista es uno de ellos, Cartucho, que prefiere jugar con los conejos. Es un libro para todos los edades, aunque su autora quiere llegar en especial a los niños, y 8 de los 12 euros que cuesta van a la protectora elegida.
¿Quién rescató a quién? cuenta la historia de animales abandonados que fueron rescatados por la Asociación Nacional de Amigos de los Animales (ANAA). Sus protagonistas (perros, gatos, conejos, caballos) han sido retratados por  Fotopets para subrayar su dignidad, su nobleza y su necesidad de una nueva oportunidad. Los beneficios de su venta serán íntegramente destinados a atender a los animales protegidos por la asociación.
También para ANAA van parte de los beneficios generados por la novela de ciencia ficción Galatea, publicada en Odisea por Melisa Tuya, autora en 20minutos del veterano blog 'En busca de una segunda oportunidad' sobre perros y gatos abandonados.
Además de essa labor altruista retratando animales que buscan un nuevo hogar tras haber sido rescatados del infierno, Fotopets nos da la oportunidad de tener un recuerdo personal: un buen retrato fotográfico de los animales que forman parte de nuestra familia. Los fotógrafos donan el 10% de todos sus trabajos comerciales a las organizaciones de defensa animal con las que colaboran.
Otra original y exquisita opción para retratar a nuestros perros (y otros animales) son las acuarelas del  ilustrador Juan Pablo Rada, que inmortaliza a nuestros “ilustres perros” inspirándose, según su personalidad, en personajes históricos o de ficción. El ilustrador Rada parte de láminas naturalistas, pinturas clásicas y fotos antiguas que evocan otros tiempos, reales o novelescos, en los que sitúa a sus modelos. Si el animal es adoptado, ofrece un 10% de descuento.
Música
Traemos dos propuestas: para quienes les guste el flamenco, recomendamos al cantaor Francisco Contreras, 'Niño de Elche', que se ha desmarcado de su entorno declarándose abiertamente antitaurino; y para quienes quieran temas activistas, el disco Revolut!on, del grupo Major Arcana.
Carátula de 'Revolut!on', del grupo vegano Major Arcana
Carátula de 'Revolut!on', del grupo vegano Major Arcana
 
Moda y complementos
Es creciente la alternativa a los productos de piel animal. La tienda Amapola, en Barcelona, ofrece bolsos y monederos con calidad y diseño, así como fulares, guantes y gorros, todo elaborado con materiales que no proceden de animales. Y, en en el mercado Fuencarral de Madrid, se encuentra la tienda de Pepa Loves, 100% libre de crueldad. También Adolfo Domínguez continúa con su línea Green Me, de bolsos ecológicos y veganos.
Bolsa de viaje vegana Matt & Nat. La venden en Amapola (Barcelona)
Bolsa de viaje vegana Matt & Nat. La venden en Amapola (Barcelona)
 
Las pulseras Article 22 están hechas con bombas arrojadas sobre Laos. Se llaman así por el artículo 22 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que establece el derecho de toda persona a su seguridad, su dignidad y el libre desarrollo de su personalidad. De los 250 millones de bombas lanzadas por Estados Unidos en Laos, el 30% no detonaron. Harían falta unos 800 años para limpiar el suelo del país, pero por cada una de estas pulseras se limpian tres metros cuadrados de terreno, y varias familias de artesanos pueden asegurar su sustento.
Las venden, customizadas con la leyenda Vegan Peace, en  Justo Akí, que cede todo lo que obtendría como beneficio (15 euros) al santuario de animales que elijas ( Gaia, El Hogar ProVegan o Wings of Heart). En esta tienda, que está físicamente en Bilbao y en Madrid y además vende por Internet, tienen también calzado libre de crueldad, camisetas, sudaderas, cinturones y otros complementos, y una gama de ropa polar diseñada y fabricada para las tripulaciones de Sea Shepherd.
Estancias, tratamientos y cursos
Si nos decantamos por regalar una experiencia, aquí van unas cuantas sugerencias: Villavegana es un centro vegano en plana sierra de Tramuntana, en Mallorca. No solo podemos regalar una estancia, sino también un curso para aprender a cocinar y a comer sano y rico.
El caserío A Castiñeira ofrece también la posibilidad de alojarse en un rincón paradisíaco al norte de la provincia de Orense, y optar por el más absoluto relax o por variadas actividades al aire libre. También, tratamientos y terapias relajantes o depurativas, y cursos de cocina.
La Fuente del Gato está a unos 45 kilómetros de Madrid, en un precioso pueblo, Olmeda de las Fuentes. Además de la estancia ofrecen la mejor alimentación y enriquecedores cursos de cocina saludable y terapéutica.
Para los golosos, un regalo irresistible pueden ser las exquisitas tartas y los innovadores dulces de  Lujuria Vegana.
Roscón de Reyes vegano, por encargo en Veggie Room (Madrid)
Roscón de Reyes vegano, por encargo en Veggie Room (Madrid)
 
Calendarios y otros regalos solidarios
La mayoría de organizaciones, protectoras y santuarios de animales tienen sus propios calendarios, así como complementos, bisutería y otros objetos para obtener fondos. Axla, Ayudemos a los gatos, El Valle Encantado Wings of Heart, El Hogar ProVegano APPA La Madriguera han diseñado bonitos calendarios para el 2015, en los que los protagonistas son los animales que han rescatado, y la  Asociación Las Nieves estará los días 2, 3 y 4 en Madrid-Xanadú (Arroyomolinos) con una mesa solidaria en la que venderán artículos de artesanía cuyos beneficios se destinarán a los acogidos en su albergue.
Muchos de esos artículos se encuentran en Veggie Room, una tienda en Madrid donde podemos encontrar delicias culinarias y también jabones artesanos, libros, tazas y otros artículos cuya compra repercute directamente en los animales. Tienen preciosas camisetas y sudaderas de Free and Wild, con mensaje animalista.
Calendario 2015 santuario El Valle Encantado. Diseñado por Animei Beat y en venta en Veggie Room
Calendario 2015 santuario El Valle Encantado. Diseñado por Animei Beat y en venta en Veggie Room
 
Por supuesto, en nuestro repertorio de regalos éticos no puede faltar la aportación solidaria a alguna de las múltiples asociaciones, protectoras, albergues y santuarios. En la mayor parte de los casos viven de sus socios y de las donaciones puntuales que reciben, y son las personas voluntarias quienes se dejan la vida por dar una nueva oportunidad a los animales que han sido abandonados, maltratados, explotados. Colaborar con ellos es un buen regalo para quien se preocupa por los animales. ¿Quién puede negarse a la posibilidad de ser madrina o padrino de un perro o un gato que han sido abandonados, o también de un cerdo, un ternero o una gallina que, gracias a esa ayuda, podrá vivir a salvo el resto de su vida? Solo hay que buscar alrededor para encontrar con quién colaborar.
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Tampoco podemos dejar de hacer una sugerencia que nos afecta directamente. Si quieres apoyar nuestra defensa de los derechos de todos los animales desde este blog, si quieres que eldiario.es siga denunciando injusticias y dando voz a quienes no la tienen, puedes hacerte socio/a. Podrás leer el adelanto de todos nuestros artículos y muchos otros contenidos diarios, y contribuirás activamente a un periodismo de verdad independiente, periodismo a pesar de todo, y periodismo pensando en todos.
Seguro que hay otros regalos que también son éticos y repercuten positivamente en otros. Si sabes de alguno que no conozcamos, háznoslo saber y estaremos encantadas de compartirlo.

martes, 13 de enero de 2015

Un cielo sin animales

El Papa Francisco dijo recientemente que nos reencontraríamos con los animales en la eternidad de Cristo y escribe una encíclica sobre medio ambiente que animalistas y ecologistas esperan con interés, pues la Iglesia lleva 2.000 años justificando la explotación de la naturaleza y de los animales.
En gestos desesperanzados, como el abrazo de Nietzsche al caballo de Turín, encontramos la semilla del único paraíso que merece la pena construir, un mundo de convivencia entre todos los animales
El Papa Francisco bendice a un perro. Foto: EFE
El Papa Francisco bendice a un perro. Foto: EFE
Días atrás, nos sorprendía la noticia, reproducida en diversos medios de comunicación, de que el Papa Francisco le había dicho a un niño que lloraba por su perro muerto: “ Un día volveremos a ver a nuestros animales en la eternidad de Cristo”. Y algunos autores, como el biólogo Marc Bekoff, ya han comenzado a reflexionar sobre tales palabras.
La cuestión de si los perros van o no van al cielo puede parecer un asunto menor comparado con los profundos problemas que aborda la teología, y, sin embargo, creo que es ahí donde el cristianismo se juega buena parte de su sentido. Dado que el Papa está escribiendo una encíclica sobre medio ambiente, animalistas y ecologistas han puesto sus esperanzas en que esa frase signifique un cambio de rumbo en las ideas de la Iglesia. Si finalmente el Papa evoca en esa encíclica los valores de Francisco de Asís y muestra una mínima sensibilidad con la naturaleza, podemos predecir el aluvión de elogios que le dedicarán medios de comunicación, intelectuales, científicos, políticos y movimientos sociales. Sin embargo, si al final se da el caso, a mí no me parece que los elogios sean la respuesta más adecuada.
La Iglesia lleva dos mil años justificando ideológicamente la explotación de la naturaleza y los animales, sin haber mostrado más que de forma muy excepcional un poco de sensibilidad por los otros seres vivos, y ha destacado por su extrema lentitud en aceptar descubrimientos científicos como la evolución de las especies. Si después de este nefasto historial, ahora, cuando estamos con el agua al cuello, con una crisis ecológica terrible, con más de 20.000 especies en peligro de extinción y en medio de un cambio climático, si ahora de repente el Papa dice algo así como “hay que respetar la naturaleza”, lo que se merece no es precisamente un elogio. Felicitar al que se entera el último de algo tan fundamental no parece muy educativo. Dado que la Iglesia tenía la pretensión de guiar a la humanidad, que se haya quedado dormida durante siglos en el vagón de cola no resulta admirable.
Durante mi infancia y adolescencia, me eduqué en un colegio religioso. En él viví muy buenas experiencias y otras no tan buenas, pero recuerdo sobre todo un momento que fue absolutamente revelador. Yo asistía a clase de religión con curiosidad, porque parecía el espacio adecuado donde reflexionar sobre esas preguntas últimas que todos nos hacemos, y que en la adolescencia se nos plantean con fuerza: qué hacemos aquí, cuál es el sentido de la vida. Pero un buen día, con doce o trece años, mientras el profesor de religión nos hablaba de la vida eterna, de repente se me ocurrió una cuestión, así que levanté la mano y pregunté: “¿Los animales también van al cielo?”. La respuesta del profesor de religión fue: “No, porque los animales no tienen alma”. Desde aquel día, para mí, la posibilidad de ir al cielo perdió todo su interés.
El cristianismo nos pide que cumplamos una serie de normas resumidas en los diez mandamientos. Esas normas tienen que ver con la fe, con la conducta sexual y con la ética. Si las cumplimos, el premio es la vida eterna en el cielo. Ahora bien, en ese cielo, según se nos ha enseñado, no habrá animales, ni plantas, ni montañas, ni ríos, ni bosques, ni selvas, ni playas, ni puestas de sol, ni estrellas en el firmamento nocturno. Si ése es el premio, por mí ya se lo pueden quedar. La idea de pasarme la eternidad sin que haya gatos ronroneando a los que acariciar, ni perros con los que correr por el campo, ni mirlos cantando después de la lluvia, ni libélulas de colores, ni zumbidos de abejas, ni saltamontes, ni lobos recorriendo los bosques, ni linces al atardecer, ni salmones remontando los ríos para desovar, ni ballenas comunicándose entre sí a kilómetros de distancia, ni vacas amamantando a sus crías, ni ranas croando en el estanque, ni águilas aprendiendo a volar, ni bonobos educando a sus hijos, ni lagartijas al sol, ni jabalís jugando en la playa… me parece más el infierno que el paraíso.
¿Cómo ha podido el ser humano inventar la idea, y defenderla durante milenios, de que el paraíso es un lugar exclusivamente humano y angelical, sin ninguna otra forma de vida? ¿En eso consiste la salvación, en estar condenados a la más absoluta soledad durante toda la eternidad? ¿En no convivir con ninguna otra especie? Quizás entonces es ese deseo absurdo el que nos está conduciendo a la pérdida de biodiversidad: cuantas más especies eliminamos, más cerca estamos de hacer realidad ese club privado de uso exclusivo para humanos y ángeles, donde el resto de seres vivos no tienen cabida.
Pero si rechazo la idea de un cielo sin animales, no es solo porque los seres humanos nos veríamos privados de su compañía, sino sobre todo por los animales mismos. Si nosotros creemos merecer el premio de la eternidad, ¿por qué no habrían de merecerlo también los otros animales? ¿Es que no tienen emociones, alegrías y miedos, añoranzas y deseos, igual que nosotros? ¿Es que no hay un 'yo' en cada uno de ellos, por diminuto que sea, que aspira a una buena vida? ¿Es que no pasan también muchos animales por un período de duelo tras la muerte de sus seres queridos? ¿Es que no serían muchos de ellos profundamente felices si pudieran reencontrarse con familiares y amigos a los que han perdido? Decir que los animales no se merecerían ese supuesto cielo y el reencuentro con los suyos, cuando hay perros que han muerto de pena tras el fallecimiento de un ser humano al que querían, es decir que sus tristezas y sus alegrías no valen tanto como las nuestras. Que no merecen ser felices.
Cada vez que maltratamos animales, reforzamos la idea de nuestra superioridad. Al criar animales para comer nos estamos diciendo: “Yo no soy carne, yo no soy como ese cerdo o esa vaca, porque soy un ser racional, inteligente, espiritual. Yo no soy un animal. Yo no me defino por mi cuerpo, sino por mi alma, que me abre las puertas de un mundo superior.” Al encerrar animales en un zoológico nos estamos diciendo: “Nosotros no somos así, hay un abismo entre ellos y nosotros”. Pero el único abismo que existe son esos barrotes del zoo que nosotros mismos hemos instalado. En una maniobra metafísica extrema, hemos tomado esos barrotes del zoológico con los que forzamos la separación, y hemos llegado a inventarnos otro mundo que sería solo para nosotros. Como ese adolescente que, ante la llegada de un nuevo hermano con el que tendrá que compartir su habitación, se inventa un mundo de fantasía donde nadie podrá robarle el protagonismo. Que el ser humano haya invertido tantas energías en construir otro mundo en su imaginación, en vez de aprender a convivir mejor en éste, demuestra que muy a menudo no hemos estado a la altura de esa racionalidad que la evolución nos regaló.
La obsesión del ser humano por definirse como un alma inmortal atrapada en un cuerpo mortal, que desde Platón ha estructurado buena parte de la historia de la filosofía; la pretensión de separar con bisturí nuestro lado corporal corrupto y ese alma que contiene lo mejor de nosotros, como tanto se esforzó en hacer Descartes; el sueño de que la muerte es el momento en que el alma se desprende del cuerpo como si fuera una cáscara para elevarse a los cielos… son la otra cara de nuestro no querer aceptar que somos animales. Como nuestras semejanzas con los otros animales saltan a la vista, la única forma de defender la radical diferencia entre ellos y nosotros era precisamente afirmando que aquello que nos hace diferentes, el alma, no puede ser percibida.
Afortunadamente, en la tradición religiosa de la que procede el cristianismo hay otras metáforas más interesantes. El Jardín del Edén o el Arca de Noé, a pesar de ser relatos breves y de interpretación difícil, nos hablan de un ser humano que convive con las otras especies y de un Dios que quiere salvarlas.
Nietzsche fue uno de los filósofos que nos abrió los ojos. En el mismo siglo en que Darwin nos reveló nuestros orígenes, y nos mostró que nuestra única familia son los otros animales, Nietzsche nos ayudó a emanciparnos de esa supuesta alma inmortal y ese supuesto cielo eterno que, fingiendo salvarnos, en realidad nos alejan de lo que somos. Nos enseñó a aceptarnos como cuerpos, como seres vivos, como animales. Nos enseñó que nuestro único hogar es la naturaleza.
Nietzsche llevaba un paso más allá las enseñanzas de su maestro Schopenhauer, quien ya había comenzado a romper con la metafísica tradicional, había defendido una mejor relación con los animales, y más aún: nos había mostrado que nuestra concepción del ser humano y la consideración moral de los animales son dos caras de una misma cuestión. Nietzsche, abriendo de par en par las puertas que Schopenhauer había comenzado a entreabrir, nos hizo ver que las preguntas filosóficas y espirituales que nos planteamos no tienen su respuesta en otro mundo, sino en este mundo que es el único que tenemos.
Pero Nietzsche es también interesante por otra razón. Visto el grado de crueldad que millones de animales sufren a causa de los seres humanos, se podría pensar que, para ellos, lo más parecido al paraíso sería que los seres humanos nos marcháramos definitivamente al otro mundo y les dejáramos vivir tranquilos en éste. ¿Podría ser que nuestra única posibilidad de hacer real algo similar al paraíso fuera con nuestra retirada, para que los animales pudieran gozar de él? ¿Somos los seres humanos tan egoístas y crueles que nuestra única forma de contribuir a crear el paraíso fuese con nuestra ausencia?
Como bien saben los lectores de este blog, una vez Nietzsche se abrazó a un caballo que estaba siendo apaleado en las calles de Turín. Fue probablemente un gesto desesperanzado y, por lo que sabemos, no logró salvar al animal. Años después, Walter Benjamin, que tanto admiró a Nietzsche, insistiría en que la esperanza nace, precisamente, en esos gestos desesperanzados e inútiles. En aquel abrazo de nuestro filósofo al caballo que no pudo salvar, encontramos la semilla del único paraíso que merece la pena construir.

lunes, 12 de enero de 2015

Víctimas reales de un falso amor navideño

  • Cada año los animales son víctimas de un falso amor navideño que ampara y justifica el maltrato, la explotación y la humillación de los más débiles e indefensos como si fueran meros objetos decorativos
  • Si hay maltrato no es amor, y la ética va ganando espacio en todas las celebraciones, también las navideñas
Jirafas articuladas de 'El Circo Ecológico de Alejandra Botto' en la cabalgata de Reyes de Madrid. Foto: Medioambientales.com
Jirafas articuladas de 'El Circo Ecológico de Alejandra Botto' en la cabalgata de Reyes de Madrid. Foto: Medioambientales.com

Platero, Maravilla, Copito, Roberta, Maero, Loli, Nina… Y otros muchos, decenas, centenares de animales de los que no tenemos sus nombres, quizás no tienen ni nombre, han sido víctimas reales, de carne y hueso, de un falso amor navideño asentado en la explotación, en el maltrato, en la humillación.
No puede haber amor si hay maltrato. Por eso no cabe celebrar el espíritu navideño incurriendo en la explotación de animales por el mero hecho de que nos gusta verlos “decorando” nuestras celebraciones. No son objetos, no son peluches, no son muñecos, aunque como tales son tratados de forma cotidiana, y especialmente en las fiestas navideñas.
Platero tenía cinco meses y murió después de tres días de agonía. Fue cedido para decorar el belén de Lucena (Córdoba). Estuvo días y días en un recinto demasiado escaso para sus necesidades vitales, a la intemperie, sin refugio alguno, en condiciones visiblemente deficientes y continuamente sometido al griterío, a las luces, al ruido, a los petardos… Una de esas tardes, un vecino del pueblo se subió sobre él, después de dar varias patadas a otro burrito para apartarlo, lo zarandeó, se montó encima y le espoleó en el abdomen. Hubiera bastado con mucho menos, pero los 150 kilos de peso del vecino en cuestión reventaron por dentro a Platero. El Ayuntamiento calló, pero el tipo compartió su “hazaña” por whatsapp y la foto recorrió las redes sociales, hasta que varios colectivos defensores de los animales pidieron explicaciones y presentaron denuncia. Consiguieron la detención del presunto culpable, que poco después fue puesto en libertad acusado de maltrato animal, mientras el alcalde del pueblo, Juan Pérez (PSOE), pedía calma, prudencia y respeto, y defendía la presencia de animales vivos en el belén de Lucena. ¿Respeto para quién? Para Platero, no. Tampoco para el otro burrito que se quedó solo en el cercado, ni para los patos, las cabras ni el pavo real, entre otros animales, que seguían decorando ese hipócrita monumento al amor.
Burritos (supuestamente burritas) son también los utilizados en Alcoy para cargar los enormes buzones en los que los niños del pueblo meten sus cartas a los Reyes Magos el día previo a la llegada de sus majestades. ‘La burreta’ es una tradición, dicen, de más de cien años, de la que Alcoy se enorgullece, sin que el avance de la empatía, del respeto, del amor verdadero, lleve a las autoridades locales a plantearse que es hora de dejar de utilizar animales para el divertimento de los vecinos, sobre todo si se trata de inculcar a los más pequeños un amor basado en el respeto como condición previa e imprescindible.
El burro es uno de esos animales que despiertan afecto en quienes ni siquiera han visto uno de verdad, quizás porque los españoles hemos interiorizado el amor a esos “cuerpos de algodón” que inmortalizó Juan Ramón Jiménez en Platero y yo hace ahora cien años.
Si es así, ¿por qué se empeñan en torturarlos? ¿Por qué los utilizan como si fueran insensibles mecanos? Si sabemos que sus cuerpos son de algodón, ¿por qué nos aprovechamos de ellos para tenerlos horas y horas dando vueltas, sin descanso, sin apenas agua ni comida, con niños en sus lomos a tres euros el paseo?
Eso es lo que ha vuelto a ocurrir este año en la Plaza del Pilar de Zaragoza, donde, paradójicamente, el Ayuntamiento ha emprendido una campaña con el lema “un animal no es un juguete”. Quizás dependa del animal del que se trata, o de lo rentable que sea utilizarlo como juguete. En el caso de los burritos, está claro que entran en la categoría de los que sí pueden ser utilizados como juguetes, y así lo considera el concejal Jerónimo Blasco (PSOE), que ha hecho caso omiso a las múltiples denuncias y peticiones para suprimir esa cruel atracción. En el Ayuntamiento,  las quejas las encabezó Raúl Ariza (IU), con un informe de la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal (AVATMA) en el que se avalaba el sufrimiento físico y psicológico de los animales, así como lo “antipedagógico” que resulta como enseñanza para los niños. ¿Querer montar en burro justifica el sufrimiento del animal? ¿Satisfacer nuestros caprichos está por encima de la dignidad que merece cualquier animal? ¿Es eso lo que quieren enseñar a los niños?
El Partido Animalista (PACMA), que fue uno de los denunciantes en el caso de Platero, convocó concentraciones de protesta por la atracción de los burros en Zaragoza y reclamó una educación infantil basada en el respeto y la protección a los animales.
Pero, de momento, el Ayuntamiento hace oídos sordos. La prueba de ello es que en la cabalgata de Reyes en esa ciudad otros muchos animales fueron utilizados como si fueran meros objetos decorativos. Burros, mulos, caballos y ocas desfilaron por las calles de Zaragoza para deleite de muchos y espanto de otros: deleite de quienes disfrutan de verlos porque son “de verdad” pero creen que ni sienten ni padecen, como si fueran “de mentira”; espanto de quienes somos conscientes de que, efectivamente, son de verdad.
En Zaragoza desfilaron también perros en adopción junto a voluntarios del Centro de Protección Animal de la ciudad. Incluso dando por buena la intención de sus responsables de visibilizar a los animales que necesitan una nueva oportunidad, nos permitimos dudar de que una cabalgata de Reyes sea el entorno más propicio para que cualquier familia tome contacto con quien se supone que, llegado el momento, sería un miembro más. No creemos que el gentío, el ruido, la pirotecnia, los nervios de los más pequeños y de los propios animales compongan el mejor entorno para ello. Al menos dieron marcha atrás en la intención de sacar a pasear también a unos cuantos gatos en adopción, convencidos al fin de que el carácter de los felinos es bastante incompatible con ese ambiente. Recordamos al Ayuntamiento de Zaragoza y en especial al concejal Blasco que, como dice su campaña, los animales no son juguetes. Y no hay excepciones.
Tampoco son de juguete los dromedarios y camellos que estos días han aparecido por toda la geografía española para decorar las cabalgatas en un país en el que pintamos de negro a cualquiera para hacer de Baltasar pero queremos que los animales sean de verdad.
La imagen de doce  dromedarios atados y hacinados en un camión desembarcando en Tenerife procedentes de Lanzarote dio la vuelta a España y muchos descubrieron, por fin, de dónde salen y cómo son transportados esos animales que luego, en la cabalgata, se empeñan en ver felices porque, de lo contrario, su conciencia no podría cargar con el peso y se vería obligada a actuar con coherencia.
Decían los responsables del transporte de los animales que siempre se ha hecho así y nunca ha pasado nada, y ahí está el problema, en dar por bueno lo que siempre se ha hecho, sin pararse a pensar si realmente está bien o no y dejándose por el camino el respeto a esos que siempre han servido como herramienta de trabajo, como objeto de consumo, como bien lucrativo.
PACMA presentó también una denuncia ante el Seprona por entender que las condiciones del transporte vulneraban la legislación en materia de maltrato animal, y la policía local de Santa Cruz de Tenerife abrió expediente sancionador a los responsables del transporte.
Ni siquiera sabemos quiénes eran esos dromedarios, en qué cabalgatas participaron de las muchas que se celebraron en la isla de Tenerife. Tampoco sabemos en qué condiciones fueron transportados todos los otros dromedarios que niños y mayores vieron por las demás islas canarias y en otros lugares, como en  Pamplona (Navarra),  Plasencia (Cáceres) o  Béjar (Salamanca), por poner solo algunos ejemplos, donde también sacaron dromedarios para acompañar a los falsos Reyes Magos, incluido el pintado de negro.
Incluso en Camariñas (A Coruña), en plena Costa da Morte, cuyo clima poco tiene que ver con el desierto de donde proceden, había dromedarios en la cabalgata de Reyes. Eran Maero y Loli, recientemente adquiridos por un empresario local, que los cedió para divertimento de sus vecinos. Un caso similar es el de Maravilla, Copito y Roberta, que viven habitualmente confinados en el Río Safari de Elche (Alicante) y este año fueron cedidos para la cabalgata de la ciudad.
Gracias a PACMA hemos podido comprobar también cómo viajaron las ocas que desfilaron en la cabalgata de Madrid. “Perfectamente adiestradas”, decían los organizadores, y también perfectamente hacinadas en cajas de fruta apiladas y cargadas sin contemplaciones en una furgoneta, contraviniendo una normativa ya de por sí laxa y escasa de sensibilidad, y que encima se vulnera sin mayores consecuencias.
A quienes toman esas decisiones poco parece importarles el sufrimiento que puedan padecer esos animales durante el transporte y durante el desfile. El cansancio, el hambre, la sed, el miedo, el estrés… Cuando cumplen con las expectativas, en la mayor parte de los casos porque han sido cruelmente adiestrados para ello o porque su vida en cautividad les ha hecho perder su comportamiento natural, piensan que no hay ningún problema. Todo salió según lo previsto, y el año que viene, otra vez. Cuando algún animal da muestras de esos síntomas, entonces se considera un hecho aislado, desafortunado, que se intenta minimizar. Así ha ocurrido en Terrassa (Barcelona), donde un caballo se desplomó en medio de la cabalgata, o en Portugalete (Vizcaya), donde  unos bueyes entraron en pánico por un petardo. Luego resulta que son los propios animales los que aparecen como culpables de una situación en la que son las principales víctimas. Sencillamente, no tendrían que estar ahí.
El problema, de nuevo y como siempre, es que son “solo animales”. Era solo un gato el que murió el día de Navidad en Alcorcón (Madrid) cuando un tipo lanzó desde la calle una bengala que impactó en una vivienda y la incendió. Era solo una perra, Nina, la que se perdió la noche de fin de año cuando huyó despavorida asustada por los petardos. Eran solo perros los  más de cuatrocientos cachorros incautados solo durante el mes de diciembre, víctimas del tráfico ilegal para ser vendidos en la campaña navideña, mientras los refugios y albergues de toda España están colapsados por los incesantes abandonos y todavía hay quien no ve la diferencia entre comprar y adoptar.
Como ellos hay muchos. Tantos, que no sabemos cuántos. Todos ellos son víctimas reales de un concepto hipócrita del amor. Hipócrita, porque promulga el amor universal pero ampara la crueldad injustificada e injustificable hacia los más débiles e indefensos. Hipócrita, porque se vale de un supuesto amor a los demás para justificar la diversión más egoísta, esa en la que otros salen perdiendo. Hipócrita, porque el mensaje de amor se queda en muchos casos en un consumismo material que alimenta la miseria de muchos.
Hipócrita, en definitiva, porque no es amor si hay maltrato. Por eso, y aquí viene la parte buena, cada vez son más las demostraciones de amor de verdad, de amor incluyente, de amor respetuoso. Este año hemos tenido un ejemplo en Torrelavega (Cantabria), donde desfilaron incluso  vistosos elefantes “de mentira” en una preciosa cabalgata libre de crueldad. También en una parte de la de Madrid, donde Alejandra Botto desfiló con su  circo ecológico y sus maravillosas y expresivas jirafas de cartón rojo, esbeltas y curiosas, alzando la vista desde las alturas e inclinando sus cabezas sobre los espectadores al ritmo de la música. Y en Ogassa, el pequeño pueblo de Girona donde está el Santuario Gaia, donde los Reyes Magos explicaron a los niños que no llevan animales en su cabalgata porque hay que respetarlos.
Sirva este artículo como sentido homenaje a quienes pagan con su vida el enfermizo concepto de amor que justifica el maltrato y la violencia, y como aliciente para quienes ponen la ética y el respeto como premisa previa en su relación con los demás, sean de la especie que sean.