Con el discurso que aquí reproducimos, recibimos el miércoles 17 de diciembre, en el Congreso de los Diputados, el premio
APDDA 2014, que los parlamentarios en defensa de los animales han concedido a eldiario.es por alojar este blog.
Con
su publicación queremos dar las gracias a todas las personas que nos
leen y nos siguen, y a todas las personas que han colaborado con
nosotras.
También recibió el premio
AVATMA
(Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del
Maltrato Animal), cuyo presidente, José Enrique Zaldívar, destacó las
"huellas científicas" que certifican el sufrimiento físico y emocional
de los bóvidos en los espectáculos taurinos.
"Los veterinarios",
dijo, "no podemos mirar para otro lado cuando está en juego la vida de
un animal con el que una parte de la sociedad se divierte; la ética no
es un disfraz que un veterinario se pueda poner o quitar en función del
tipo de maltrato o de la especie del animal que lo padece".
Muchas gracias a la APDDA por este premio,
especialmente a su coordinador, Chesús Yuste, buen político y mejor
persona. Gracias también a Cristina Narbona por entregárnoslo y por su
compromiso con los animales no humanos, especialmente difícil desde el
entorno y los cargos políticos que ha ocupado. Tiene un valor especial
que este premio lo otorgue una asociación parlamentaria porque su
trabajo demuestra que otros políticos son posibles, incluso dentro de
esta casa [el Congreso de los Diputados], que es del pueblo pero que
tantas veces no cumple con su responsabilidad: la de estar al servicio
de las personas.
Un valor aún más especial porque las
personas de las que se ocupa la APDDA ni siquiera son humanas,
ciudadanos con voz y voto, sino individuos a los que por no ser humanos
no se les respetan sus derechos más básicos. Animales que no pueden
votar pero que sufren a diario en las formas más horribles que pueda
imaginarse. Gracias, pues, por traer su voz al que debe ser el órgano
máximo de la expresión popular, también la de quienes representamos a
esos que no tienen voz.
Quiero dedicar este premio al
periodista Arsenio Escolar, el padre de Ignacio Escolar, director de
eldiario.es, con el que 'El caballo de Nietzsche' comparte este honor.
Porque en este país de los horrores contra los animales el periodista
Arsenio Escolar ha sido un pionero del periodismo que los tiene en
cuenta. Es el fundador y director del diario 20minutos, primero en
España que se declaró antitaurino
de forma expresa:
en 2006, cuando 20minutos tenía 2,6 millones de lectores diarios en la
edición impresa (era, con diferencia, el más leído, por encima de El
País y el Marca, y en 2007 llegó casi a los 3 millones), Arsenio Escolar
hizo una declaración fundacional: el periódico no daría ninguna
información que supusiera promocionar o apoyar la llamada fiesta
nacional, que a una parte muy importante de sus lectores les parecía un
espectáculo salvaje donde se maltrata a un animal para diversión del
público.
Hace casi 28 años, cuando era periodista de
El País, Arsenio Escolar publicó un largo reportaje sobre torturas a
animales en fiestas populares. Lo tituló ‘Vida de perro, muerte de toro’
y le valió varios
desmentidos por parte del Defensor del Lector
acerca de lo que él denunciaba, y que aún hoy sigue produciéndose casi
por igual. También se atrevió, en 1987, a hacerse eco del trabajo de un
español que fundó en Los Ángeles una
asociación contra la vivisección
o experimentación animal. Y le llovieron los palos. Hoy en día, como
sabemos, te siguen lloviendo palos si escribes sobre lo que esconden los
laboratorios y lo que implica la
experimentación en animales. Arsenio Escolar fue un pionero y la historia de nuestro periodismo debe reconocérselo.
De casta (esta casta, sí) le viene al galgo: cuando en 2012 apareció
eldiario.es, su hijo, Ignacio Escolar, creador y director de este medio
digital, ya había manifestado públicamente su firme oposición a la
tauromaquia, bien a través de sus artículos de opinión o incluso
encabezando una masiva manifestación en Madrid contra su declaración
como Bien de Interés Cultural. Así que cuando le planteé la posibilidad
de un blog de derechos animales en eldiario.es su respuesta fue
inmediata: ¡adelante! Lo traigo a colación para hacer hincapié en la
importancia de la educación en los valores que él mismo había recibido
de su padre (y también de su madre, que está implicada de siempre en la
protección de perros y gatos, y durante años ha publicado sobre ello un
blog).
Es la importancia de una educación ética
frente a la barbarie que fomenta el sistema educativo actual, a través,
por ejemplo, del fomento de la tauromaquia impulsado por el ministro
Wert, que se lleva a
los toreros de paseíllo por las escuelas,
en una pretensión, moralmente despreciable, pedagógicamente criminal,
de adiestrar a los niños y niñas en el gusto por torturar animales. La
casta del galgo Escolar es otra, bien distinta de esa que se apropia del
dinero público para gastarlo en la sangrienta patología social que
representa una cacería.
Hasta que nació 'El caballo
de Nietzsche' en eldiario.es nunca un periódico generalista había
incluido los derechos animales entre sus contenidos. Había habido blogs
proteccionistas, como en 20minutos, o los asuntos relaciones con
animales no humanos se habían tratado solo de manera puntual, como
curiosidad, como fenómeno ecológico o como una cierta excentricidad.
Las Cartas al Director eran el escaso espacio de denuncia en los
medios, que apenas recogían la voz de los animales no humanos.
Sencillamente, no oían sus lamentos, no veían las terribles imágenes de
su sufrimiento, no los reconocían como objeto periodístico porque no los
consideraban sujetos de derechos. Mi obsesión ha sido siempre hacer oír
esa voz, pues he creído que el periodismo debe también vigilar e
informar sobre la sistemática vulneración de esos derechos.
Ese es el trabajo que nos proponemos en 'El caballo de Nietzsche'. Un
trabajo desinteresado y riguroso que no sería posible sin sus autoras y
autores: Marta Navarro, Lucía Arana, Paula González Carracedo, Kepa
Tamames, Julio Ortega Fraile, Carmen Moraga, Alessandro Zara... Su
compromiso es emocionante. Mi agradecimiento más especial a la
periodista Concha López, coeditora del blog, por su entrega absoluta a
este proyecto, su profesionalidad y su amor a los animales y a nuestro
Caballo. Nos enorgullecemos también de haber publicado a muchas otras
firmas destacadas, y de que nadie hasta hoy a quien hayamos pedido un
artículo, una foto, una ilustración, nos ha dicho que no. No hay
palabras para agradecer su trabajo y su tiempo en favor de los animales.
Y, desde luego, 'El caballo de Nietzsche' no sería lo que es sin los
miles de lectores que nos siguen, que nos han dado la satisfacción de
comprobar no solo que nuestro trabajo es necesario sino que el tiempo de
nuestro trabajo, el tiempo de los animales no humanos, ha llegado por
fin. Los animales y los lectores son nuestro estímulo, el impulso para
buscar cada día las palabras adecuadas, las imágenes adecuadas, la
información imprescindible.
Aún hay quien cuestiona
nuestro esfuerzo, pues considera que los humanos lo estamos pasando
demasiado mal como para preocuparnos por los no humanos. A ellos
queremos decirles que no nos impulsa solo el respeto a los animales no
humanos. Que creemos que su dignidad es también la nuestra. Que nuestra
vida nunca podrá ser buena si la suya es un infierno. Que el abuso al
que son sometidos los animales no humanos no es más que el reflejo del
abuso de poder que se ejerce sobre los otros más débiles, sea cual sea
su especie.
Creemos que maltratar a un animal
indefenso es como hacerlo con un niño, con un anciano, con un enfermo,
pero que ellos siempre han sido los olvidados. Y no nos conformarnos con
un mundo que no se sienta solidario con su dolor, que no se subleve
contra las injusticias que padecen. No nos consideramos dueñas y señoras
de una experiencia, la vida ajena, que no nos pertenece; es más,
tenemos la obligación moral de proteger. Creemos que el mundo, nuestro
mundo, es un lugar mejor si defendemos todas las vidas de la tortura y
de la muerte. Que el mundo será mucho mejor si respetamos a nuestros
familiares, a nuestros amigos, a nuestros compañeros de planeta no
humanos.
¿Qué país pretendemos si no atendemos a esas mujeres maltratadas que no
son acogidas con sus animales y no abandonan su casa para no dejarlos
en manos de sus verdugos? ¿Qué país pretendemos si
la Justicia permite
que los animales sigan conviviendo con sus maltratadores incluso
después de ser condenados por maltrato? ¿Qué país pretendemos si
al plato de nuestros hijos
llegan los despojos de animales que han sido maltratados toda su vida?
¿Qué país pretendemos si llevamos a los niños a divertirse encima de
unos
ponis que dan vueltas hasta la extenuación o a unos
circos que van por el mundo
arrastrando jaulas con tristes secuestrados?
¿Qué país pretendemos si sus más altas instituciones han alardeado de
abatir a un venerable elefante? ¿Qué país pretendemos si los defensores
de esos animales, de esos inocentes, de esos martirizados, han sido
detenidos y encarcelados como si ellos fueran los terroristas? ¿Qué país
pretendemos si no asumimos de una vez por todas que la violencia contra
los animales está
directamente relacionada con la violencia interpersonal?
'El caballo de Nietzsche' pretende informar de todo ello. Concienciar
frente a todo ello. Pero, también, informar de que la sociedad cada vez
es más consciente de la lacra del maltrato animal y ya son muchos los
profesionales que están trabajando contra ello desde sus respectivos
ámbitos:
abogados,
maestros (como César Bona, que creó una protectora de animales virtual
en un pequeño pueblo aragonés, motivo por el que fue reconocido con este
mismo premio que hoy recibimos y que ahora opta al Nobel de la
Enseñanza),
profesores universitarios,
filósofos, médicos, psicólogos,
fotógrafos,
músicos,
dibujantes,
escritores,
deportistas,
modistas,
policías. Queremos informar del trabajo que están llevando a cabo, cada
cual en su ámbito, porque es de justicia y porque construye el camino
de nuestra esperanza, de la de millones de animales.
Y, cómo no, los veterinarios. Qué orgullo compartir premio con AVATMA, veterinarios éticos que dignifican su profesión.
Termino con algo personal. Cuando era niña quería ser reportera de
guerra (debía de ser una niña un poco loca). Luego abandoné esa idea,
aterrorizada. Sin embargo, de algún modo, he terminado siendo reportera
de guerra. Porque, como dice en un poema la poeta Ana Pérez Cañamares,
“cuando hay muertos, es guerra”. Y hay muertos. Millones de muertos.
Perros, gatos, corderos, cerdos, cochinillos, vacas, terneros,
becerros, toros, ratones, macacos, pollos, gallinas, ocas, ciervos,
jabalíes, delfines, ballenas, pulpos, burros, ponis, mulas, caballos.
Encerrados, arrastrados, golpeados, abrasados, mutilados. Aterrorizados y
exhaustos
como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando en Turín. Nietzsche se enfrentó al cochero que lo le daba latigazos y fue detenido, también, por desórdenes públicos.
Así que es una guerra. Y, si es una guerra, debemos seguir cubriéndola,
debemos seguir registrando la voz de sus víctimas, siendo la voz de sus
víctimas. Debemos seguir haciendo el periodismo ético al que nos obliga
ese frente de inocentes desarmados. Periodismo a pesar de la conciencia
de que la guerra será larga y aún perderemos muchas batallas.
Periodismo a pesar de las minas de horror a las que nos exponemos cada
día. Periodismo a pesar de la incomprensión que nuestra lucha pueda aún
suscitar incluso entre los propios compañeros. Periodismo a pesar de
todo.
Gracias al eldiario.es por permitirlo. Mientras
nos lo permita, seguiremos haciendo periodismo de guerra, esa
revolución a la que refiere la poeta Pérez Cañamares:
Cuando desollasteis al gato negro
hubiera bastado para hacer la revolución.
Cuando acusasteis de bruja a la anciana
hubiera bastado para hacer la revolución.
Cuando quemasteis aquel bosque
hubiera bastado para hacer la revolución.
Cuando la mujer abortó por vuestras patadas
hubiera bastado para hacer la revolución.
Cuando colgasteis del árbol al negro
hubiera bastado para hacer la revolución.
Cuando arrancasteis la uña del meñique
hubiera bastado para hacer la revolución.
Cuando os quedasteis mirando la agonía
hubiera bastado para hacer la revolución.
Cuando sonreísteis al recibir el soborno
hubiera bastado para hacer la revolución.
Cuando lanzasteis la bomba número uno
hubiera bastado para hacer la revolución.
Ahora el estupor nos impide calcular
cuál sería vuestro merecido
y nuestro resarcimiento.
Nuestro resarcimiento, el de 'El caballo de Nietzsche', es el de tratar
de hacer la revolución antiespecista a través del periodismo. A pesar
de todo. Motivos no nos faltan.
Miembros de AVATMA, 'El caballo de Nietzsche' y eldiario.es, premiados por la APDDA.