lunes, 29 de diciembre de 2014

¿Qué país pretendemos?

Con el discurso que aquí reproducimos, recibimos el miércoles 17 de diciembre, en el Congreso de los Diputados, el premio APDDA 2014, que los parlamentarios en defensa de los animales han concedido a eldiario.es por alojar este blog.
Con su publicación queremos dar las gracias a todas las personas que nos leen y nos siguen, y a todas las personas que han colaborado con nosotras.
También recibió el premio AVATMA (Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal), cuyo presidente, José Enrique Zaldívar, destacó las "huellas científicas" que certifican el sufrimiento físico y emocional de los bóvidos en los espectáculos taurinos.
"Los veterinarios", dijo, "no podemos mirar para otro lado cuando está en juego la vida de un animal con el que una parte de la sociedad se divierte; la ética no es un disfraz que un veterinario se pueda poner o quitar en función del tipo de maltrato o de la especie del animal que lo padece".

Cristina Narbona, Ignacio Escolar, Chesús Yuste, Ruth Toledano y Concha López en el Congreso de los Diputados durante la entrega de los premios APDDA 2014. @Fotopets
Cristina Narbona, Ignacio Escolar, Chesús Yuste, Ruth Toledano y Concha López, en el Congreso de los Diputados durante la entrega de los premios APDDA 2014. @Fotopets

Muchas gracias a la APDDA por este premio, especialmente a su coordinador, Chesús Yuste, buen político y mejor persona. Gracias también a Cristina Narbona por entregárnoslo y por su compromiso con los animales no humanos, especialmente difícil desde el entorno y los cargos políticos que ha ocupado. Tiene un valor especial que este premio lo otorgue una asociación parlamentaria porque su trabajo demuestra que otros políticos son posibles, incluso dentro de esta casa [el Congreso de los Diputados], que es del pueblo pero que tantas veces no cumple con su responsabilidad: la de estar al servicio de las personas.
Un valor aún más especial porque las personas de las que se ocupa la APDDA ni siquiera son humanas, ciudadanos con voz y voto, sino individuos a los que por no ser humanos no se les respetan sus derechos más básicos. Animales que no pueden votar pero que sufren a diario en las formas más horribles que pueda imaginarse. Gracias, pues, por traer su voz al que debe ser el órgano máximo de la expresión popular, también la de quienes representamos a esos que no tienen voz.
Quiero dedicar este premio al periodista Arsenio Escolar, el padre de Ignacio Escolar, director de eldiario.es, con el que 'El caballo de Nietzsche' comparte este honor. Porque en este país de los horrores contra los animales el periodista Arsenio Escolar ha sido un pionero del periodismo que los tiene en cuenta. Es el fundador y director del diario 20minutos, primero en España que se declaró antitaurino de forma expresa: en 2006, cuando 20minutos tenía 2,6 millones de lectores diarios en la edición impresa (era, con diferencia, el más leído, por encima de El País y el Marca, y en 2007 llegó casi a los 3 millones), Arsenio Escolar hizo una declaración fundacional: el periódico no daría ninguna información que supusiera promocionar o apoyar la llamada fiesta nacional, que a una parte muy importante de sus lectores les parecía un espectáculo salvaje donde se maltrata a un animal para diversión del público.
Hace casi 28 años, cuando era periodista de El País, Arsenio Escolar publicó un largo reportaje sobre torturas a animales en fiestas populares. Lo tituló ‘Vida de perro, muerte de toro’ y le valió varios  desmentidos por parte del Defensor del Lector acerca de lo que él denunciaba, y que aún hoy sigue produciéndose casi por igual. También se atrevió, en 1987, a hacerse eco del trabajo de un español que fundó en Los Ángeles una  asociación contra la vivisección o experimentación animal. Y le llovieron los palos. Hoy en día, como sabemos, te siguen lloviendo palos si escribes sobre lo que esconden los laboratorios y lo que implica la experimentación en animales. Arsenio Escolar fue un pionero y la historia de nuestro periodismo debe reconocérselo.
De casta (esta casta, sí) le viene al galgo: cuando en 2012 apareció eldiario.es, su hijo, Ignacio Escolar, creador y director de este medio digital, ya había manifestado públicamente su firme oposición a la tauromaquia, bien a través de sus artículos de opinión o incluso encabezando una masiva manifestación en Madrid contra su declaración como Bien de Interés Cultural. Así que cuando le planteé la posibilidad de un blog de derechos animales en eldiario.es su respuesta fue inmediata: ¡adelante! Lo traigo a colación para hacer hincapié en la importancia de la educación en los valores que él mismo había recibido de su padre (y también de su madre, que está implicada de siempre en la protección de perros y gatos, y durante años ha publicado sobre ello un blog).
Es la importancia de una educación ética frente a la barbarie que fomenta el sistema educativo actual, a través, por ejemplo, del fomento de la tauromaquia impulsado por el ministro Wert, que se lleva a los toreros de paseíllo por las escuelas, en una pretensión, moralmente despreciable, pedagógicamente criminal, de adiestrar a los niños y niñas en el gusto por torturar animales. La casta del galgo Escolar es otra, bien distinta de esa que se apropia del dinero público para gastarlo en la sangrienta patología social que representa una cacería.
Hasta que nació 'El caballo de Nietzsche' en eldiario.es nunca un periódico generalista había incluido los derechos animales entre sus contenidos. Había habido blogs proteccionistas, como en 20minutos, o los asuntos relaciones con animales no humanos se habían tratado solo de manera puntual, como curiosidad, como fenómeno ecológico o como una cierta excentricidad.
Las Cartas al Director eran el escaso espacio de denuncia en los medios, que apenas recogían la voz de los animales no humanos. Sencillamente, no oían sus lamentos, no veían las terribles imágenes de su sufrimiento, no los reconocían como objeto periodístico porque no los consideraban sujetos de derechos. Mi obsesión ha sido siempre hacer oír esa voz, pues he creído que el periodismo debe también vigilar e informar sobre la sistemática vulneración de esos derechos.
Ese es el trabajo que nos proponemos en 'El caballo de Nietzsche'. Un trabajo desinteresado y riguroso que no sería posible sin sus autoras y autores: Marta Navarro, Lucía Arana, Paula González Carracedo, Kepa Tamames, Julio Ortega Fraile, Carmen Moraga, Alessandro Zara... Su compromiso es emocionante. Mi agradecimiento más especial a la periodista Concha López, coeditora del blog, por su entrega absoluta a este proyecto, su profesionalidad y su amor a los animales y a nuestro Caballo. Nos enorgullecemos también de haber publicado a muchas otras firmas destacadas, y de que nadie hasta hoy a quien hayamos pedido un artículo, una foto, una ilustración, nos ha dicho que no. No hay palabras para agradecer su trabajo y su tiempo en favor de los animales.
Y, desde luego, 'El caballo de Nietzsche' no sería lo que es sin los miles de lectores que nos siguen, que nos han dado la satisfacción de comprobar no solo que nuestro trabajo es necesario sino que el tiempo de nuestro trabajo, el tiempo de los animales no humanos, ha llegado por fin. Los animales y los lectores son nuestro estímulo, el impulso para buscar cada día las palabras adecuadas, las imágenes adecuadas, la información imprescindible.
Aún hay quien cuestiona nuestro esfuerzo, pues considera que los humanos lo estamos pasando demasiado mal como para preocuparnos por los no humanos. A ellos queremos decirles que no nos impulsa solo el respeto a los animales no humanos. Que creemos que su dignidad es también la nuestra. Que nuestra vida nunca podrá ser buena si la suya es un infierno. Que el abuso al que son sometidos los animales no humanos no es más que el reflejo del abuso de poder que se ejerce sobre los otros más débiles, sea cual sea su especie.
Creemos que maltratar a un animal indefenso es como hacerlo con un niño, con un anciano, con un enfermo, pero que ellos siempre han sido los olvidados. Y no nos conformarnos con un mundo que no se sienta solidario con su dolor, que no se subleve contra las injusticias que padecen. No nos consideramos dueñas y señoras de una experiencia, la vida ajena, que no nos pertenece; es más, tenemos la obligación moral de proteger. Creemos que el mundo, nuestro mundo, es un lugar mejor si defendemos todas las vidas de la tortura y de la muerte. Que el mundo será mucho mejor si respetamos a nuestros familiares, a nuestros amigos, a nuestros compañeros de planeta no humanos.
Pues, ¿qué país pretendemos si su fiesta nacional consiste en torturar a un animal hasta la muerte? ¿Qué país pretendemos si los festejos de sus pueblos consisten en aterrorizar y herir a un becerro, que es un cachorro, o en  abrasar la cara de un animal arrastrado, atado y encendido como una tea? ¿Qué país pretendemos si  los ancianos son separados de sus animales para ser arrumbados en residencias que no los admiten? ¿Qué país pretendemos si cuando hablamos de  familias desahuciadas olvidamos que sufren un doble drama: el de esos miembros de la familia que no son humanos y no serán aceptados bajo otro techo?
¿Qué país pretendemos si no atendemos a esas mujeres maltratadas que no son acogidas con sus animales y no abandonan su casa para no dejarlos en manos de sus verdugos? ¿Qué país pretendemos si  la Justicia permite que los animales sigan conviviendo con sus maltratadores incluso después de ser condenados por maltrato? ¿Qué país pretendemos si  al plato de nuestros hijos llegan los despojos de animales que han sido maltratados toda su vida? ¿Qué país pretendemos si llevamos a los niños a divertirse encima de unos  ponis que dan vueltas hasta la extenuación o a unos  circos que van por el mundo  arrastrando jaulas con tristes secuestrados?
¿Qué país pretendemos si sabemos que la producción de carne a gran escala es una de las principales causas de daño al medio ambiente? ¿Qué país pretendemos si ciertos científicos se ofenden porque difundimos lo que tiene de falacia y de negocio la vivisección? ¿Qué país pretendemos si  la televisión sigue utilizando animales como si fueran atrezo? ¿Qué país pretendemos si se exhiben  perritos en escaparates como si fueran peluches y las perreras son gestionadas por empresas desratizadoras? ¿Qué país pretendemos si  enviamos a los Oscar de Hollywood una película que ha torturado y matado nueve toros? ¿Qué país pretendemos si son opacas las cuentas de un negocio ruinoso como el de la tauromaquia, que sobrevive a base de subvenciones?
¿Qué país pretendemos si sus más altas instituciones han alardeado de abatir a un venerable elefante? ¿Qué país pretendemos si los defensores de esos animales, de esos inocentes, de esos martirizados, han sido detenidos y encarcelados como si ellos fueran los terroristas? ¿Qué país pretendemos si no asumimos de una vez por todas que la violencia contra los animales está  directamente relacionada con la violencia interpersonal?
'El caballo de Nietzsche' pretende informar de todo ello. Concienciar frente a todo ello. Pero, también, informar de que la sociedad cada vez es más consciente de la lacra del maltrato animal y ya son muchos los profesionales que están trabajando contra ello desde sus respectivos ámbitos: abogados, maestros (como César Bona, que creó una protectora de animales virtual en un pequeño pueblo aragonés, motivo por el que fue reconocido con este mismo premio que hoy recibimos y que ahora opta al Nobel de la Enseñanza), profesores universitarios, filósofos, médicos, psicólogos, fotógrafos, músicos, dibujantes, escritores, deportistas, modistas, policías. Queremos informar del trabajo que están llevando a cabo, cada cual en su ámbito, porque es de justicia y porque construye el camino de nuestra esperanza, de la de millones de animales.
Y, cómo no, los veterinarios. Qué orgullo compartir premio con AVATMA, veterinarios éticos que dignifican su profesión.
Termino con algo personal. Cuando era niña quería ser reportera de guerra (debía de ser una niña un poco loca). Luego abandoné esa idea, aterrorizada. Sin embargo, de algún modo, he terminado siendo reportera de guerra. Porque, como dice en un poema la poeta Ana Pérez Cañamares, “cuando hay muertos, es guerra”. Y hay muertos. Millones de muertos.
Perros, gatos, corderos, cerdos, cochinillos, vacas, terneros, becerros, toros, ratones, macacos, pollos, gallinas, ocas, ciervos, jabalíes, delfines, ballenas, pulpos, burros, ponis, mulas, caballos. Encerrados, arrastrados, golpeados, abrasados, mutilados. Aterrorizados y exhaustos como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando en Turín. Nietzsche se enfrentó al cochero que lo le daba latigazos y fue detenido, también, por desórdenes públicos.
Así que es una guerra. Y, si es una guerra, debemos seguir cubriéndola, debemos seguir registrando la voz de sus víctimas, siendo la voz de sus víctimas. Debemos seguir haciendo el periodismo ético al que nos obliga ese frente de inocentes desarmados. Periodismo a pesar de la conciencia de que la guerra será larga y aún perderemos muchas batallas. Periodismo a pesar de las minas de horror a las que nos exponemos cada día. Periodismo a pesar de la incomprensión que nuestra lucha pueda aún suscitar incluso entre los propios compañeros. Periodismo a pesar de todo.
Gracias al eldiario.es por permitirlo. Mientras nos lo permita, seguiremos haciendo periodismo de guerra, esa revolución a la que refiere la poeta Pérez Cañamares:

Cuando desollasteis al gato negro
hubiera bastado para hacer la revolución.
Cuando acusasteis de bruja a la anciana
hubiera bastado para hacer la revolución.
Cuando quemasteis aquel bosque
hubiera bastado para hacer la revolución.
Cuando la mujer abortó por vuestras patadas
hubiera bastado para hacer la revolución.
Cuando colgasteis del árbol al negro
hubiera bastado para hacer la revolución.
Cuando arrancasteis la uña del meñique
hubiera bastado para hacer la revolución.
Cuando os quedasteis mirando la agonía
hubiera bastado para hacer la revolución.
Cuando sonreísteis al recibir el soborno
hubiera bastado para hacer la revolución.
Cuando lanzasteis la bomba número uno
hubiera bastado para hacer la revolución.
Ahora el estupor nos impide calcular
cuál sería vuestro merecido
y nuestro resarcimiento.

Nuestro resarcimiento, el de 'El caballo de Nietzsche', es el de tratar de hacer la revolución antiespecista a través del periodismo. A pesar de todo. Motivos no nos faltan.

Miembros de AVATMA, El caballo de Nietzsche y eldiario.es, premiados por la APDDA.
Miembros de AVATMA, 'El caballo de Nietzsche' y eldiario.es, premiados por la APDDA.

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