La campaña 'No regales abandono', impulsada por el grupo de niños
animalistas Alba Kids for Animals, trata de evitar la compra compulsiva
de animales en Navidad, como si fueran juguetes. Muchos de ellos
formarán parte de los cerca de 200.000 perros y gatos que se abandona
cada año en España.
Un polémico spot pone a prueba la hipocresia social frente a esta escandalosa realidad y la dureza de su representación.
El sábado 6 diciembre, a las 11 de la mañana, la campaña 'No regales abandono' convoca a una acción/performance en la plaza de Vázquez de Mella, en Madrid.
Un polémico spot pone a prueba la hipocresia social frente a esta escandalosa realidad y la dureza de su representación.
El sábado 6 diciembre, a las 11 de la mañana, la campaña 'No regales abandono' convoca a una acción/performance en la plaza de Vázquez de Mella, en Madrid.
Si tienes 30, 40 o 50 años, te encuentras en plenas
facultades y tu familia te abandona en plena autopista, dispondrás de
recursos para ponerte a salvo. Esquivarás a los coches; tratarás de
circular por un arcén que te proteja de los atropellos; buscarás la
salida a una vía menor; te dirigirás hacia una gasolinera, una fábrica o
un pueblo que eres capaz de vislumbrar a lo lejos. Allí, podrás pedir
ayuda, llamar a alguien, buscar protección.
Si eres
una niña de 8 años y te abandonan en plena autopista, carecerás de
recursos para ponerte a salvo, tu vulnerabilidad será extrema. El pánico
te impulsará a correr desesperada tras el coche del que,
incomprensiblemente, te han expulsado; el desconcierto te hará huir sin
sentido de esa intemperie, de esa soledad; el desconocimiento te
expondrá a un más que posible atropello. No sabrás dónde estás ni a
dónde dirigirte.
Exactamente igual que si eres un anciano con tus facultades mermadas.
Exactamente igual que si fueras un perro.
Esa terrible vulnerabilidad es la que muestra un spot que forma parte de la campaña ‘ No regales abandono’, impulsada por el grupo de niños animalistas Alba Kids for Animals y la FAPAM
(Federación de Asociaciones Protectoras y de Defensa Animal de la
Comunidad de Madrid) con el objetivo de reclamar que no se compre
animales como regalos navideños y alertar de las consecuencias de esa
irresponsabilidad.
La campaña ha sido apoyada, entre
otros actores, músicos, escritores y periodistas, por Tristán Ulloa,
Julia Otero, Toni Garrido, Juanjo Puigcorbé, Colita, Julia Navarro,
Julián Hernández, Carmen Rigalt, Rosa Montero, Vicente Romero, Leiva,
Rubén Pozo, Fernando Madina (Reincidentes), Lluvia Rojo, Ciuco
Gutiérrez, Boikot, Malena Costa, Valerio Pino, Soledad Puértolas o M
Clan.
El spot, sin embargo, realizado por Miguel
Romero y protagonizado por Enrique Villén y Carlos Sobera, ha resultado
polémico. La razón: identificar con una niña la realidad de miles de
perros abandonados en las carreteras. A muchos les ha escandalizado.
En España se abandona al año alrededor de 200.000 perros, una cifra
escandalosa. Muchos de ellos, miles, son expulsados del coche en plena
carretera y, en su desesperada carrera, en su desconcertado terror,
sufren un atropello. El día a día de los responsables de las protectoras
es rescatar a esas pobres criaturas, que llegan a los albergues
desangrándose, reventadas por las ruedas, con los huesos rotos,
temblando de pánico, aullando de dolor. Los más desgraciados irán a
parar a una perrera municipal que, como muchas, es gestionada como cruel
negocio por una empresa desratizadora, donde alguien que no se
escandaliza dejará caer en un rincón encharcado su cuerpo mártir y
acabará con él cuando prescriba el plazo establecido.
Esta es la escandalosa realidad de los abandonos en España. Una
realidad con la que muchas personas, muchos medios, muchas instituciones
no se escandalizan. Pero sí, en un también escandaloso ejercicio de
hipocresía, por la representación de esa realidad. El spot de la campaña
‘No regales abandono’ es muy duro. Lo es incluso para quienes estamos
tristemente acostumbrados a ver en los telediarios niños destripados por
escandalosas bombas. Lo es incluso para personas que estamos
tristemente acostumbradas a la escandalosa realidad de los animales en
España.
Pero la representación de la realidad nunca podrá ser más dura que la realidad misma. Es la realidad, y no su representación, la que debe escandalizarnos.
El hecho de que el spot muestre el atropello de una niña viene a
representar la vulnerabilidad, idéntica, de un perro; la indefensión,
idéntica, de un perro; la desesperación, idéntica, de un perro al ser
abandonado por su familia. La violencia del hombre que expulsa a la niña
del coche es idéntica a la que se descarga contra un perro que es
obligado a salir del coche.
Lo importante del spot es
que viene a decirnos, sin espumillón en la lengua, sin edulcoramientos
de falsas noches buenas, que los perros y los gatos son como
niños. Que forman parte de nuestra familia; una parte dependiente,
desvalida. Que son, como los niños, un eslabón débil de nuestra cadena
de convivencia. Y, como los niños, deben ser especialmente protegidos.
Que los animales no son juguetes, sino seres que sienten y que tienen
necesidades, de las que deben responsabilizarse aquellas personas que
deciden compartir su vida con ellos. Desde el momento en que se toma esa
decisión, los animales dependerán de su familia humana. A cambio, le
darán, como los niños, un amor delicioso y, además, la oportunidad de
vivir la enriquecedora experiencia de una relación más allá de la
especie. Una relación que debe ser para siempre.
Lamentablemente, la Navidad es una época fatídica para
muchos animales, al producirse un enorme aumento en la venta de
cachorros. Las tiendas de animales aprovechan el delirio consumista de
estas fechas, los paseos en familia y la guardia baja de unos padres y
unas madres que se dejan convencer por el capricho de sus hijos
(comprensible: los niños tienen un vínculo natural con los animales)
para exponen a perritos y gatitos en sus escaparates. Un reclamo perverso.
Allí los mantienen durante horas en espacios muy reducidos, donde no
les es posible moverse como necesitan, ni jugar, ni explorar el entorno,
ni recibir el calor y el cariño que todo bebé, humano y no humano,
necesita. Allí desarrollan un estrés que les provoca conductas
enfermizas ( zoocosis).
Allí podemos verlos tantas veces tristes e inactivos, sucios y
hambrientos. Cuando cae la noche y cierran las tiendas, muchos dormirán
también enjaulados y solos, hasta volver a ser expuestos a la mañana
siguiente.
Lamentable también, y escandalosa, es la procedencia de esos cachorros, que en su mayoría no cumple la ' Normativa zoosanitaria para introducir en España animales de compañía'
del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente para la
importación (insuficiente e incompleta, por otra parte). El tráfico
clandestino de cachorros es imparable y el Seprona no para de interceptar alijos
que vienen, en su mayoría, de mafias del Este de Europa. Allí han sido
separados prematuramente de sus madres, que pasan toda su vida fértil
confinadas y condenadas a la explotación como gestantes, y después son
eliminadas o abandonadas como desechos. Los cachorros llegan hacinados
en camiones, sin la documentación reglamentaria ni microchip, tras pasar
muchas horas en condiciones terribles, asustados y enfermos. Muchos de
ellos no sobreviven al viaje.
Algunos de esos
cachorros serán regalo de Navidad. Los niños creerán que Papá Noel o los
Reyes Magos han colmado su mayor deseo. Pero lo cierto es que habrá
sido el impulso de unos padres que regalaron un cachorro como quien
regala un juguete. Un cachorro que, como bebé que es, ha de ser educado.
Un cachorro que, como bebé que es, solo podrá aprender poco a poco a
hacer sus necesidades fuera de casa. Un cachorro al que hay que
alimentar, pasear y llevar al veterinario. Un cachorro que, meses
después, habrá crecido y acaso tenga un tamaño en el que no se había
pensado. Un cachorro con el que hay que contar para viajar, para salir
de vacaciones, para compartir todos los planes familiares. Un cachorro
que, si es un perro, ladrará como tal. Un perro, un gato, al que hay que
querer y cuidar como lo que es: uno más de la familia.
Muchos de los 200.000 perros que se abandonan en España proceden de ese
regalo navideño. Un estudio realizado por la Consejería de Medio
Ambiente de la Comunidad de Madrid determinó que marzo y abril son los
meses en los que más abandonos se producen, lo que los expertos
relacionan con que en esas fechas los consumidores de caprichos
navideños ya se han cansado de los animales que compraron. Por eso,
evitar la compra compulsiva y caprichosa de animales, como si de
juguetes se tratase, disminuiría la vergonzante cifra de animales
abandonados en nuestro país.
La campaña ‘No regales
abandono’ pretende que nuestra sociedad se conciencie de las dolorosas
consecuencias de todas estas irresponsabilidades. Insta, frente a la
compra, a la adopción de tantos animales que esperan un hogar en los
albergues y perreras. Nos hace saber que existen alternativas para
aquellas familias que no pueden hacerse cargo de un animal pero desean
que sus hijos se relacionen con ellos: el apadrinamiento de animales en
protectoras. Nos recuerda que los niños son el futuro y que está en
nuestras manos hacérselo más justo. Y se pregunta cómo es posible que
los niños de Alba Kids for Animals, que tienen solo entre seis y doce
años, sean capaces de darnos una lección de sensibilidad y sensatez con
sus mensajes:
“Los amigos no hay que comprarlos ni regalarlos”
“No podemos abandonarlos como si fueran juguetes rotos, ni regalarlos como si fueran juguetes nuevos”
“Los animales no van a pilas, ninguno de ellos es un juguete”.
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