Las protectoras aragonesas se ven "saturadas" por el
número de casos y aseguran que el descenso de las adopciones "complica"
la situación en los refugios.
Tres cachorros abandonados que fueron recogidos por la protectora ARMANTES... ARMANTES
La crisis económica ha provocado un
aumento del número de animales domésticos abandonados
en los últimos años al convertirse en un gasto más para muchas familias
aragonesas que han visto reducidos sus ingresos o incluso han perdido
su vivienda.
José Amézaga, miembro de
Zarpa, explica que desde hace un par de años los frecuentes
casos de desahucios en la provincia
están haciendo que el número de mascotas abandonadas vaya "creciendo de forma progresiva" llegando a "saturar" las instalaciones de las protectoras aragonesas. Un dato que confirman desde la asociación bilbilitana
Armantes,
donde según declaran, cada vez se encuentran con más casos de
cachorros, perras sin esterilizar y perros podencos y de caza
abandonados por sus dueños en Calatayud y los pueblos de la Comarca.
"Siempre ha habido abandonos, pero ahora se han acentuado.
Aquí hay tantos que ya no nos caben en el refugio y yo misma tengo seis perros recogidos en mi casa", cuenta Carmen Vega, miembro de la asociación.
La historia de los abandonos -sostiene- coincide en la mayoría de los
casos: "Una familia que no tiene dinero para castrar a su mascota, no
puede alimentar a los cachorros, los abandonan y dejan que se mueran de
hambre".
Solo en 2011, la protectora Zarpa recogió a
98 perros y 30 gatos. Una cifra superior a la del año pasado, que terminó con
66 perros y 20 gatos recogidos por esta asociación de la capital aragonesa. Por el contrario, aseguran que están recibiendo cada vez más
solicitudes de gente que pide ayuda ante el riesgo de perder su vivienda, lo que recientemente obligó a una actuación conjunta por parte de diferentes protectoras de la ciudad.
Uno de los últimos casos en los que actuaron ocurrió en una
nave abandonada, donde el dueño -al que habían embargado-abandonó cinco
perros de caza que
tuvieron que esperar hasta ser recolocados. Amézaga cuenta también otro
caso reciente, esta vez en Alagón, donde se encontraron
más de 20 gatos.
"En el caso de los perros hay una mayor sensibilidad, sin embargo un
gato casero pasa desapercibido para la mayor parte de la ciudadanía",
indica al explicar lo "difícil" que resulta encontrar casas de acogida
para estos animales.
Desciende el número de adopciones
Así pues, la crisis no solo ha acentuado el abandono de mascotas, sino que también ha provocado un
descenso del número de adopciones
complicando la situación en muchos refugios. "Las protectoras
solicitamos que paguen un donativo por entregarles el animal
esterilizado y en perfectas condiciones sanitarias y, en este sentido,
hay gente que no está dispuesta a pagar", confiesa Amézaga, quien afirma
que hay menos adopciones "con respecto a otros tiempos de bonanza
económica"
por todos los gastos de vacunación y alimentación que conlleva el tener una mascota.
Para hacer frente a esta situación, organizan diferentes
campañas de adopción al
cabo del año en coordinación muchas veces con otros centros. "A raíz de
la crisis han surgido también nuevas protectoras de animales. El
CPA ha hecho bastantes campañas de adopción y
a día de hoy hay más lugares donde acudir a adoptar", afirma resaltando el lado optimista de esta historia.
En Teruel, en cambio, la situación es más complicada al no disponer el
Ayuntamiento de un servicio de recogida municipal. La sociedad
protectora
Amigo Mío
se encarga de actuar en estos casos que, según señalan, también se han
incrementado en la provincia. "Con la crisis estamos saturados.
Tenemos
muchas mascotas de inmigrantes que vuelven a su país y nos dejan aquí
al perrito y otras de familias que no pueden asumir el gasto habitual
del veterinario con la
subida del IVA al 21%",
explica Iovanka de Leonardo, miembro de la protectora turolense, donde
albergan una media de 40 perros y 4 gatos. Solo un par de mascotas
consiguen ser adoptadas al mes.
Iovanka, por su parte, reconoce que podría dedicar "media vida a esto"
porque la mayoría de animales que llegan al refugio tienen problemas de
salud y exigen muchos cuidados. Lo mismo ocurre en
Armantes,
donde entre todos los socios cuidan del refugio y llevan a sus animales
enfermos al veterinario de la capital aragonesa. En total, tienen más
de 50 perros.
"Cada mes entran 3 o 4, pero solo salen uno o dos", apunta Vega.
"Sentimos mucho desvelo y mucha preocupación, y la verdad es que te
entra dolor de estómago cuando no sabes qué hacer con un animal por
falta de sitio", apostilla. Otra compañera de la asociación acogió hace
dos meses a una galga atropellada en La almunia a la que tuvieron que
coser 70 puntos. "Ahora ya corre, salta y mueve la pata vendada, pero
antes no se podía mover. Lo bueno es que la hemos sacado adelante, pero
todo conlleva un gasto en viajes, medicinas y operaciones", subraya
Vega.
A pesar de este incremento de casos originados por la crisis,
"la gente -puntualiza Amézaga- está ahora mucho más concienciada", lo que ha aumentado a su vez el número de avisos. "El problema es que llaman y, si estamos saturados, sienten la
frustración de que la única ayuda que podamos hacer sea la de difundirlo",
puntualiza. A su juicio, encontrarse un animal es también una
responsabilidad ciudadana, por lo que llama a la "colaboración de todos
para poder salvar más vidas".