¿Es un profesor?, ¿es un compositor? No... Es un matador
No sé si al escucharle llorarán los miembros del Comité de las
Naciones Unidas de los Derechos del Niño o saldrán lágrimas de las
cuencas vacías del compositor austríaco. Los toros sin duda lo hacen
pero no con su voz, sino con su mano, lo hacen mientras sangran al oír y
sentir cómo se rompen sus músculos, sus nervios, sus huesos y sus
vísceras al paso del hierro y del acero. Hablo de quien lo empuña, de
Julián López Escobar, “El Juli”.
Este matador de toros aseguró durante una entrevista en la Cadena
SER, que es fundamental conocer la tauromaquia desde la escuela para
entenderla y amarla, y añadió que, como niño taurino y torero que fue se
identifica con Mozart, niño prodigio de la música, al tiempo que indica
que “En España se protege la infancia pero no se protege el
talento”. La ONU indica que le preocupa la salud física y mental de los
pequeños expuestos a la tauromaquia explica que contraviene la
Declaración de los Derechos del Niño. Mozart a los diecisiete años fue
contratado como músico en la Corte de Salzburgo, El Juli con quince ya
había matado a más de trescientos becerros y novillos, diez tenía cuando
acabó con la vida del primero. Igualito uno y otro.
¿Es que no es suficiente que a este hombre lo declaren profesor
universitario que encima tenemos que consentir sus desvaríos, su
desprecio a tantos profesionales dedicados a la protección de los
derechos de los niños y a un artista genial que creaba, que no destruía,
que no mataba? No, ya no se trata de que nos gusten o no las corridas
de toros, se trata de rechazar la violencia y decir que ya basta a
semejante colección de embustes sociales, económicos, científicos,
morales… Se trata del progreso.
Julio Ortega Fraile
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