Ingenieros y dinero al servicio de asesinos de toros
Yo era piloto de aviones (y sigo siendo pasajero). Conocer que
hay empresas con departamentos de I+D+ì orientados a investigar para
introducir mejoras en el sector de la aeronáutica me llena de
satisfacción y tranquilidad. ¿Saben por qué? Porque además de por el
bien de la rapidez en el transporte, de la economía o de la comodidad,
es por el bien de la seguridad. Dedicar recursos a algo así, por encima
de todo, salva vidas.
Carbures, una empresa que fabrica piezas de fibra de carbono para la
aviación, en concreto para el constructor de aeronaves Airbus, ha
destinado personal y dinero para llevar a cabo un proyecto I+D+i cuyo
resultado final ha sido aligerar el estaquillador (palo donde se monta
la muleta) y la espada de los matadores de toros, dotándola de mayor
flexibilidad y resistencia a la rotura en un proceso denominado
“carbonización”.
Como activista por los derechos de los animales y como ser humano esa
noticia me produce asco y vergüenza. ¿Saben por qué? Porque tanto
ingeniero, presupuesto y tiempo serán por el bien de la tortura y la
muerte. Servirán para facilitar una costumbre sangrienta y violenta.
Todos nos alegramos de que la estructura de un avión sea más ligera
porque su consumo será menor, o de que tenga más resistencia a la fatiga
de material, pero, ¿se sentirán dichosos los toros porque la espada que
atraviese sus pulmones y los ahogue en su sangre pese menos y no se
rompa?
El matador José María Manzanares, que ya utiliza tan moderno
artefacto para matar en sus faenas, afirmó en la presentación que con
este nuevo material su toreo se acerca más a la naturalidad y le evita
lesiones en la muñeca. ¿Qué tiene de natural torturar a un animal?, ¿qué
convertir eso en un espectáculo público, también para los niños, y
dotarlo de subvenciones? Le molestan sus lesiones de muñeca… Las heridas
del toro son mortales torero, ¡¡mortales!!
Terrible y aberrante que haya empresas preocupadas por la ergonomía
del puesto de ¿trabajo? de verdugos que acaban con la vida de víctimas
inocentes, y repugnante que nos lo quieran explicar como un feliz avance
de la ciencia, cuando no es más que la técnica y el dinero puestos al
servicio de la brutalidad y de la ignorancia que muchos se empeñan en
perpetuar.
A Henry Ford, productor de camiones para los nazis y conocido
antisemita, se le otorgó en 1938 la más alta condecoración aria para
extranjeros: la Gran Cruz
del Águila Alemana. Carlos Guillén, Presidente de Carbures, ya tiene la
gratitud de los toreros. No sabemos si además, como Joaquín Sabina,
recibirá de premio un capote manchado con la sangre de alguno de los
toros que, gracias a él, ahora sufrirán y morirán sin que a su asesino
le duela la muñeca.
Julio Ortega Fraile
@JOrtegaFr
Delegado de LIBERA en Pontevedra
1 comentario:
Los que diseñan esos artilugios son tan culpables como los que los utilizan. Esto es un sin vivir Julio, aunque no debiera, me sigo sorprendiendo de la mezquindad del ser humano.
Un abrazo.
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