El pasado domingo 27 de Julio, Madrid se sumó por primera vez a la
Caminata Mundial para la eliminación del concepto de razas de perros
peligrosas
El evento se realizó en más de 140 ciudades de 19 países
Pancho sale todos los días a pasear con Juan. Pasean
una hora por su barrio, todas las mañanas y todas las tardes. A lo
largo del camino, Pancho hace siempre nuevos amigos. Se lleva bien con
personas jóvenes, con mayores, con niños. Y con perros de ambos sexos y
de todas las razas. Siempre es amable, cariñoso y, sobre todo,
respetuoso. Nunca ha hecho nada malo. Sin embargo, en nuestra sociedad,
Pancho es considerado un potencial agresor, un potencial asesino. No
importa que nunca haya dado señales de agresividad. No importa que nunca
haya amenazado o agredido a alguien. No importa que despierte la
simpatía de la mayor parte de la gente que lo conoce. Se le considera
Perro Potencialmente Peligroso (PPP).
Pancho es un Pit Bull. Como tal, pertenece a una de las ocho razas mencionadas en el Real Decreto 287/2002, que desarrolla la Ley 50 del 23 de diciembre de 1999. Además del American Pit Bull Terrier, se incluyen el Staffordshire Bull Terrier, el American Staffordshire Terrier, el Rottweiler, el Dogo Argentino, el Fila Brasileiro, el Tosa Inu y el Akita Inu. Estas últimas tres razas son casi inexistentes en España.
El pasado domingo 27 de Julio, Madrid se sumó por primera vez a la
Caminata Mundial para la eliminación del concepto de razas de perros
peligrosas, un evento que se realizó en más de 140 ciudades de 19
países. Los participantes pedían la eliminación de la Ley de Perros
Potencialmente Peligrosos, por ser absurda, injusta y racista.
Esta ley criminaliza a quienes consideran a estos perros como parte de
su familia, y nada hace, en cambio, para fomentar la tenencia
responsable ni, menos aún, para prohibir su utilización en las mas
crueles prácticas, como son las peleas de perros y la caza con realas,
verdaderas industrias del abandono en todos los países.
Es una ley absurda y discriminatoria porque estigmatiza a los
individuos solo por el hecho de pertenecer a una de esas ocho razas,
consideradas potencialmente peligrosas sin base científica alguna.
Ningún etólogo ha sido consultado para la redacción de esta ley y este
Real Decreto, ningún experto los avala.
Es una
legislación basada en el desconocimiento de la naturaleza de estos
nobles animales, a imitación de leyes injustas basadas en la
discriminación por tener la piel de un color diferente, por haber nacido
en otro país, por ser de otra religión, por ser de otro sexo o tener
una orientación sexual diferente, por pertenecer a otra especie. En este
caso, se discrimina por haber nacido de otra raza.
Cuando nace un niño no se sabe si va a ser un criminal o un premio
Nobel, un delincuente o un héroe. De igual manera, la raza de un perro
no lo hace necesariamente peligroso. Ni el color de los ojos, del pelo o
de la piel son determinantes. Todo dependerá del entorno en el que se
desarrolle y del trato y la educación que reciba. Esto es válido tanto
para un niño como para un perro.
Hace pocas semanas, durante un partido de la Copa del Mundo de Fútbol, un jugador mordió a otro.
Era la tercera vez que lo hacía. Ese jugador acaba de llegar a nuestro
país con un contrato millonario, y ha sido recibido con los brazos
abiertos por los aficionados. Si uno de estos perros hubiera mordido
tres veces en circunstancia similares, habría sido condenado a muerte y
ejecutado.
Somos conscientes de la necesidad de
educar para una tenencia responsable de toda clase de perros, de
cualquier raza. Somos conscientes de que una minoría de perros de
cualquier raza necesita cuidados particulares y entrenamiento para la
convivencia. Pero nos oponemos rotundamente a que la raza sea a priori
un factor determinante para declarar la peligrosidad de un animal. La
solución es la implementación de programas de educación y regulación en
este sentido, y no la estigmatización de individuos pertenecientes a
determinada raza.
De igual manera, son indispensables
medidas eficaces contra la tenencia y la reproducción irresponsable de
animales de cualquier raza y especie. En este momento, el Ministerio de
Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente está tramitando un Borrador de Anteproyecto de Ley por el que se establece la normativa básica del comercio y tenencia responsable de perros y gatos.
Dada la actual situación de maltrato y abandonos de animales
domésticos, siempre es bienvenida cualquier regulación que tienda a
mejorar la realidad de perros y gatos. Pero las excepciones de las que
está plagado este borrador resultan preocupantes. Prohíbe maltratar,
torturar o someter a estos animales a cualquier práctica que les
produzca sufrimiento o daños inútiles o innecesarios. Pero, ¿existen
acaso sufrimientos o daños que puedan ser útiles o necesarios? ¿No son
acaso las carreras o las cacerías, y las condiciones en las que los
reproducen, crían y entrenan, prácticas que les pueden producir
sufrimiento o daños inútiles o innecesarios?
Igualmente se prohíbe matarlos. No obstante, la autoridad competente
podrá establecer excepciones, utilizando incluso armas de fuego. Se
prohíben las mutilaciones, pero también la autoridad competente podrá
autorizarlas, si es supuestamente necesario para las actividades a las
que se destina al animal, incluyendo cuando se trate de perros de
guarda, defensa o manejo del ganado. Tales excepciones deben desaparecer
del borrador. Y hay que actuar eficazmente contra las peleas de perros,
una práctica prohibida pero aún tristemente difundida y tolerada. Y es
indispensable la prohibición inmediata de la utilización de perros para
la caza, al igual que la prohibición de la caza en sí. Y la prohibición
de la reproducción de perros con fines comerciales. Y la prohibición de
la reproducción para realas y monterías.
La tenencia
irresponsable, el maltrato y el abandono tienen que ser considerados
delitos y no faltas, ni leves ni graves, tan solo delito. Eso es lo que
se pide a los legisladores. A la sociedad, se le pide que se informe
antes de juzgar. Que conozcan a los individuos maravillosos, que son
estigmatizados por la mala reputación de su raza, una mala reputación
creada por la prensa amarillista, por legisladores no preparados, por
ignorar la opinión de los verdaderos expertos. Una mala reputación
basada en el desconocimiento y la falta de educación, que son el origen
de todos los males de nuestra sociedad.
Hay que aceptar que no existen perros peligrosos, sino dueños y administraciones irresponsables.
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