Por Alejandro Ávila
Más de quince grupos ecologistas reclaman a la Junta medidas drásticas para frenar su desaparición en la región.
Acusan a la administración de incumplir la normativa de conservación y de proporcionar cifras de población inexactas.
La fragmentación del hábitat y el negocio de la caza intensiva, sus mayores amenazas.
Acusan a la administración de incumplir la normativa de conservación y de proporcionar cifras de población inexactas.
La fragmentación del hábitat y el negocio de la caza intensiva, sus mayores amenazas.
“Hoy apenas se escucha el
canto del lobo”. Lo dijo Félix Rodríguez de la Fuente hace casi cuatro
décadas: el aullido del lobo ibérico se extinguía en la Península tras
siglos de leyendas negras, enfrentamientos y persecuciones a manos de su mayor depredador, el ser humano.
Hoy, 38 años después de la
emisión del célebre episodio de ‘El Hombre y la Tierra’, el mensaje
permanece vigente en su reducto más meridional: dieciséis asociaciones,
incluida la que lleva el nombre del naturalista y divulgador, han
activado el botón de alarma. “El lobo se encuentra virtualmente extinto en Andalucía”, alertan.
“Nadie sabe cuántos lobos quedan”
Un único grupo reproductor y
unos 50 individuos. Esa es la estima del último informe del lobo
ibérico elaborado por la Junta de Andalucía. Data de 2012 y los
ecologistas se muestran muy críticos con su exactitud. “Nadie sabe
cuántos lobos quedan en Andalucía. Las cifras que ofrecen son preocupantes,
pero están basadas en estimaciones que hacen a través de la recogida de
indicios indirectos. No están basadas en una metodología directa, es
decir, en la recogida de muestras y en la observación de fototrampeo”,
denuncia José Luis Anguita de Ecologistas en Acción.
“Si somos optimistas, solo
hay un grupo reproductor. Y no es seguro. Según las estimaciones de la
Junta, hay siete ejemplares por grupo, pero otros especialistas hablan
de tres o cuatro lobos por grupo”, añade Anguita. El nuevo censo está a
punto de publicarse, pero los ecologistas no se muestran optimistas.
“La tendencia de la
población del lobo de Sierra Morena es claramente decreciente. Los
factores que asolan la población están relacionados con el hombre. Si no
cambian la condiciones para la desaparición del lobo va a llegar un umbral que va a hacer imposible su recuperación“, afirma Jorge Echegaray, uno de los mayores expertos en lobo ibérico.
Una especie en peligro de extinción
Aunque el Libro Rojo de los
Vertebrados Amenazados de Andalucía cataloga el lobo como especie en
peligro crítico de extinción, y así figura en la propia web de
la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, el Decreto
23/2012 limita su protección a especie de “interés especial”. Los
ecologistas no solo denuncian dichas contradicciones, sino que la
administración andaluza esté incumpliendo “su obligación de actuar de
oficio con una especie tan amenazada numéricamente como el lobo”. “El
hecho de estar en el catálogo supone de facto la aprobación de un plan de gestión o manejo”, subraya Echegaray.
“Nos encontramos por tanto ante una discrecionalidad administrativa totalmente injustificada
desde el punto de vista normativo”, añaden las organizaciones
ecologistas que han firmado las “propuestas para la urgente recuperación
de la población del lobo ibérico”, entre las que se encuentran WWF,
Grupo Lobo o la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente.
La recatalogación del lobo
supondría la creación de un plan de recuperación de la especie con
“plazos y objetivos concretos”. De hecho, las organizaciones recuerdan
que el gobierno central y la Junta firmaron una Estrategia Nacional “que
perseguía, a corto plazo, el establecimiento de 15 manadas y 150 ejemplares en nuestra región”. De eso han pasado ya más de diez años.
Una persecución implacable por el ser humano
Los ecologistas denuncian
que el lobo ibérico “ha sufrido una persecución implacable por parte del
ser humano en Andalucía” y que eso lo ha llevado al borde de la
extinción. En el punto de mira: la fragmentación del hábitat y, sobre
todo, el modelo cinegético intensivo. “El
problema es la persecución directa. ¿Por qué no se cataloga como en
peligro de extinción? Por la presión de mitos, malas famas y los
intereses económicos de fincas o empresas cinegéticas, que mueven su
lobby para que la población de lobos no se recupere”, afirma Juan José
Carmona, portavoz de WWF en Andalucía.
Anguita añade que habría que “ aumentar el control sobre las fincas,
ya que, por parte de las administraciones, son difíciles de controlar
acciones ilegales, como la caza furtiva”. Es decir, las empresas que
organizan monterías en Sierra Morena no quieren ver al lobo ni en
pintura en sus fincas privadas.
¿Sería peligroso para el ser
humano que hubiera más lobos? “Esa idea hay que desterrarla del
imaginario colectivo. La administración tiene la obligación de restituir
la imagen del lobo, destacar su funcionalidad en el papel del
ecosistema y desechar de una vez por todas los cuentos de Caperucita:
no ataca al ser humano, no limita la actividad cinegética y es un
recurso económico y turístico. Su recuperación solo va a suponer
beneficios”. Ponen de ejemplo la gestión del lobo en la Sierra de la
Culebra (Zamora), donde el cánido se ha convertido en una atracción
turística de primer nivel.
Echegaray, que estudia al
lobo desde hace años, recuerda que “no es cierto que sea peligroso. La
primera reacción del lobo es de huida: de eso depende su supervivencia
ante el ser humano, que lleva miles de año persiguiéndolo”.
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