¿Por qué el perro de Dallas ha corrido diferente suerte que
Excálibur? ¿Cómo se ha manejado la situación en EEUU? ¿Dónde está
Bentley? ¿Qué harán con él? ¿Quiénes se han hecho cargo de su
cuarentena? ¿Servirán para algo las pruebas a las que se le someta?
¿Era
Excálibur peligroso para la especie humana? ¿Qué pasó en el piso de
Alcorcón? ¿Hubo improvisación? ¿Cómo fue eliminado Excálibur? ¿Qué se
hizo con su cadáver? ¿Podemos considerar que fue eutanasiado? ¿Actuaron
los veterinarios de forma ética y respetaron el bienestar animal? ¿Qué
consecuencias ha tenido para los responsables?
Continuamos con el artículo que eldiario.es publicó en este blog el día 10 de octubre,
porque después de que Excálibur fuera eliminado se han desencadenado
una serie de acontecimientos que merecen ser conocidos e interpretados.
Además quedan muchos interrogantes que deberían ser aclarados por las
autoridades competentes.
En primer lugar, sabemos que un nuevo caso de ébola ha sido diagnosticado en EEUU,
y es asombrosa la similitud con el que hemos vivido en Madrid. Podemos
decir que son idénticos. Una enfermera de Dallas, Nina Pham, que estuvo
atendiendo al ciudadano liberiano infectado por el virus, Thomas Eric Duncan, ya fallecido, está ingresada porque padece la enfermedad, y además convivía, como Teresa Romero, con un perro.
Profesiones idénticas, modo de infección parecido y animales de
compañía idénticos en una situación idéntica: aislados y solos en sus
domicilios.
Si en las primeras horas las
noticias que llegaban a través de los medios de comunicación americanos
eran un tanto contradictorias, hoy podemos decir que el perro no va a
ser eliminado, ya que ha quedado al cuidado del Dallas Animal Services and Adopción Center. El perro es un Cavalier King Charles Spaniel de nombre Bentley y pasará la cuarentena en una antigua base naval en Hensley Field, propiedad del Ayuntamiento, por orden del juez del condado Clay Jenkins. Allí está siendo atendido por personal sanitario del Collage of Veterinary Medicine & Biomedical Sciences,Texas A&M University.
Según ha manifestado el alcalde de la ciudad, Mike Rawling, el perro "es muy importante para la paciente y queremos que esté seguro".
Resulta curioso saber que mientras en Madrid las autoridades sanitarias
se quitaron un problema de encima y justificaron la eliminación de
Excálibur en un "altamente improbable" contagio a seres humanos
("principio de precaución"), y en que no había ningún lugar que cumpliera los niveles de bioprotección 4 para aislarle,
que es lo que se requiere en España en estos casos, el perro de la
enfermera americana estaba en su domicilio; eso sí, atendido y
controlado.
En la mañana del día 15 vimos unas fotos de la salida del animal de su domicilio en brazos de un operario,
siendo trasladado en un trasportín convencional sin ningún tipo de
aislamiento. Resulta evidente que los protocolos de bioseguridad de EEUU
nada tienen que ver con los que se activaron en Madrid para perros
"presuntamente infectados" de virus ébola. En este enlace se puede ver
que los operarios que manejaron al perro no iban protegidos, salvo el que le sacó en brazos de la casa; en éste se pueden oír las declaraciones de la veterinaria que lo atiende, y en éste lo que ha dicho el Dr. William Schaffner, jefe de Medicina Preventiva de la Universidad de Vanderbitt: " No debemos preocuparnos de las mascotas, no son un peligro".
Queremos insistir en el concepto de "altamente improbable" porque es el
que justifica la opinión de la mayoría de los veterinarios, no solo de AVATMA, sino de todo el mundo, para mostrarnos contrarios a la decisión que se tomó aquí: no
está demostrado que los perros sean portadores del virus, ni que éste
se replique en su sangre, órganos o tejidos, ni que sea eliminado por
ellos. Jamás se han encontrado antígenos virales ni secuencias de ADN
del virus ébola en perros, ni en los que tenían anticuerpos contra él,
ni en los que no los tenían, ni en los que vivían en zonas endémicas, ni
en los que habitaban en zonas alejadas de ellas en el continente
africano, y jamás se ha demostrado que los perros sufran o transmitan la
enfermedad.
Son éstas y no otras las
razones por las que defendimos y defendemos que la decisión de eliminar a
Excálibur ha sido científicamente irresponsable. En una encuesta que se
ha puesto en marcha en un foro de veterinarios, 61 compañeros comparten
nuestra opinión, frente a 9 que consideran que sacrificar al perro fue
una decisión científicamente responsable. Aún así, el decano de la Facultad de Veterinaria sostenía el día 8 de octubre que el sacrifico del perro era la única opción posible, invocando al "principio de precaución".
Y es ésta la línea de conclusiones científicas que han utilizado los
veterinarios de EEUU, así como el director de los Centros de Control y
de Prevención de Enfermedades (CDC), el Dr. Thomas Frieden, para aclarar
que el perro americano no será eliminado. Es aquí
donde se establece la única diferencia importante entre ambos animales:
uno ha muerto, el otro tendrá la oportunidad de seguir viviendo. "
Sobre las bases del limitado conocimiento, ellos decidieron sacrificar
al perro, y el pueblo estadounidense y todo el mundo ha expresado que
eso no es lo que quieren que pase aquí en Dallas", ha declarado Jodi
Jones, agente del Servicio de Animales de la ciudad.
Queremos pensar que los veterinarios americanos aprovecharán esta
coyuntura para obtener conclusiones científicas de máxima importancia en
lo que respecta a la relación del ébola con los perros y su incidencia
en la enfermedad en humanos. Y para tranquilizar a aquellos que
piensan que este perro servirá de animal de experimentación (hemos
llegado a leer declaraciones que apuntan a que será objeto de
vivisección), entendemos que las pruebas que con él podrán ser
realizadas se limitarán a tomar muestras de saliva, sangre, heces y
orina, es decir, análisis rutinarios que todos los clínicos hacemos con
nuestros pacientes en nuestro trabajo diario. Aunque se pueda pensar que
se trata de un caso aislado, y que la muestra para el estudio es
mínima: ¿se imaginan que se encontrara el virus en el organismo de
Bentley, que lo elimina, y que se pudiera concluir que los perros sirven
de reservorio y diseminan el agente patógeno? En caso contrario, la
hipótesis de que los perros no son portadores del virus, y que nada
tienen que ver en el contagio de la enfermedad, seguiría vigente.
¿Y qué es lo que ha pasado en España desde que Excálibur fue eliminado?
En primer lugar unas sorprendentes declaraciones del presidente del Consejo General de Colegios de Veterinarios de España, Juan José Badiola, que el lunes 13 de octubre decía que a la hora de tomar la decisión no se ha tenido en cuenta la realidad social,
ya que el tema de los animales está muy latente, que se ha improvisado
con el ébola y que la decisión de la Comunidad de Madrid obedece a un
principio de precaución desde el punto de vista sanitario, aunque se
deberían haber tenido en cuenta otras opciones como aislarlo, añadiendo:
" Yo creo que el perro no estaba contagiado".
Para entender lo que ha sucedido debemos retroceder a la mañana del día
8 de octubre, el fatídico día para el perro de Teresa Romero y Javier
Limón. Esa mañana el rectorado de la Universidad Complutense autorizaba, por medio de un comunicado,
que el cadáver de Excálibur fuera trasladado a las instalaciones de
VISAVET (nivel de bioprotección 3), ubicadas en la Facultad de
Veterinaria de Madrid, para ser incinerado. Circuló también el rumor de
que se le realizaría una necropsia en las citadas instalaciones, que fue
desmentido.
Pocas horas después, cuando los efectivos desplazados ya estaban en el
domicilio de Alcorcón y habían eliminado al perro, el rectorado de la
Universidad Complutense emitió un nuevo comunicado en el que expresaba
su negativa a que el cadáver entrara en las instalaciones que están bajo
su gobierno. La razón es aún más sorprendente que la decisión del
rectorado: al parecer, el Comité de Salud y Seguridad Laboral desaconsejaba el "tratamiento del cadáver".
¿Tenía este comité conocimientos científicos sobre la relación
perro-virus ébola para opinar en este asunto? Nos caben dudas al
respecto, pero lo que está claro es que el rector afirmaba que se tomó
esta decisión por la seguridad del personal que trabaja en la Facultad y
de los alumnos.
¿Qué se haría entonces con Excálibur? Esta pregunta me la hicieron en un plató de TV
a las 19.00 horas de ese mismo día, y no supe qué responder. Realmente
no lo sabían ni los que tenían en su poder el cadáver del perro. Parece
ser que su cuerpo acabó en el San Antonio Abad Memorial Center,
un crematorio para perros en Paracuellos del Jarama, cuyo gerente fue
entrevistado por TeleMadrid en la noche del día 8, negándose a hacer
declaraciones sobre cómo se había procedido por no estar autorizado. Un
medio de prensa informaba de que dicha instalación no tiene los permisos pertinentes, haciéndose eco de las declaraciones de concejales del Ayuntamiento de Paracuellos. Desconocemos si es o no cierto.
A partir de aquí podemos empezar a elucubrar, pero no creemos que lo
que vamos a exponer a continuación esté demasiado alejado de lo que
realmente pasó, una vez leídas las declaraciones del máximo responsable de VISAVET
en un medio de comunicación, que visto lo visto, tuvo que improvisar, y
que dimitió de su cargo el día 14 al sentirse desautorizado, añadiendo
que también se negó la entrada de la furgoneta en las instalaciones de
la UCM para su desinfección, una vez que el cadáver fue incinerado. La
desinfección se realizó en las dependencias del SUMA por los propios
veterinarios. Más improvisación. En Cuatro TV hacían una recopilación de los hechos.
Lo primero que nos llamó la atención fue el tiempo que transcurrió
entre la llegada de los efectivos de VISAVET al domicilio y su salida,
que pudieron ser 3 o 4 horas más de las previstas. Sabemos que dado lo
"complicado del manejo de la situación" ( visto como se ha hecho en EEUU lo ponemos entrecomillado),
el perro fue anestesiado a distancia, y no sabemos si realmente la
mezcla de medicamentos utilizados pudo acabar con su vida de forma
rápida, o se procedió posteriormente a la aplicación de la inyección
letal por vía intravenosa. Como veterinarios pensamos que uno o varios
dardos con las sustancias que se consideraron oportunas, inoculadas por
vía intramuscular o intraperitoneal o intratóracica, pudieron causar la
muerte del perro, pero no con la rapidez deseada. Sabemos que los
barbitúricos, inoculados a través del peritoneo, pueden causar la muerte
en 15-30 minutos, mientras que por vía intravenosa la provocan en pocos
segundos. De hecho, la vía indicada para la aplicación de los
barbitúricos es la intravenosa, no se contempla la intramuscular, y se
preconiza la intraperitoneal en muy pocas ocasiones, usando en este
último caso un anestésico para evitar el dolor y la irritación que
pueden provocar al entrar en la cavidad abdominal.
Queremos por tanto que se haga público el protocolo que se siguió para darle muerte previa sedación (?), como se afirmaba en el comunicado emitido horas antes por la Comunidad de Madrid, porque pensamos que no la hubo. En el comunicado de VISAVET
se hace alusión a que todo se realizó con las máximas garantías de
bienestar animal, pero queremos incidir, además de en lo apuntado, en el
hecho de que este perro estaba solo en su domicilio desde hacía dos
días, situación probablemente novedosa y angustiosa para él; que había salido varias veces a la terraza ladrando y aullando,
y que la puerta de la vivienda fue forzada por orden judicial para
proceder desde la misma a la aplicación de los anestésicos, impidiendo
su salida, según se cuenta, con una barrera colocada a tal efecto.
Entendemos que el grado de estrés y de miedo de Excábilur debió de ser
importante. Lo que ocurrió una vez disparados los dardos tranquilizantes
pudo ser esto: l os barbitúricos habrían provocado
anestesia e inconsciencia, con parada respiratoria, seguida de hipoxia y
posterior parada cardiaca. La Asociación de Veterinarios Especialistas en Pequeños Animales (AVEPA) sostiene en el documento " Veterinarios y el final de una vida. Eutanasia un acto clínico complejo" que "
la realización de la eutanasia por vías intramuscular, subcutánea,
intrahepática, intrarenal, intraesplénica, intratecal o cualquier otra
vía, son totalmente inaceptables".
Entendemos que la situación planteada con Excálibur y el miedo al
posible contagio, si se aplicaba un eutanásico por vía intravenosa tras
la sedación, hizo que se optara por descartarla. Suponemos que se evitó
por tanto cualquier posible contacto con la sangre del animal, dado el
"riesgo indebido para el operador", lo que podría justificar la forma en
que se llevó a cabo el procedimiento, según recoge el manual "Métodos
de eutanasia para perros y gatos: comparación y recomendaciones",
editado por la WSPA.
Aún así, esta misma asociación aclara que la vía intramuscular no es
admisible en ningún caso, y que la intraperitoneal, especialmente en
animales de gran talla, no es adecuada porque puede provocar angustia y
alejarse de los criterios exigidos de bienestar animal.
Poco más podemos contar. No hay certezas sobre cómo fue la muerte de
Excálibur, que, de momento y como hemos apuntado, ha provocado la dimisión del responsable del dispositivo veterinario que se desplazó a Alcorcón.
Entrar en la valoración moral de un acto clínico, la eutanasia de un
perro en una situación excepcional, que no entendemos cómo llegó a
darse, es complicado, pero con la información científica de que
disponemos, y que hemos puesto a disposición de los lectores de
eldiario.es, seguimos sosteniendo que no estaba justificada. La decisión
de eutanasiar animales es un tema ético complejo que involucra muchos
factores. La Sociedad Mundial para la Protección de los Animales
(actualmente World Animal Protection) cree que la
eutanasia es aceptable y necesaria cuando un animal está sufriendo
debido a una enfermedad o herida incurable, o cuando un animal presenta
un riesgo significativo para la salud y seguridad humana o de otros
animales, a causa de enfermedad o comportamiento agresivo.
Los veterinarios que tomaron la decisión de eliminar a Excálibur y los
que lo hicieron posible tendrán su opinión al respecto, dados los cargos
de responsabilidad que tenían en ese momento. Ellos sabrán si el
procedimiento empleado y las razones que les llevaron a ponerlo en
práctica pueden considerarse eutanasia ("muerte sin sufrimiento
físico"), y si el método utilizado fue el adecuado. Nosotros
consideramos que no lo fue en ninguna de las dos cuestiones planteadas.
Y una última reflexión: ¿si los sanitarios de medicina humana ponen en
riesgo su vida atendiendo a enfermos por ébola u otros patógenos, los
sanitarios veterinarios deberíamos hacer lo mismo ante un caso como el
de Excálibur? Los compañeros americanos lo estén haciendo
y los españoles lo han hecho en numerosas ocasiones frente a otras
enfermedades, pero creemos que el día 8 de octubre no supieron estar a
la altura que las circunstancias demandaban.
Entre
tanto, nos llegan noticias esperanzadoras de la evolución clínica de
Teresa Romero, a la que deseamos una pronta recuperación. Su esposo
Javier Limón le ha escrito a Exkalibur (como él le llama) esta carta: "Te prometo que se hará justicia", concluye. Como veterinarios comprometidos contra el maltrato animal, lo deseamos.
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