viernes, 11 de julio de 2014

Estas vacaciones, no montes en elefante

Las actividades con elefantes, reclamo para turistas en el Sudeste Asiático, esconden una atroz realidad: familias enteras de elefantes asesinadas en la selva para robar sus bebés, que serán cruelmente adiestrados para realizar acciones contra su voluntad, como pasear sobre sus lomos, pedir limosna, jugar al fútbol o pintar.
Es posible visitar parques nacionales para ver a los elefantes en su hábitat, así como apoyar la labor de los santuarios, donde son protegidos de la explotación y el maltrato, y en los se puede disfrutar de la observación de la vida social en libertad de estos fascinantes animales.

Elefantes con sillas de trekking para turistas. Foto: ©Elemotion
Elefantes con sillas de trekking para turistas. Foto: ©Elemotion

Si te gustan los animales y tienes previsto viajar a India, Tailandia o Nepal, es muy posible que te ilusione realizar alguna actividad con elefantes. Es muy probable que te los encuentres como reclamo en tu resort, incluidos en tu paquete de viajes, en alguna visita a los templos o que te topes con ellos pidiendo limosna por las calles. Si te gustan los animales, es muy posible que este sea uno de los momentos más especiales de tu viaje y seguramente la tentación de sacarte fotos con ellos y colgarlas después en las redes sociales sea irresistible.
También es muy probable que tu cabeza tienda a reprimir cualquier pensamiento negativo y que te digas: “ya que están aquí, mejor ayudarles, seguro que sus cuidadores les tratan bien, al fin y al cabo son su fuente de ingresos”. Además, ¿qué hay de malo en que un animal tan grande cargue a turistas en su espalda o pose para unas fotos a cambio de una banana?
Asesinados en la selva para satisfacer los caprichos de los turistas
El número de campamentos que ofrecen excursiones con elefantes ha aumentado de forma impresionante en los últimos años. Pasear en elefante está de moda. Pero, ¿de dónde provienen todos esos animales? Tras la reciente aparición de seis elefantes muertos en Tailandia, el secretario general de la Wildlife Friends Foundation Thailand (WFFT), Edwin Wiek, ha denunciado -en contra de la versión oficial del gobierno- que la caza furtiva responde al aumento de la demanda de actividades para turistas en todo el país.
El valor de los elefantes jóvenes aumenta con rapidez, a la vez que el turismo exige cada vez más este tipo de entretenimientos. Sencillamente, no nacen suficientes bebés en cautividad para cubrir la demanda. “Las madres y los machos jóvenes son asesinados tratando de proteger a sus crías. Los propios cazadores furtivos cuentan que es común matar hasta a tres elefantes para sacar a un solo bebé de la selva. Una vez que se ha disparado a algunos ejemplares, el bebé se queda cerca de los adultos muertos, mientras que el resto de la manada huye para ponerse a salvo. Los cazadores disponen de poco tiempo para capturar al pequeño, antes de que la manada regrese. Esto explica por qué los elefantes aparecen muertos con sus colmillos intactos. Arrancarlos y venderlos sería un negocio muy lucrativo, pero les llevaría demasiado tiempo”.
“Esta información tiene implicaciones serias para cualquier turista que visite un campo de elefantes y monte a estos bellos animales” advierte Wiek, “la gente que decida ignorar lo que está ocurriendo en Tailandia está apoyando la matanza y tortura de animales salvajes nacidos en libertad.”
El “phajaan” o “crush”
Cualquier elefante “domesticado”, que participe en actividades antinaturales como paseos turísticos o trucos circenses, ha pasado por un entrenamiento o ceremonia denominado “phajaan”. Originaria de India y el Sudeste Asiático, la tradición dice que el chamán de la tribu puede separar el espíritu del elefante de su cuerpo, eliminando su alma salvaje y dejándolo bajo el absoluto control de sus entrenadores o “mahouts”. Lo que ocurre en realidad es mucho menos espiritual, ya que se trata de torturar al joven animal durante todo el tiempo que sea necesario hasta que su terror a los humanos le lleve a hacer cualquier cosa para evitar volver a experimentar tanto dolor y miedo.
Separado de sus manadas, encerrado y encadenado, el animal pasará entre tres y siete días privado de comida, agua y sueño. Los mahouts y sus ayudantes hacen turnos para no dejar de golpearlo, quemarlo y asustarlo día y noche, con el fin de mantenerlo en un continuo estado de dolor y pánico. El proceso termina cuando el chamán considera que el espíritu del animal ha abandonado su cuerpo.
Muchos bebés de elefante, quizás los más afortunados, mueren durante el phajaan.
El día a día en el campamento
Aunque las condiciones varían de un sitio a otro, por la propia naturaleza de las actividades turísticas los animales tienen que ser explotados y privados de todo lo que necesitarían en su hábitat natural. Para satisfacer la demanda de miles de visitantes se les obliga a trabajar sin descanso aunque estén enfermos, heridos, sean ancianos o hembras recién paridas. El suministro de anfetaminas para que sigan moviéndose es una práctica habitual. Durante el tiempo en que no llevan turistas encima, los elefantes permanecen encadenados.
Fuertes pero delicados
Aunque pueda parecer sorprendente, la espina dorsal de un elefante no está diseñada para transportar cargas. En los campamentos los animales llevan continuamente una silla, a veces de metal, en la que pueden montar hasta cuatro personas a la vez. Además de destrozarles la espalda, las largas horas de trekking, durante días y días, les causan dolorosas heridas y llagas en el lomo, en las patas y en la zona del ano, que muchas veces se infectan.
Los responsables de los campamentos se inventan todo tipo de trucos para hacer las delicias de los extranjeros. No es extraño ver a elefantes jugando al fútbol o pintando cuadros, y a visitantes que quizás rechazarían un circo con animales en su ciudad por considerarlo humillante y poco ético, pero lo aceptan divertidos cuando están de vacaciones.
Una imagen especialmente triste es la de los desafortunados que terminan pidiendo limosna en las calles de grandes ciudades como Bangkok, Chiang Mai o Delhi. El corazón de los turistas se ablanda al verlos y no resisten la tentación de darles dinero a cambio de una foto. Son pocos los que sobreviven a esta vida de ciudad y suelen terminar muriendo de enfermedad, hambre o víctimas de accidentes de tráfico.
Su medio de vida
Es cierto que muchas personas han encontrado en estas actividades con animales una forma de ganarse la vida. Sin embargo, este nunca debería ser un argumento válido para perpetuar la esclavitud y el sufrimiento, sino un acicate para buscar alternativas más éticas para todos, animales y humanos.
Los mahouts se limitan a ofrecer lo que los turistas reclaman. Es por eso que Laurene Knowles, de Elemotion, recomienda: “Si visitar un campo de elefantes es parte de tu programa de vacaciones, hazlo, pero no los montes. Pasa tiempo con el elefante y su mahout. Pídele que le quite la silla. Pregúntale su nombre, lo que le gusta comer, quienes son sus compañeros, de dónde viene, cuál es su origen. Pídele que te deje ver cómo come, se baña o se socializa.”
“El responsable del campamento recibirá el mensaje de que los turistas quieren ver a los animales en un entorno más natural. También se sentirá orgulloso que te intereses por él (los mahouts suelen tener mala fama)". En cuanto a los shows y a los elefantes pintores, Knowles advierte: “La gente jamás debería acudir a estos espectáculos, ya que perpetúan el corrupto mercado negro de bebés salvajes y el horrible abuso que estos pequeños soportan.”
El mensaje de Save Elephant Foundation respecto a los elefantes en las grandes ciudades es claro: “Si ves un elefante pidiendo limosna en las calles, por favor, no compres comida al mahout para alimentarlo. Haz una fotografía, anota el lugar en dónde estás y envíanosla. No comprando comida estarás contribuyendo a que esta industria entienda que robar bebés a sus madres y condenarlos a una vida en las calles no es una opción lucrativa. Tenemos programas como Journey to Freedom que aporta una fuente de ingresos a los mahouts sin necesidad de explotar a sus elefantes.” 

Las alternativas  
Tres elefantas "de charla" en el Santuario BLES, Tailandia. Foto: ©Elemotion
Tres elefantas "de charla" en el Santuario BLES, Tailandia. Foto: ©Elemotion

Recientemente hemos sabido que dos grandes agencias de viajes, Intrepid Travel y STA Travel, han eliminado por motivos éticos las excursiones en elefante de sus paquetes de viaje. Intrepid tomó la decisión tras conocer un estudio realizado durante más de tres años por la World Society for the Protection of Animals (WSPA) y ahora colabora activamente con esta asociación difundiendo la triste realidad que se esconde detrás de los elefantes como reclamo turístico.
Siempre es posible visitar los parques nacionales para ver a los animales en su hábitat, o apoyar la labor de los santuarios. Conviene hacer una mínima investigación previa para asegurarse de que no se trata de trampas para turistas en las que los animales sigan siendo explotados. Ningún santuario ofrecerá trucos circenses, elefantes pintores o paseos en su lomo. En un santuario de verdad, la interacción directa de los visitantes con los animales tiene que estar necesariamente limitada y cualquier turista responsable entenderá que los elefantes son criaturas sociales que necesitan su tranquilidad y convivir con los de su especie.
Elephant Nature Park o Boon Lott’s Elephant Sanctuary son dos ejemplos de lugares en los que se puede disfrutar de ver a elefantes comportándose como elefantes. La fundación Elephant Asia Rescue and Survival Foundation ofrece también una guía de santuarios recomendados en Asia.
Viajar debería ser la ocasión de abrir la mente y el corazón. Pequeños gestos de muchos pueden cambiar el destino de estos magníficos animales y de sus compañeros humanos. Transmite el mensaje y disfruta de tu viaje.

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