Un guardia civil del Seprona rememora cómo evitó la muerte por envenenamiento de un perro en Sanxenxo
Sus compañeros en el Seprona de Vilagarcía le
conocen como El adiestrador de perros y El hombre que susurra a los
caballos por su facilidad para ganarse la confianza de ambas especies.
Una realidad que Rubén Dorado confirmó hace escasos días cuando evitó
que un can muriese envenenado en Canelas (Sanxenxo): «El perro daba
vueltas sobre sí mismo, desorientado. Lo intentó coger un policía local,
pero se escapaba porque estaba muy nervioso».
Los síntomas de un posible envenenamiento eran
evidentes, por lo que el agente optó por emplear un lazo. «Después de
quince minutos de estar detrás de él conseguí cogerlo. Estaba agresivo e
intentaba morder, algo normal...», explicó.
Rubén se percató de que el animal, bautizado como
Ker, intentaba tumbarse en el suelo, algo que dada la situación podría
terminar siendo fatal. Es por ello que, al tiempo que lo tranquilizaba,
lo obligó a caminar.
«Al apoyarle la mano en la barriga y hacer algo
de fuerza, vomitó por primera vez. Al volver a ponerlo de pie, de nuevo
vomitó y defecó, pero se quería seguir tumbando. Lo que se hace en estos
casos es no permitir esto para que, si es un envenenamiento, la sangre
circule, el organismo reaccione», relató. Posteriormente, personal del
Centro de Acollida e Protección Animal de Armenteira, se hizo cargo de
Ker, quien aguarda adoptante.
Las sospechas apuntan a que esta mestiza de boxer
pudo ingerir comida para perros con estricnina o veneno para caracoles.
Ahora el Seprona investiga si fue un hecho accidental o fortuito: «Es
muy raro que un perro coma veneno para caracoles del que la gente echa a
los muros».
Rubén compagina su labor en el Seprona con su
amor por los animales, algo evidente si se tiene en cuenta que posee
como mascota a un gran danés, Petitsuisse, al que, primero, salvó la
vida y, luego, adoptó.
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