viernes, 1 de noviembre de 2013

Desde mi buhardilla: "Clara y su mamá fueron al zoológico"


Habían quedado en salir de paseo al día siguiente: irían por primera vez al Zoológico de la ciudad de Buenos Aires. Clara se fue muy contenta a dormir , pensando en el paseo de la mañana siguiente, mientrás mamá y papá terminaban de cenar...
Clara cursaba el primer grado de la escuela primaria, y hacía poquito había cumplido los 6 años. Cuando tenía apenas 4 años su mamá la había llevado a un circo. Vio los payasos, los equilibristas, pero cuando apareció el tigre con el domador y comenzaba el espectáculo, Clara se puso a llorar desconsoladamente.
La mamá entonces le preguntó -¿ porqué llorás Clara… acaso te asustó algo? -El señor con el látigo…- Pero Clara... el señor lo usa para que el tigre le haga caso, nada más. Pero Clara estaba muy mal y no dejaba de llorar. Hizo falta salir a la calle, caminar, distraerla y hasta comprale un helado para que Clara se calmara.
También -pensó la mamá- ese tigre tan grande.. con la boca abierta, esos dientes....claro...se asustó. Por eso, justamente, no se había atrevido a llevarla antes al zoológico. Pero en vista de que Clara estaba siempre mirando documentales en televisión, donde aparecían tigres, leones y otros animales (por supuesto ningún domador con látigo como en el circo) entendió que Clara estaba preparada para enfrentar la experiencia.
Así que al día siguiente, después que regresó del colegio, almorzaron las dos y como el sol se mostraba en todo su esplendor, aprovecharon y salieron temprano.El zoológico quedaba bastante retirado de su casa, así que luego de un largo viaje en autobús llegaron por fin a destino.
Clara no podía creer que iba a poder ver a todos esos animales de cerca y estar al lado de ellos. Hasta ahora solamente los veía en la pantalla de su televisor.
Cuando entraron, una muchacha muy sonriente les ofreció un plano del lugar, donde figuraban los respectivos lugares en que se encontraba cada animal y de la mano de su mamá comenzó el recorrido. Eso si, antes compraron unos granos especiales de alimento para darle a algunos de los animales.
A su paso, se encontraron con una pequeña isla donde había patos y cisnes en el agua saltaban unos animales muy parecidos a los conejos.
Llegaron adonde se encontraban los Elefantes. Qué enormes.... lástima que no pudieran acercase, hablarles o acariciarlos. Parecían tan buenos, con esos ojos enormes... si hasta parecía que sonreían!
Siguieron y se encontraron con las Jirafas, ¡Que altas de verdad! Clara pensó que en la tele se veían altas, pero allí se daba cuenta de que eran muuy altas. Las miraba como caminaban, con esa elegancia. Depositó sobre un muro un poco del alimento comprado, pero no se acercaron a comerlo.
Más atrás vio un edificio, como una especie de casa, similar a la que había donde estaban los Elefantes. La mamá le explicó que allí pasaban la noche los animales.
Luego pasaron por donde estaban los Ciervos. Había muchos, grandes y pequeños y cuando Clara les fue a dar alimento se acercaron corriendo a comer. Algunos lo tomaban directamente de su mano y Clara sin miedo alguno se los daba.
Pasaron después por un lugar donde se veía correr agua y mucha vegetación, ahí con sorpresa vio que había lagartos, que estaban dormidos, pero solo se les veía apenas su cabeza.
Pero todo empezó a cambiar cuando llegaron a las jaulas donde había muchos Monos. Clara observó que la mayoría de las personas estaban frente a esas jaulas, riéndose de las piruetas que hacían y les sacaban muchas fotos. Clara los miraba, pero a ella no le causaban ninguna gracia. Solo los miraba.
Se enfrentaron luego a una jaula enorme donde había un Tigre que se paseaba de un lado al otro sin parar ni un minuto. Al lado había otra jaula también muy grande donde un oso, se paraba en dos patas, y sacaba su mano por los barrotes, como pidiendo algo a la gente, que estaba del otro lado mirando.
Fue ahí donde Clara nuevamente se puso a llorar, como aquella tarde en el circo. Lloraba y lloraba sin poder parar y se aferró muy fuerte a m su mamá cuando ésta la abrazó.
-Está bien Clarita, nos vamos, te llevaré a tomar algo- Le dijo mientras pensaba que evidentemente no había superado el miedo por los animales más salvajes, los más peligrosos.
Caminaron hacia la salida, Clara se iba calmando de a poco pero solo dejó de llorar cuando salieron del zoológico. La mamá le hablaba de otras cosas y la llevó a una confitería cercana para que tomara su bebida favorita: una leche chocolatada.
Mientras se la traían, llamó por teléfono desde el celular a su esposo, y le contó lo ocurrido mientras le decía –La asustan estos animales tan grandes, los de las jaulas-
Clara la escuchaba y cuando su mamá terminó de habar, le dijo: - No mami yo no les tengo miedo a esos animales, lo que me hizo muy mal es verlos detrás de las rejas, encerrados, estaban tristes, no viste como nos miraban?
La mamá entonces le explicó que como eran animales salvajes no podían tenerlos sueltos como a los elefantes, las jirafas o ciervos. Entonces Clara con esa carita inocente aún con sus ojitos donde asomaban lágrimas, le preguntó a su mamá: -¿Entonces para qué los traen?-
Nuevamente la mamá le dijo- para que la gente los vea de cerca
Para qué? -Le dijo Clara otra vez - Están presos y sufren! Todos están encerrados, hasta los elefantes y las jirafas. No podían salir de allí. ¡No creo que les guste vivir en un lugar tan chiquito, sin tener espacio para correr... los animales son más felices estando libres-
Además, en los documentales te cuentan todo, para que hacerlos sufrir en un lugar así -Yo no quiero venir nunca más al zoológico!
Y agregó - te acordás mami? Esa vez que fuimos al circo? Ese señor que tenía ese látigo largo, y el Tigre estaba tan asustado … Y se le llenaron los ojos de lágrimas, al tiempo que repetía: Nunca más, no vengo nunca más!
El papá y la mamá de Clara han tenido una buena oportunidad de aprender de su hija.
Algunos niños, como Clara, son muy sensibles y no soportan ver a los animales encerrados, encarcelados, sufriendo. Se dan cuenta de que deberían estar pastando y viviendo libremente en su hábitat natural. Lo perciben a través de sus miradas tristes, de sus gestos a través de las rejas pidiendo....¿Qué?
Prestemos atención, porque no están equivocados, perciben acertadamente la aberración que significa tener a los animales en exposición como si fueran cuadros o juguetes.
Ojalá los adultos lográsemos mantener firmes actitudes como la de Clara que decidió a sus seis años que no volvería nunca más al zoológico. De esta forma podríamos ir desterrando de a poco todo mecanismo o espacio que haga al sufrimiento y maltrato de los animales.
Los zoológicos que se ven socialmente como”normales” y como “paseos educativos o recreativos” implican tortura y un brutal ejercicio del poder contra los seres indefensos.
Necesitamos que se eduque y se genere conciencia para terminar de una vez por todas con estos crímenes contra nuestros amigos los animales.
Por suerte al día de hoy (por lo menos en Argentina) están prohibidos los circos donde tengan animales, pero los zoológicos lamentablemente aún persisten.

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