Costa Rica ha decidido terminar con sus dos zoológicos públicos, una iniciativa que muchas asociaciones ecologistas reclaman desde hace años
Los dos zoológicos públicos de Costa Rica
cerrarán sus puertas el próximo año: uno se convertirá en un jardín
botánico, sin animales en cautividad, y al otro se le buscará un fin
similar. Los 400 animales que habitan en ellos serán puestos en
libertad, o, de no ser posible, se enviarán a centros de protección.
La iniciativa del Gobierno costarricense es la
que piden muchos activistas, criticando sobre todo las malas condiciones
de algunos parques. En Montevideo unos ecologistas se enjaularon
durante doce horas en el centro de la ciudad, con el eslogan «Nosotros
12 horas, ellos toda su vida». En Indonesia los activistas denunciaban
que en el Surabaya de la isla de Java los animales se morían de hambre y
pedían su clausura inmediata, adjuntando fotos y recortes en los que se
anunciaban misteriosas muertes de los animales. En Acapulco hubo
manifestaciones en contra del parque Papagayo, tras la muerte del león Guacho.
En España las peticiones se multiplican en los
últimos años. En Sevilla, la asociación Igualdad Animal se enjauló
pidiendo el cierre total de todos los zoológicos, justificándolo con que
se maltrata a los animales para utilizarlos como entretenimiento. En
Barcelona, el pasado 3 de agosto, se realizó un acto informativo sobre
el mismo tema, y en La Rioja se pide el cierre y la reubicación de todos
los animales debido a las malas condiciones de las instalaciones.
Además de lo anterior, el escritor José Saramago
ya había escrito en su blog un relato en el que pedía el cierre de todos
los zoológicos del mundo, así como el cese de la utilización de
animales para cualquier otro tipo de entretenimiento, justificando que
para la educación hoy se pueden utilizar otros medios igual de realistas
sin necesidad de torturarlos.
Parques naturales
Las peticiones sobre el cierre de los centros son
muchas, pero también hay quien opina que son un buen modo de
entretenimiento, y que dependiendo del estado de sus instalaciones, los
animales viven de una manera adecuada. Es el caso de los que se
denominan parques naturales, que cambian el formato de jaulas más o
menos grandes por parcelas más amplias que imitan el hábitat natural de
la especie. Además, justifican que los parques zoológicos o naturales no
solo son un medio de entretenimiento, sino también de concienciación
ecológica, además de buenos recursos educativos.
En Galicia actualmente existe un zoo, en Vigo,
con el que La Voz intentó ponerse en contacto sin éxito, y un parque
natural, Marcelle, que defiende que sus animales viven en tranquilidad y
que sus instalaciones no se limitan al entretenimiento, sino que ayudan
a la educación de los más pequeños. Los objetivos del centro son: la
conservación de la biodiversidad a través de la protección de la fauna
silvestre; el bienestar animal, alojando los ejemplares en lugares que
satisfacen sus necesidades físicas y psicológicas; la protección de
especies amenazadas mediante la participación en programas de cría en
cautividad; y la investigación.
Sin reproducción en cautividad
Por otra parte, las asociaciones ecologistas ven
el panorama un poco diferente. Rubén Pérez, coordinador de Libera! en
Galicia, considera que «los zoos no tienen ningún fin más allá de cobrar
entrada por ver animales caricaturizados», con un comportamiento muy
diferente al que tendrían en su hábitat. Además, apoya la «reconversión
de los parques en centros de conservación de la fauna», donde su
supervivencia no dependa de unos cuidadores. Desde la asociación se cree
que los animales no pueden adaptarse al medio tras vivir en cautividad
ya que, entre otras amenazas « no temerían a los cazadores furtivos».
Por ello, creen que la solución es impedir la reproducción en cautividad
y que «los animales que tuvieron la mala fortuna de nacer en un zoo
mueran en él de manera natural», aunque considera que «es muy triste que
no conozcan su hábitat».
El drama del oso «Knut» en Berlín, aviso a la sociedad
Knut nació en el zoo de Berlín en el 2006. Su
madre lo abandonó, y los trabajadores del zoo se hicieron cargo del
pequeño. Su principal cuidador no se separó de él en los primeros meses,
lo que lo llevó sentir una gran atracción por los humanos. El revuelo
mediático que causó, por las opiniones variadas sobre si deberían
haberlo dejado morir, consiguió que el osezno se convirtiera en el
centro de atención del recinto y de los medios de comunicación de todo
el mundo. Los niños se manifestaron a su favor, las visitas al zoo se
multiplicaron y Knut se convirtió en una marca registrada de la que
había todo tipo de merchandising. Al igual que sucede con muchos jóvenes
famosos, su actitud se volvió arisca cuando dejó de ser el centro de
atención y los críticos vieron en ello un motivo más para estar contra
los zoos. Knut falleció repentinamente en el 2010 y su muerte reabrió la
polémica: ¿Debe el hombre intervenir en la naturaleza o dejar que siga
su curso aunque parezca cruel?
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