Santo dinero sangriento
Más allá de los vinos quinados, más allá
de los mantecados o de los jaboncitos, que todo eso es cosa harto
antigua y ellas son monjitas muy modernas, esta congregación de
hermanitas de los desamparados, de los débiles, (siempre que sean
humanos, claro, que con pezuñas no se puede echar moneda en el cepillo),
ha descubierto una nueva manera de recaudar fondos: un festival
taurino.
Qué majas, qué dulces, qué buenecitas
ellas y qué generosas que incluso podrán entrar gratis a la santa
corrida los menores de ocho años, para que se vea que no les mueve la
codicia, que no quieren dinero de los niños, les basta con inculcarles
la violencia con otras criaturas como algo positivo y con recaudar el
dinero de los padres manchado con la sangre de esas víctimas cuyas
heridas servirán para restaurar el edificio en el oran y sueñan con
orejas y rabos.
En fin. No sabemos si en su monasterio,
el de San Pedro Regalado, patrón, dicen, de los toreros, las Hermanas
Iesu Communio en vez de cultivar un huerto después de los maitines se
dedican a las tientas y a los pases en el centro del claustro, pero
seguro que en la capilla tienen a un cristo con parche en el ojo, traje
de luces y al que saludan con un ¡Olé Maestro! cada mañana.
Vivir para ver, y a veces, leer para vomitar.
Julio Ortega Fraile
@JOrtegaFr
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