viernes, 26 de octubre de 2012

¿Lágrimas de un toro por su asesino?



Nos dicen que no sufren durante su tortura, pero sí que lloran por sus torturadores
El Libro de los Muertos del Antiguo Egipto consistía en una recopilación de sortilegios escritos sobre paredes de tumbas, sarcófagos o papiros. Su función era ayudar a los difuntos en su viaje final. Burladero, tres milenios y medio después y en versión digital, es el Libro de los Criminales destinado no sólo a ensalzar a los que matan, sino también a demostrar que si la superstición del pasado podía servir para creer en que era posible proteger a aquellos cuya muerte fue imposible de evitar, la miseria moral del presente es susceptible de utilizarse para escupir salivazos de grana y oro sobre el cadáver de los que fueron torturados y asesinados.
Son varios los escribas que dejan su impronta sangrienta en Burladero, entre ellos Paco March, José Luis López Marín, Pedro Javier Cáceres, Cristina Padín o Javier García Baquero. Este último, con apellido de industria quesera (pobres toros de lidia, pobres vacas de leche, pobres toros y vacas de carne), nos ensarta cerebro, corazón y estómago con esta frase en su último texto: “Algo se muere en el toro cuando un torero se va”.
Llora la retirada de El Fundi y afirma que a sus lágrimas su suman las de los muertos de su añorado carnicerito de luces. Sí, también en el Antiguo Egipto existían las plañideras, pero aún convencidos como estaban en su cultura de ultratumba, jamás cayeron en la aberración de humedecer el rostro de la víctima con llanto de tristeza por la desaparición de su asesino. Eso es patrimonio de nuestra cultura torera. Torera y enfermiza. Torera, enfermiza y cara. Muy cara.
Nos contaron que con el fin de las corridas desaparecería una raza. Nos mintieron. Nos dijeron que el toro disfruta en la arena. Nos mintieron. Nos explicaron que no hay en el astado espacio para el miedo ni el dolor mientras es escarbado y atravesado por el acero. Nos mintieron. Y ahora, porque sólo de coser falsedades teje sus coartadas la tauromaquia, este hombre pretende hundirnos dos banderillas más en la razón: que el toro es masoquista y nosotros idiotas.
Dice la mitología egipcia que Osiris, Presidente del Tribunal de los Difuntos, fue asesinado y despedazado por su hermano Seth. Los taurinos han sido incapaces de rescatar el respeto a los asesinados, pero sí beben del apetito del dios de la violencia por la muerte y mutilación de los que estaban vivos.

Julio Ortega Fraile
Delegado de LIBERA! en Pontevedra
@JOrtegaFr

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