Nos dicen que no sufren durante su tortura, pero sí que lloran por sus torturadores
El Libro de los Muertos del Antiguo
Egipto consistía en una recopilación de sortilegios escritos sobre
paredes de tumbas, sarcófagos o papiros. Su función era ayudar a los
difuntos en su viaje final. Burladero, tres milenios y medio después y
en versión digital, es el Libro de los Criminales destinado no sólo a
ensalzar a los que matan, sino también a demostrar que si la
superstición del pasado podía servir para creer en que era posible
proteger a aquellos cuya muerte fue imposible de evitar, la miseria
moral del presente es susceptible de utilizarse para escupir salivazos
de grana y oro sobre el cadáver de los que fueron torturados y
asesinados.
Son varios los escribas que dejan su
impronta sangrienta en Burladero, entre ellos Paco March, José Luis
López Marín, Pedro Javier Cáceres, Cristina Padín o Javier García
Baquero. Este último, con apellido de industria quesera (pobres toros de
lidia, pobres vacas de leche, pobres toros y vacas de carne), nos
ensarta cerebro, corazón y estómago con esta frase en su último texto: “Algo se muere en el toro cuando un torero se va”.
Llora la retirada de El Fundi y afirma
que a sus lágrimas su suman las de los muertos de su añorado carnicerito
de luces. Sí, también en el Antiguo Egipto existían las plañideras,
pero aún convencidos como estaban en su cultura de ultratumba, jamás
cayeron en la aberración de humedecer el rostro de la víctima con llanto
de tristeza por la desaparición de su asesino. Eso es patrimonio de
nuestra cultura torera. Torera y enfermiza. Torera, enfermiza y cara.
Muy cara.
Nos contaron que con el fin de las
corridas desaparecería una raza. Nos mintieron. Nos dijeron que el toro
disfruta en la arena. Nos mintieron. Nos explicaron que no hay en el
astado espacio para el miedo ni el dolor mientras es escarbado y
atravesado por el acero. Nos mintieron. Y ahora, porque sólo de coser
falsedades teje sus coartadas la tauromaquia, este hombre pretende
hundirnos dos banderillas más en la razón: que el toro es masoquista y
nosotros idiotas.
Dice la mitología egipcia que Osiris,
Presidente del Tribunal de los Difuntos, fue asesinado y despedazado por
su hermano Seth. Los taurinos han sido incapaces de rescatar el respeto
a los asesinados, pero sí beben del apetito del dios de la violencia
por la muerte y mutilación de los que estaban vivos.
Julio Ortega Fraile
Delegado de LIBERA! en Pontevedra
@JOrtegaFr
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