Propuesta ante la Comisión Ballenera Internacional de capturas con fines científicos
Pescadores descuartizan a una ballena en un mercado japonés. Abajo, captura de un cetáceo. AFP / EFE
Corea del Sur ha anunciado sus planes de sumarse a Japón y reanudar la caza de ballenas con fines científicos.
El
anuncio se ha realizado durante la celebración de la 64ª reunión anual
de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) que se celebra estos días
en Panamá. Según han avanzado los delegados coreanos, próximamente harán
públicos sus planes a un comité científico para que analice la
propuesta, que se enfoca fundamentalmente al rorcual aliblanco o ballena de Minke.
El
anuncio ha provocado el malestar de buena parte de los países
asistentes, con Australia y Nueva Zelanda a la cabeza, así como de la
comunidad conservacionista en pleno que, como en el caso nipón, ven en
el coreano una excusa para volver a la caza comercial de ballenas,
prohibida por una moratoria internacional desde 1986. Antes de esta
moratoria, se estima que Corea capturaba cerca de un millar de ballenas
al año alrededor de su península.
Corea capturaba alrededor de su península cerca de un millar de ballenas al año antes de la prohibición establecida en 1986
Park
Jeong-Seok, representante de Seúl en la CBI, se ha mostrado rotundo al
afirmar que "no aceptamos ninguna proposición categórica y absoluta de
que no se debe matar o capturar ballenas", alegando que "éste no es un
foro de debate moral, esto es un foro de debate jurídico" por lo que
"ese tipo de predicación moral [en relación a las críticas del resto de
países] no es pertinente ni apropiado en este foro". Así, otro
representante coreano ya ha sugerido que "esperemos la evaluación del
comité y si deciden que la legitimidad de la investigación científica no
es adecuada, buscaremos alternativas".
Los argumentos surcoreanos son variopintos: por un lado, sostienen que la caza tendría fines científicos para "realizar una evaluación adecuada de las poblaciones de ballenas".
Por otro, los delegados se lamentan de que sus pescadores sufran la
merma de las reservas de pesca como consecuencia de la creciente
población de ballenas; punto éste sin ninguna base científica según la
organización WWF.
Precisamente desde WWF Internacional, su
responsable del Programa de Especies, Wendy Elliot, ha asegurado que
Corea ya vende carne de ballena atrapada accidentalmente en redes de
pesca. Elliot se suma a otras voces como Greenpeace, que ha calificado
la noticia de "vergüenza absoluta", y afirma que los planes coreanos son
una excusa "para reiniciar la caza comercial, al igual que lo viene
haciendo Japón en el Santuario de Ballenas de la Antártida". La experta
advierte, además, que las ballenas de Minke que Corea tiene previsto
capturar están catalogadas como especie amenazada dentro del Comité
Científico de la CBI.
Caza científica injustificada
Mientras
Joon-Suk Kang, jefe de la delegación coreana, sostiene que su programa
de ‘caza científica' es necesario para resolver las incógnitas que las
investigaciones no letales han sido incapaces de resolver, la comunidad
científica sostiene lo contrario. Vidal Martín Martel, presidente y
director científico de la Sociedad para el Estudio de los Cetáceos en el
Archipiélago Canario (SECAC), afirma que "la medida no está en absoluto
justificada pues existen infinidad de métodos científicos para estudiar
a las ballenas sin necesidad de matarlas".
"Corea busca un pretexto para cazar y vender la carne"
A
ello se suma, además, el hecho de que "precisamente los rorcuales
aliblancos son una de las especies más estudiadas y de las que mayores
conocimientos tenemos sobre sus hábitos, alimentación y
comportamientos", explica el director científico de SECAC.
Martín
Martel coincide con sus colegas conservacionistas al exponer que "Corea
busca un pretexto para cazar y vender la carne de ballena en el
mercado" y denuncia que "ya se ha realizado recogidas de muestras de
carne en los mercados de Japón y tras análisis genéticos no sólo se ha demostrado que esa carne procedía de esa supuesta caza científica sino que, además, se estaban cazando especies protegidas".
Japón, en el punto de mira
Como en el caso coreano, Japón guarda una larga tradición de caza y
consumo de carne de ballena y así lo ha remarcado Yoshiichi Shimomichi,
jefe de la Comisión ballenera de Japón para ejemplares pequeños:
"nuestros antepasados comenzaron a utilizar ballenas varadas en la playa
hace miles de años. La carne y la grasa de ballena son parte integral
de nuestra cultura".
En este sentido, Japón también ha presentado una propuesta para una cuota costera
de captura de este tipo de ballenas, pero el malestar generado ha sido
de tal magnitud que se ha optado por posponer las discusiones, si bien
ya cuenta con el apoyo de Rusia y Corea del Sur.
El Gobierno nipón ya anunció en 2007 su vuelta a la caza de la ballena jorobada
con el objetivo de 50 ejemplares por temporada, aunque la cifra del
conjunto de cetáceos -algunos de ellos protegidos- escalaba a 1.000
ejemplares anuales. Desde entonces, Australia ha sido uno de sus máximos
opositores llegando, incluso, a denunciar al Gobierno japonés antes la Corte Internacional de Justicia (CIJ), exigiendo la retirada de todos sus permisos por cazar con fines comerciales y no científicos.
Otros acuerdos y propuestas de la CBI
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Dinamarca ha solicitado la ampliación de los derechos de los aborígenes
a cazar ballenas jorobadas en Groenlandia; propuesta sobre la que la
Unión Europea habrá de pronunciarse.
· -
Aprobación de la cuota de caza de ballenas para la subsistencia de
comunidades indígenas de Alaska, Rusia y St. Vincent y las Granadinas.
· -
Propuesta de España para organizar un encuentro internacional sobre
transporte marítimo y conservación de la biodiversidad. En este sentido,
tanto EEUU como Panamá preparan propuestas para reorganizar el tráfico
marítimo y reducir las colisiones entre barcos y ballenas.
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Creación del Fondo para Pequeños Cetáceos de la CBI para financiar
proyectos de conservación como el de la Vaquita de WWF en el Golfo de
California sobre técnicas de pesca menos invasivas. Holanda, Italia,
Gran Bretaña y Francia ya han aportado fondos.
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