El inicio de la Eurocopa en
la que está participando la selección española de fútbol está
reviviendo una polémica que nació hace meses: el gobierno ucraniano
decidió limpiar sus calles de perros y gatos callejeros de cara al magno
evento. Y lo hizo cruentemante: gaseando, envenendando, incluso a tiro
limpio. Se habla de 20.000 sacrificios, son datos oficiosos obviamente.
Suele suceder, ya fue noticia Grecia en
sus Juegos Olímpicos por hacer algo parecido con sus muchos y
simpáticos perros callejeros (tuve ocasión de conocerlos y acariciarlos
cuando viajé allí hace diez años). Aquí tenéis un vídeo sobre la iniciativa de una ciudad en concreto de desplegar un crematorio móvil.
Obviamente hay que controlar la presencia de animales en las calles
de las ciudades, pero no todo vale. Hay que esterilizar, buscar
adopciones, quemar todas las naves para evitar el sacrificio.
En su momento se crearon varias campañas de petición de firmas online para pedir al Parlamento Europeo que interrumpiera ese sacrificio masivo, grupos de Facebook
y medios nacionales (de allí) e internacionales, sobre todo británicos
(es un país al que importan mucho los derechos de los animales y también
el fútbol, combinación perfecta) como The Guardian o The Huffington Post se hicieron eco.
Se armó el suficiente revuelo como para que el ministro ucraniano de
medio ambiente, tras reunirse con el grupo británico Naturewatch,
pidiera a los alcaldes la construcción de refugios y soluciones más
humanas que le sacrificio inmediato con los perros.
En fin… esperemos al menos los Juegos Olímpicos de Londres no han
propiciado el exterminio de animales como los de Atenas o esta Eurocopa.
Ojalá la celebración de grandes eventos deportivos no vuelva a suponer
un holocausto canino y felino.
En cualquier caso a mí, como animalista, esta Eurocopa me dejará un gusto amargo independientemente del equipo que gane.
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