jueves, 17 de mayo de 2012

Las otras víctimas de las cacerías del Rey

No es necesario irse hasta Botsuana para encontrar el rastro de sangre que ha dejado el Rey Juan Carlos con su afición a la caza. Un gusto por matar animales que comparte con empresarios, banqueros, toreros, militares y ministros. Las provincias de Toledo y Ciudad Real en Castilla-La Mancha son los destinos predilectos para el monarca y sus amigos.
“La Encomienda de Mudela”, en el término municipal de Santa Cruz de Mudela, Ciudad Real, es el destino predilecto del monarca. Elegido por Don Juan Carlos en muchas de sus frecuentes escapadas, de las que hasta el momento nunca informaba, y ahora, a pesar de sus ambiguas y escuetas disculpas, sospechamos que tampoco hará.
De una extensión de 18.000 ha y gestionada por Parques Nacionales, se conoce como “la finca del rey” y en ella no solo se reúnen el monarca y la mayoría de los miembros de la Casa Real española, sino personajes relevantes de la política y de economía y miembros de la aristocracia europea como el duque de Cambridge, Guillermo de Gales o Carolina de Mónaco. Asimismo, frecuenta la finca “Las beatas” en Villahermosa y el coto de Almedina.
perdiz rojaEn Ciudad Real, las víctimas de los cazadores no son los elefantes o los búfalos, sino principalmente las perdices rojas -unos animales, que es frecuente que procedan de la cría cinegética, es decir que han nacido y se han criado en cautividad y son liberadas para que los cazadores acaben con sus vidas. Además de perdices, como informa el suplemento Crónica de El Mundo, Juan Carlos I ocupa una de las primeras posiciones en el ranking de venados, machos monteses y arruís abatidos.
Influyentes amigos del monarca como el empresario Juan Abelló dan rienda a la matanza de animales en su finca “El lobillo”, situada también en la provincia Ciudad Real, al igual que otro de sus íntimos, Alberto Alcocer que es el propietario de la finca “El avellanar” en Mazarambroz (Toledo), lugar al que el Rey suele acudir como invitado.
los animales no entienden de conservadores, progresistas o ecologistas, aunque reciben “disparos” de todos ellos
Sin embargo, la caza no una actividad que se reduzca a la aristocracia y a las grandes fortunas del país, también se incluyen en el listado nombres como Baltasar Garzón, Mariano Fernández Bermejo, Carlos Herrera, Carles Francino, Enrique Ponce, Jesús Janeiro o Patxi Andión. Lo que está claro es que los animales no entienden de conservadores, progresistas o ecologistas, aunque reciben “disparos” de todos ellos, bien directamente o aprobando su muerte cuando las especies no aparecen en un catálogo como protegidas. La abolición de la caza -sin concesiones de ningún tipo- surge de la consideración de todos los animales como individuos con derecho a la vida, un principio que solo es defendido por el animalismo.
Elisa Blanco

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