Estas semanas se dictamina en el Juzgado de lo Mercantil número 1 de
San Sebastián si Taurodelta, la empresa gestora de la plaza de toros de
Las Ventas, entra en concurso de acreedores. En la documentación
presentada ante el juzgado, una lista de 48 empresas acreedoras.
Roberto Domínguez, exmatador y apoderado de El Juli, ha asegurado que la primera plaza de toros del mundo le debe a su representado 90.000 euros,
correspondientes a los derechos de imagen que paga la televisión que
transmite las corridas de la feria madrileña de San Isidro. Lo mismo
sucede con El Fundi, veterano diestro, al que, según fuentes de la
empresa han informado a interviú, se adeudan otros 30.000 (aunque su representante, Raúl Galindo, lo niega). O a Manuel Jesús, El Cid.
Han sido citados por el Juzgado de lo Mercantil de San Sebastián a
declarar y reconocer la deuda César Jiménez, Alberto Aguilar y Eduardo
Gallo entre el escalafón de matadores, y las ganaderías de La
Palmorilla, Guadaira y Javier Pérez Tabernero. El juez ha mirado libros
de cuentas y pagos de lo que es un secreto que pocos toreros quieren
reconocer. Un empresario taurino explica por qué: “Nadie se quiere
quedar fuera de San Isidro”. Pero el hecho es que algunos sí se han
quedado fuera. Uno de ellos, El Juli, no ha entrado en los carteles a
pesar del clamor de la afición.
Taurodelta, empresa presidida por José Antonio Martínez Uranga, fue
la única candidata a gestionar la plaza de toros de Las Ventas,
propiedad de la Comunidad de Madrid. La compañía se comprometió a invertir un total de 2.325.000 euros en la gestión del coso, una cifra que solo superaba en 25.000 euros el mínimo marcado en el pliego de condiciones.
Esta noticia no hace más que confirmar que los intereses de la
tauromaquia van por un camino y los de la sociedad por otro, como
llevamos asegurando mucho tiempo desde el Partido Animalista. La
ciudadanía cada vez tiene una mayor sensibilidad con los animales, y
provoca que se reduzca la asistencia a las corridas taurinas y a otros
espectáculos en los que se maltrata animales, por lo que es lógico que
las empresas que se dedican a estas actividades se resientan
económicamente. De hecho, es sabido que si no fuese por las subvenciones
públicas, hace tiempo que la tauromaquia no hubiera podido sobrevivir.
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