martes, 10 de mayo de 2011

La tauromaquia... ¿Arte, cultura o deporte? ¿O barbarie?

Una controversia que se reaviva a partir de la prohibición de la corrida de toros en Cataluña, España
Hernán Montecinos | Para Kaos en la Red
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Con paso lento, pero seguro, los colectivos que se oponen a la lidia de toros han ido ganando espacios en sus objetivos de defensa contra la crueldad y tortura a que son sometidos los ejemplares taurinos en la corrida de toros.

Las corridas de toros, en su sentido moderno, nacen en España en el siglo XVIII y desde entonces han despertado críticas y desatado polémicas entre seguidores y detractores. Los argumentos han ido cambiando a lo largo del tiempo, según el momento histórico, y ha tenido para uno y otro bando justificaciones muy variadas: religiosas, morales, económicas, estéticas, políticas y culturales entre otras.

Más allá de la propia España, -en donde este espectáculo adquiere mayor relevancia y connotación-, se realizan también corridas de toros en países como Portugal, Colombia, México, Perú, Ecuador, Sur de Francia, etc.

En Inglaterra éstas prácticas fueron prohibidas en 1824, el mismo año en que se fundó The Royal Society for the Prevention of Cruelty to Animals.

Ha habido intentos recientes de prohibir las corridas en Francia, donde existe la afición en el sur del país. La cuestión se resolvió estableciendo legalmente que solo se podían matar toros en aquellos lugares donde se demostrase que son una tradición arraigada (en el sudeste y sudoeste, fundamentalmente). Sin embargo, pese a esta limitación persisten los esfuerzos de los colectivos defensores de los animales para abolir la corrida de toros en toda Francia.

En la ciudad de Caracas,en el Municipio Libertador, se aprobó declarar a la capital de Venezuela como Municipio Anti taurino. Con esta declaración Caracas se convirtió en la segunda ciudad venezolana en declararse anti taurina, después de Carrizal en el estado Miranda.

El presidente Rafael Correa en Ecuador acaba de anunciar que se realizará una consulta popular para poner término o no a este controvertido espectáculo. También en Nicaragua se acaba de promulgar la“ley de Bienestar Animal”, que prohíbe matar o herir a los toros en las corridas.

Recientemente, se ha abolido la tauromaquia en la comunidad de Cataluña, en España. Esto se ha venido a sumar a la abolición que ya antes había decidido la comunidad de Las Canarias (1991), en ese mismo país.

Junto con esto, desde el 2006 la televisión española dejó de transmitir las corridas de toros siguiendo las directrices de un nuevo Manual de estilo con las que evita mostrar en pantalla el sufrimiento animal. Con todo, ha sido objeto de crítica que la tauromaquia sea financiada con dinero público. En 2007, al sector taurino español se destinaron 500 millones de euros en forma de subvenciones y en 2008 casi 600.

Inmediatamente después de concluida la Guerra Civil Española, desde sectores progresistas se intentó relacionar las corridas de toros con el régimen franquista y, en general, a la España "vieja y negra". Por ello, algunos medios intelectuales, sobre todo británicos, creyeron que con el advenimiento de la democracia en España estos espectáculos desaparecerían, algo que no sucedió así. No sin razón entonces, el diario Times publicó con asombro en esos años que «en la España de los yuppies y la democracia, triunfa cada vez más la Fiesta de los toros».

En la actualidad, son los defensores de los derechos de los animales quienes encabezan la crítica a la celebración de las corridas de toros.

Ahora bien, la abolición reciente de la corrida de toros en Cataluña, ha reavivado un acalorado debate en la sociedad española; unos, a favor de la abolición y otros en contra. Los primeros califican la corrida de toros como un acto de barbarie, un evento cuya puesta en escena tiene reservada la muerte segura del toro tras un prolongado y doloroso proceso de tortura. Los otros, en cambio, argumentan que con la prohibición se pierde un “arte” (¿), un “deporte” (¿), una “cultura” (¿) que le es propia a la identidad específica de lo español. Una vieja controversia que se reanima nuevamente ahora con esta reciente abolición.

En Chile, nuestro país, nunca se ha practicado la tauromaquia, por lo que poco es lo que sabemos sobre tan controvertido supuesto arte, o deporte, o manifestación cultural. Sin embargo, guardando las distancias, tenemos acá en nuestro país “el rodeo”, donde músculos y huesos de los vacunos quedan maltrechos tras los arrinconamientos y topeaduras de que son objeto por parte de unos ridículos huasos que pretenciosamente exhiben sus habilidades y destreza en el manejo de sus cabalgaduras. Se argumenta también, -al igual que para las corridas de toros en España-, que el rodeo es un deporte, un evento cultural, un arte demostrativo típico de chilenidad

Por esta vía, lo mismo se podría concluir para la pelea de gallos, o la pelea de perros y, por extensión, llegar también hasta el mismo boxeo. Para mi gusto a toda esta clase de espectáculos hay que meterlos en el mismo saco, aunque sus connotaciones se muestren distintas. Quizás sin estar de acuerdo, se podría excusar al boxeo al ser éste un enfrentamiento a golpes que se dan dos contendores tras el libre consentimiento de ambos. En cambio, el enfrentamiento entre animales, o contra los animales, el animal nada tiene que decir, toda vez que es obligado e inducido para participar en dichos espectáculos.

La otra diferencia es que el boxeo toma resguardos para evitar la muerte delos contrincantes. Y aunque la muerte suele suceder de forma excepcional, ello no quita ni pone al hecho que igual, después de la pelea, los contendores queden físicamente maltrechos y, peor aún, no pocos de ellos quedan tontos de la cabeza con tanto golpe que reciben en las partes sensibles en donde se encuentra alojado el cerebro. Ello sin contar que muchos quedan con marcas indelebles en su rostros; la exhibición de una masa hinchada e informe en sus narices y pómulos, un estigma con la que ex boxeadores tienen que cargar de por vida.

Recientemente estuvo en Valparaíso el filósofo español Jesús Mosterín, un intelectual que ha salido a la palestra pública en defensa de la abolición de la corrida de toros. En entrevista con el Diario El Mercurio, de esta ciudad, ha señalado que: “Desde luego no hay belleza alguna en torturar a un toro (animal pacífico, herbívoro y rumiante) con todo tipo de instrumentos metálicos punzantes, mientras su sangre brota a borbotones”. Nos recuerda que ya O Higgins había abolido la corrida de toros y las peleas de gallos en Chile, acotando que: “espero que pronto logremos abolirlas en el resto del país alcanzando así el nivel moral de Chile”.

Este mismo filósofo, empedernido defensor de la abolición de la corrida de toros ha publicado “A favor de los toros”, un libro en el que recoge, corregidos y aumentados, sus textos críticos sobre las corridas de toros. Finaliza este libro con las siguientes palabras: “Al preferir la marrullería a la pedagogía, los políticos (sic) han prestado un flaco servicio a los habitantes de las Tierras del Ebro condenándolos a permanecer enfangados en la cultura de la crueldad, que lastra como una losa sus posibilidades de desarrollo. El progreso empieza en las cabezas, no en las infraestructuras. Los festejos basados en el maltrato animal son una patología de la mente”

Más allá de los dichos de éste filósofo, mucho más cruda se presenta la realidad de la corrida de toros expresada en una especie de Manifiesto crítico que ha circulado profusamente por Internet. Un pormenorizado detalle que, de sólo conocerlo, produce natural indignación, en aquellos que no teníamos conocimiento de todo el espeluznante entorno que rodea a este espectáculo, aún antes de salir torero y toro a lidiar en la arena. Sin duda, un espectáculo con claros indicios de ser un ritual, en donde al toro se le inflige tortura y dolor ante un expectante público que goza morbosamente de este macabro evento; verdadera orgía de sangre, dolory muerte.

En efecto, la corrida de toros no es sólo la salida al ruedo del animal para enfrentarse al torero que lo espera en la arena. Mucho más allá de eso, hay una serie de detalles desconocidos que se precisa conocer, una meticulosa preparación previa antes de poner en escena a tan macabro espectáculo.

A continuación transcribo textualmente el contenido del citado texto:

PREPARANDO EL ESCENARIO.- “24 horas antes de entrar a la arena, el toro ha sido sometido a un encierro a oscuras para que al soltarlo, la luz y los gritosde los espectadores lo aterre y trate de huir saltando las barreras, lo que produce la imagen en el público de que el toro es feroz, sin embargo la condición natural del toro es huir, pero NO ATACAR.

También se le han recortado los cuernos para proteger al torero. Le cuelgan sacos de arena en el cuello durante horas. Lo golpean en los testículos y en los riñones. Le inducen diarrea al ponerle sulfatos al agua que le dan de beber. Todo esto con el fin de minar su natural fuerza y llegue débil al ruedo y en completo estado de desorientación. Se le unta grasa en los ojos para dificultarle su visión y en las patas se les pone una sustancia que le produce ardor y escozor y le impiden mantenerse quieto, así el torero no deslucirá su actuación”.

EL CABALLO DE LOS PICADORES.- Se eligen a caballos que no tienen valor comercial, porque el animal muere en 3 o 4 corridas, a lo mucho. Es muy habitual que el animal sufra quebraduras múltiples de costillas por las cornadas de los toros, al momento que el picador se acerca para picarlo. Se les coloca un peto simulando que se les protege, pero en realidad se trata de que el público no vea las heridas del caballo cuyas cicatrices frescas quedan en evidencia aún para el espectador que se encuentra sentado en el punto más lejano del recinto en donde se lleva a cabo elespectáculo”.

EL TRABAJO DEL PICADOR.- Si el torero percibe que el toro embiste con mucha energía, ordena al picador hacer su trabajo: consistente en desangrar al toro para debilitarlo clavándole en el lomo una lanza que destroza músculos. Destroza además, vasos sanguíneos y nervios. Esto es para que el torero pueda brindar la expresión artística que se supone debe tener el espectáculo. Un solo punzazo podría destrozar al toro, por eso se hace en tres tiempos “para mayor goce de la afición”

LAS BANDERILLAS.- Las banderillas aseguran que la hemorragia siga. Se intenta colocarlos justo en el mismo sitio ya dañado con la lanza del picador. El gancho se mueve dentro de la herida con cada movimiento del toro, y con el roce de la muleta, el peso de las banderillas tiene precisamente esa función.

Algunas banderillas tienen un arpónde 8 cms., y se les llama “de castigo”, a las cuales es sometido el toro cuando ha logrado evadir la lanza del picador. Las banderillas prolongan el desgarre y ahondamiento de las heridas internas. No hay límite al número de banderillas: tantas como sean necesarias para desgarrar los tejidos y piel del animal”.

DEMOSTRANDO VALOR.- “La pérdida de sangre y las heridas en la espina dorsal, impiden que el toro levante la cabeza de manera normal, es el momento que aprovecha el torero para acercarse. Con el toro ya cerca del agotamiento, el torero ya no se preocupa del peligro y se puede dar el lujo de retirarse del toro después de un pase especialmente artístico, echando fuera el pecho y pavoneándose al recibir los aplausos del público.

Cuando el toro alcanza este estado lastimero, el matador entra al ruedo en una celebración de bravura y machismo, a enfrentarse a un toro ya exhausto, moribundo y confundido”.

LA ESPADA.- “El toro es atravesado con una ESPADA de 80 cms de longitud, que puede destrozarle el hígado, los pulmones, la pleura, etc., según el lugar por donde penetre en el cuerpo del animal de hecho, cuando destroza la gran arteria, el toro agoniza con enormes vómitos de sangre. A la hora de matar, si el toro corre con un poco de suerte muere de una estocada, pero no como se piensa de una estocada al corazón si no que la espada penetra pulmones y diafragma, a veces una arteria mayor, y de ahí la hemorragia que se aprecia del hocico y de la boca. A veces mueren ahogados en su propia sangre”.

LA TORTURA SIGUE.- El toro, en un intento desesperado por sobrevivir, se resiste a caer, y suele encaminarse penosamente hacia la puerta por la que lo hicieron entrar, buscando una salida a tanto maltrato y dolor. Pero entonces lo apuñalan en la nuca con el DESCABELLO, otra larga espada que termina en una cuchilla de 10 cms. A pesar de estos terribles tormentos, el animal no suele morir de inmediato por su gran fuerza, pero finalmente cae al suelo, porque la espada a ido destrozando sus órganos internos”.

Y EL ESPECTÁCULO CONTINUA! – Lo rematan con la PUNTILLA de 10 cms. con lo que intentan seccionarle la médula espinal, a la altura de las vértebras atlas y axis. El toro queda así paralizado, sin poder siquiera realizar movimientos con los músculos respiratorios, por lo que muere por asfixia, muchas veces ahogado en su propia sangre, que le sale a borbotones por la boca y la nariz.

Después que le destrozan las vértebras, el toro pierde el control sobre su cuerpo, desde el cuello hacia abajo, sin embargo hacia arriba se mantiene intacto, por lo que esta conciente de todo el horror y de cómo es arrastrado fuera del ruedo”.

NO LES INTERESA MUCHO CAMBIAR .. “es más, hay un gran negocio ,el turismo , la transmisión de tv , las postales, etc... en fin , así estamos... más importante que la vida es el dinero y las tradiciones, bueno , el hombre tiene como la mayor tradición eso: MATAR”.

Sin embargo, a pesar de la crudeza de estos detalles, desconocidos por muchos de nosotros, existen también grupos y asociaciones defensores de las corridas de toros. Sus argumentos giran, principalmente, en función de los tres puntos ya señalados: arte, deporte y cultura.

Llegado a este punto,corresponde exponer los argumentos de la otra cara del conflicto: la de los defensores de la corrida de toros. Al respecto han circulado muchos manifiestos lo que, para el caso, me permito transcribir (en parte) uno más reciente dado a conocer por los cultores de la lidia en Colombia el año 2008

Manifiesto por la defensa de la tauromaquia

ASOCIACION PRO DEFENSA DE LA FIESTA BRAVA 'ASOTAURO'

1. La tauromaquia es una manifestación cultural de los pueblos de la península ibérica y de algunos países latinoamericanos que heredaron esta práctica en procesos de transculturación a través de la historia.

2. Entendemos por cultura como el proceso en el que los individuos construyen, comparten y transforman sus sentidos. Sentido es el conjunto de representaciones, símbolos, arquetipos, conceptos y significados construidos históricamente:

3. La tauromaquia representa la evolución social de España, desde su estructura feudal, con una fiesta protagonizada en principio por caballeros aristócratas, pasando por la revolución industrial, con un nuevo protagonista, el torero de a pie, de extracción popular, una proyección del proletariado, hasta su consolidación como espectáculo de masas.

4. Es un arte porque cumple las tres condiciones fundamentales para poseer dicha categoría: Su fin es producir una emoción estética; como tal, está en perpetua evolución; y como todo arte, se ejecuta para un público.

5. Su existencia permite, además, la conservación de patrimonios culturales.

6. Económicamente representa la generación de riqueza, el pago de impuestos y la inversión de capitales, muchos de los cuales se dirigen a obras solidarias de un gran impacto social. Además, ofrece empleo a centenares de personas que pueden acceder, gracias a la existencia de la fiesta, a un ingreso y a una oportunidad laboral digna.

7. Los adultos que son profesionales de esta actividad y los jóvenes que aspiran a serlo, encuentran en la tauromaquia un espacio de expresión y de realización artística y profesional

8. Ecológicamente, contrario a lo que sus contradictores argumentan, la tauromaquia posibilita la conservación de una especie que fue extinguida en el resto del mundo. Es la especie de la que se tienen los más completos registros genéticos del mundo, superiores a los equinos.

9. Estudios de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, demuestran que el umbral de dolor del toro bravo es muy alto. Este animal libera durante la lidia grandes cantidades de betaendorfinas, con un alto efecto analgésico que bloquea en grandes proporciones el dolor. Además, el toro libera menos cantidad de cortisol durante la lidia, es decir, su nivel de estrés es más bajo que en otras circunstancias.

10. La abolición de este tipo de manifestaciones tiene como consecuencia la homogenización y estandarización de prácticas culturales, cada vez más promovida por tendencias hegemónicas y de libre mercado.

11. La fiesta brava es un acto democrático. Lo rige un reglamento, genera diversas opiniones y permite la calificación colectiva. Como tal, reproduce en su dinámica los conceptos legislativos, ejecutivos y judiciales, soportes de las sociedades occidentales.

12. Las expresiones culturales no surgen por decreto, simplemente existen o no.

13. La democracia se soporta en el respeto a la diferencia y a la ley. La tauromaquia es una actividad reconocida por la constitución colombiana. Los gobernantes, las autoridades y los servidores públicos deberán promoverla y protegerla.

Por todo lo anterior, quienes gustamos de la tauromaquia, tenemos derecho a cultivar nuestros gustos y aficiones. La libertad se basa en el derecho a la diferencia. Así como debemos respetar la libertad y los derechos fundamentales de quienes no comparten nuestro gusto, tenemos derecho al mismo gesto de reciprocidad.

Los taurinos tenemos derecho a hacer valer todos nuestros derechos. Todo derecho supone un deber, como lo plantea el filósofo Fernando Savater. Los taurinos entonces también tenemos el deber de asumir la defensa de aquello que queremos. La fiesta es actualmente atacada con diversas campañas de desprestigio, a veces desde los argumentos, muchas otras veces con ausencia de ellos. Su defensa debe tener una respuesta inmediata La defensa de los valores exige también su consolidación. Esto es, la construcción de una fiesta que, a su vez, cumpla las normas y respete los derechos de la afición y el cabal cumplimiento de sus expectativas. Esto se logra con la organización de festejos que se ajusten, sin excepción, al respeto al toro como eje central de la fiesta, a los artistas y sus derechos fundamentales, y al público con el estricto cumplimiento del reglamento nacional.

La defensa de la fiesta no debe ser un simple ejercicio retórico, va más allá de los simples pronunciamientos colectivos. Exige ante todo un compromiso. Los aquí firmantes, asumimos a fondo esta responsabilidad. Acogemos y apoyamos La Plataforma Taurina de Colombia, que hoy nace, nos comprometemos con trabajar para el logro de sus propósitos e invitamos a la integración de todos los estamentos de la fiesta en Colombia en torno a ella.

Firmado en Medellín, Colombia, a los 12 días del mes de julio del 2008.

Expuestos los argumentos de las dos caras del conflicto, los que no hemos asistido nunca a una corrida de toros, tenemos elementos más que suficientes para discernir libremente al respecto.

Con todo, habría que agregar otro argumento explicitado claramente en otros manifiestos. En efecto, los defensores de la lidia, ponen en el mismo plano la muerte de los toros en las corridas, con la muerte de los animales en granjas y mataderos. Reclaman que si los defensores de los derechos de los animales, quieren abolir la muerte del toro en la lidia, resulta inconsistente que éstos no pidan lo mismo para impedir la muerte de aquellos animales destinados a morir engranjas y mataderos. A decir verdad, una comparación absurda que no resiste mayor análisis en tanto no apunta al meollo del asunto en cuestión.

Pero, vamos por parte

En efecto, la muerte por causas no naturales de todo ser vivo (persona o animal), es un hecho lamentable. Sin embargo existe diferencia entre la muerte del toro en la lidia y la muerte de los animales en granjas o mataderos. La muerte del primero se produce, como ya hemos visto, tras infligirle una dolorosa tortura, meticulosamente preparada desde 24 horas antes de salir al ruedo, en cambio, la muerte de los animales en granjas y mataderos se produce en cuestión de segundos, sin infligirles tortura previa, ni someterlos a una lenta agonía por desangre. Esa es la diferencia, cuestión en lo cual no hay donde perderse.

Sobre este punto insisten, los defensores de la lidia, que siendo legal sacrificar a los animales en granjas y mataderos esto termina por transformarse en un hecho moralmente aceptable por la sociedad. Siendo así, concluyen, la tauromaquia por tener reconocimiento legal (sólo en algunas regiones, de algunos países) debe ser también un hecho social moralmente aceptable.

Curiosa simetría, por decir lo menos. Que una práctica sea legal y/o considerada moralmente aceptable por la sociedad no implica que sea justa; en el pasado se han dado casos de esclavitud y otras prácticas injustas, aceptados legal y moralmente por la sociedad, y no por ello dichas prácticas fueron justas. Además, un fallo no justifica otro fallo. El que la ganadería sea legal (como es de esperar, dado que la inmensa mayoría de la sociedad no ve un problema en la misma) no justifica ni obliga que la tauromaquia deba serlo.

Por lo demás, el hombre desde que es hombre, como una especie animal más, a diferencia de las otras especies, es tanto herbívoro como carnívoro. Por tanto, resultaría del todo imposible exigirle, de la noche a la mañana, transformarse en una especie puramente herbívora, condenado a alimentarse poco menos que de puras lechugas. Eso sería un imposible, tanto para los abolicionistas como los defensores de la lidia; es más, sería ir contra natura.

Ahora bien, en lo que dice relación de constituir una arraigada tradición cultural, no avala de por sí mantenerla indefinidamente en esa condición de tal (cultural). Bajo el mismo expediente, tendríamos que aceptar la ablación de los clítoris, o mutilación de los genitales de las mujeres en ciertas regiones de Africa, una costumbre ancestral que no por ser tal, la sociedad actual se encontraría impedida por erradicarla, justamente, por ser una práctica aberrante ejercida contra el derecho de las mujeres de disponer libremente de sus cuerpos, sin mediar ningún tipo de coacción, para el caso, porque así lo disponga una arraigada tradición cultural.

Lo mismo pasa con aquella práctica del uso del burka por las mujeres en Afganistán. Como sabemos, no se trata de los velos que se utilizaban en el Magreb para ocultar la cabellera, sino de unos velos que no dejan ver prácticamente nada de la persona, que, así vestida, pasa entre nosotros como una sombra ausente y misteriosa. En fin, habrían muchos otros ejemplos de similar especie que no por existir, inhiben nuestra disposición a eliminar prácticas de similar especie.

En lo que dice relación, invocar la libertad para decidir libremente entre una y otra opción, hay que recordar que la libertad, tal como metafísicamente la pensamos, siempre ha sido y será una quimera, siempre va a tener un límite. ¿Cuál sería este límite? No pareciera ser la pregunta del millón. Para nosotros defensores de los derechos de los animales, el límite para este caso está dado inequívocamente, por impedir se le siga infligiendo tortura y dolor en forma tan cruel y macabra al toro, como efectivamente se le hace objeto en la arena y,más para peor, desde horas antes de entrar en ella. Los que sigan invocando el nombre de la libertad para seguir con estas repudiables prácticas, quiere decir, en mi opinión, que deben andar muy mal de la cabeza.

En lo que respecta a asimilar estos espectáculos a un deporte, a decir verdad ello va a contrapelo con los fundamentos de fondo que dan vida y esencia a la razón de ser de un espectáculo deportivo. Como sabemos, su razón principal implica una competencia, una contienda o una lid entre contendores que se encuentran en las mismas condiciones físicas para competir.Como sabemos, en la lidia de toros esa idea fuerza se rompe al disminuir artificialmente, desde 24 horas antes, la natural fuerza física del toro, para facilitar su muerte por el torero con el que se le condena a lidiar en forma desfavorable.

Finalmente, en lo que dice relación a asimilarlo a un arte, un argumento discutible, en tanto en la sociedad que pretende autodefinirse como posmoderna, a cualquier espectáculo se le cuelga el nombre de arte. Sería pretencioso de mi parte partir de alguna definición de lo que es arte porque ello complicaría más la cosa. Después de todo, ¿cuántas definiciones encontramos hoy para definir lo que es arte de lo que no es? Por ahí no va la cosa, de eso estoy seguro. Creo que para salvar esta dificultad lo mejor es recurrir al sentido común, un expediente bien útil que pocas veces falla.

Recuerdo, hace algunos años se publicitó una acción en el Museo de Arte Contemporáneo, contiguo al de Bellas Artes, consistente en exponer ante el público pececillos vivos metidos dentro de una pecera, la que se activaba con corriente eléctrica para ver la reacción del público presente. Para mi gusto una acción cruel que contiene una rara mezcla entre sadismo, barbarie, morbosidad y estupidez también. Francisco Brugnoli, distinguido hombre de la cultura defendió públicamente los elementos implícitos contenidos en dicha “acción de arte”. Sin embargo, por más que se dio vueltas de carnero para muchos sus argumentos no nos convencieron.

En otra arista, hace algunos añosen el diario “Las últimas noticias” (no me acuerdo del año) del 16 de agosto, en su página Nº 35, rotulada como página de “cultura”, se publicaba el siguiente anuncio: “Mujeres se depilan el pubis en provocativa muestra de arte”. Esto se anunciaba para publicitar la muestra del cuadro “El origen del mundo” de Gustavo Courbet. Mientras el autor de la “acción de arte”, Alex Meza, en un video exhibido junto al cuadro, rasura el vello púbico de anónimas modelos. Esta muestra de arte (¿) se anunciaba sugestivamente así, en la galería de arte “Balmaceda 1215”.

Pues bien, para mi gusto, así como ni los sufridos pececillos en la pecera, ni la depilación de los pubis de esas modelos son arte, tampoco lo podría ser ver a un sufriente y dolorido toro ser objeto de un verdadero culto o ritual de muerte para el gusto y disfrute de un público morboso que algo mal le debe andar funcionando en sus hormonas. En uno y otro caso, lo que apenas si sucede es la representación de un espectáculo que puede gustar o no, pero de allí a definir eso y esto otro como arte dista un mundo de distancia.

Por último, el argumento que existirían estudios científicos que supondrían que la constitución genética del toro lo hace ser más soportable al dolor que al resto de las otras especies animales, es un expediente que raya en la estupidez. Otra cosa no se podría decir sobre este falaz y miserable argumento. En fin, todo valga para sustentar una posición que desde todos los puntos de vista argumentales hasta aquí dados a conocer, por los que defienden la tauromaquia, a toda vista son débiles e insustentables.

El filósofo Federico Nietzsche hablaba de “la enfermedad llamada ser humano”. Con esta frase quiso sintetizar que el ser humano es un ser paradójico, sano y enfermo, a la vez. Siguiendo en esta línea, más adelante otros dirán que el ser humano es a un mismo tiempo sapiente y demente, ángel y demonio, diabólico y simbólico. En tanto Freud dirá que en él hay dos instintos básicos: uno de vida que ama y enriquece la vida y otro de muerte que busca la destrucción y desea matar. Importa enfatizar que en él coexisten simultáneamente las dos fuerzas. Por eso, nuestra existencia no es simple sino compleja y dramática. En ocasiones predomina la voluntad de vivir y entonces todo irradia y crece. En otros momentos gana la partida la voluntad de matar y entonces se producen violencias y crueldades.

Partiendo de estas ideas tendríamos que los defensores de los derechos de los animales son los que irradian luz, alumbran la vida, en cambio, los defensores de la muerte de los toros en la lidia irradian los instintos de crueldad, sadismo y violencia. ¿Podemos superar este desgarro en el ser humano? Fue la pregunta que A. Einstein planteó a S. Freud en una carta del 30 de julio de 1932: « ¿Existe la posibilidad de dirigir la evolución psíquica al punto de tornar a los seres humanos más capaces de resistir a la psicosis del odio y de la destrucción?» Freud respondió con realismo: «No existe la esperanza de suprimir de modo directo la agresividad humana. Lo que podemos hacer es recurrir a vías indirectas, reforzando el principio de vida (Eros) contra el principio de muerte (Tantos)”.

Esta señalada antonimia, esta contradicción que hay en el ser humano se encuentra perfectamente retratada, en las posiciones de los defensores de los derechos de los animales que luchan por prohibir la tauromaquia, y los defensores de la lidia que asumen esta postura sin importarles la violencia, tortura y desgarro a que es sometido el animal en tan espeluznante espectáculo.

Nietzsche invocaba al hombre a volverse al “sentido de la tierra”, volverse a la naturaleza, al cosmos plural e inconmensurable en que habitamos. Por eso no fue casual que envió a Zaratustra subir a la montaña para vivir sólo en compañía de sus animales (águila y serpiente). Tampoco fue casual que el 3 de enero de 1989, estando en una plaza de Turín, al caer abatido por la implosión final de su cerebro que lo sumió en la locura, lo haya hecho abrazándose al pescuezo de un caballo que era azotado por su amo.

Sin duda, si Nietzsche viviera hoy se sumaría a alguno de los grupos defensores de los derechos de los animales. Y esta convicción se hace más cierta cuando leo y releo uno de sus más hermosos aforismos.

“Las fiestas de Dioniso no sólo establecen un pacto entre los hombres, también reconcilian al ser humano con la naturaleza. De manera espontánea ofrece la tierra sus dones, pacíficamente se acercan los animales más salvajes: panteras y tigres arrastran el carro adornado con flores de Dioniso. Todas las delimitaciones de casta que la necesidad y la arbitrariedad han establecido entre los hombres desaparecen: el esclavo es hombre libre, el noble y el de humilde cuna se unen para formar los mismos coros báquicos. En muchedumbre cada vez mayores va rodando de un lugar a otro el evangelio de la armonía de los mundos…” (La visión dionisíaca del mundo)

Y todo esto, claro está, en mi modesta opinión, a propósito del tema de la prohibición de la lidia de toros, por la que luchan los defensores de los derechos de los animales, opiniones por cierto, a las cuales me sumo incondicionalmente. No podría ser de otro modo.

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1 comentario:

Henry Stephen dijo...

la tauromaquia no es ni arte, ni cultura, ni deporte, ni ocio, ni entrenimiento. La tauromaquia = NADA.

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