sábado, 19 de marzo de 2011

Carta a un toro

Toro de Altamira

“En un principio eras tú, el toro”…

Así cuentan la creación las tablas de arcilla encontradas en Babilonia, escritas por los sumerios hace 4.000 años.

Mucho antes, hace 13.000 años ya dejaron tu imagen artistas paleolíticos, en las paredes y techos de las grutas que habitaron.

Tú estabas en esta tierra antes que el hombre, como casi todos los animales, y eras un dios. Por eso el humano, en su tremenda inferioridad, te adoraba… o envidiaba, pero también te temía y traicionaba, ideando trampas mortales para vencerte.

Se enfrentaba a ti en grupos, emulando a los lobos, para darte muerte, comer tu carne y cubrir su cuerpo con tu piel.

Eras negro de grandes dimensiones y fuerza, tu porte y valentía nada tenían que ver con tu pariente el Bisonte. Tu nombre era Uro (Toro salvaje) y dominabas en los bosques europeos y mediterráneos.

Eran civilizaciones ancestrales y sus ritos sagrados. Eran luchas por la supervivencia y era la selección natural.

Querido toro, a ti al actual toro bravo, al animal, no al producto, porque actualmente es en lo que te han convertido, en un producto bruto de la industria ganadera, del comercio más cruel y egoísta ideado por el ser humano para humillarte, el comercio de la tauromaquia.

Has llegado hasta aquí cautivo, atrapado por esta civilización que ya no necesita tu fuerza de Dios, ni tu carne ni tu piel para sobrevivir. Te han sacado de tus bosques y aprovechando lo poco que queda de tu bravura inicial, unos cuantos perturbados han inventado un negocio, tú tortura por dinero.

Da igual el nombre que le den: lidia, corridas de toros, encierros, becerradas, toros embolados, ensogados, vaquillas, tientas, entrenamientos, festejos populares, fiestas privadas… a cual más sangrientas y torturadoras.

Dependiendo de para que te venden los del negocio, así vales en dinero. Desde 3.000€ hasta 30.000€ si vas a ser torturado en una plaza “importante” donde hay muchos espectadores para verte sufrir y morir.

Quiero pedirte perdón como especie inferior que somos, perdón por anularte, por interferir en tu camino biológico…

Hoy he sabido de las manipulaciones genéticas que están haciendo a tu especie, de los experimentos crueles, ocultos tras el “progreso” de las industrias ganaderas. Sé que tras tu agonía en las plazas de toros es extraído tu semen para ser manipulado e inseminado después en las hembras de tu especie. A veces con resultados nefastos.

¿Buscan el toro muñeco?... que parezca fiero pero que no sea, que dé el espectáculo deseado para los sedientos de sangre, pero que no vea, no coordine, no respire y desfallezca en el justo momento en que su verdugo lo decida. El toreo es un fraude total, desde que empieza hasta que arrastran tu cuerpo, generalmente aún vivo, pero paralizado.

Sé que somos muchos los que queremos ayudarte, sólo por respeto, por agradecimiento a tu especie y porque tenemos una deuda contigo.

Y lo sé porque basta con iniciar un movimiento a tu favor y se unen a miles, en las redes sociales… A la espera de que alguien les guie, los conduzca a la solución. Pero los que te tienen son poderosos, embaucadores y sordos. No entienden nuestras razones, sólo la razón del poder y el dinero. Y quienes los siguen son gente anclada en la prehistoria, sin pensamiento propio, sin ningún planteamiento de por qué lo hacen, suelen decir que por tradición… una razón bastante ambigua. O si se definen, por que les gusta, entonces es más grave pues son unos monstruos que necesitan de tu dolor para su diversión.

Quiero darte algo de esperanza, y quiero prometerte que lo que me quede de vida, dentro de mis limitaciones, lo dedicaré a tu causa.

¿Sabes hermano toro? Yo me crié, en mi más tierna infancia allá en La Dehesa extremeña, rodeada de vacas negras, bravas y menos bravas. Recuerdo haber compartido contigo en muchas ocasiones la leche de tu madre. Cuando tu ya no querías más, después de haberte amamantado ella, alguien con una jarrita de cerámica la ordeñaba una ración para mi… pura, templada, dulzona… gracias hermano toro.

Tal vez un día este país reciba un aviso o una advertencia, una llamada a la razón y entienda que está mal lo que hacen contigo. Hoy día tus parientes, el bisonte, aquel que era más bruto y menos agraciado que tu, pactan libremente en inmensos parques nacionales en diferentes países de Europa y América. Yo quiero verte así, sin verdugos, sin torturas, sin finales dramáticos. Sin sobre explotación de tu especie y conservando dignamente y respetando lo que aún queda de ti.

Tal vez aquella leche que compartimos en armonía me ha hecho ver la bondad de tu especie. Nunca te puse nombre pequeño torito, hoy se que eras el Toro Ibérico, un legítimo descendiente del Toro salvaje europeo.

Pepi Vegas Carrasco. Artista plástica.

www.pepivegas.com

http://www.kaosenlared.net/noticia/carta-a-un-toro

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