viernes, 13 de agosto de 2010

El cupón toca y se llama Jéiser



HUESCA.- Tiene 21 meses y su capa es de color negro y fuego. El animal exhibe una buena planta, pero todavía es más llamativa su inteligencia y su alto nivel de adiestramiento.

Todo ha sido preparado, incluso ya con sus progenitores antes de su fecha de nacimiento, el 8 de octubre de 2008, para que se convierta en un eficaz lazarillo. A su camada se le asignó la "J" y los nombres de todos sus hermanos empiezan por esta letra.

La ONCE puso en marcha su proyecto de Escuela de Perros Guía en 1990, y estableció su sede actual en Boadilla del Monte, a unos 15 kilómetros de Madrid, en el año 1999. La plantilla es de 54 personas y el año pasado produjo 105 perros guía, al margen de los cachorros desechados, que se sitúan en un 10 a 15 por ciento de media. La escuela, además, tiene un concierto con otra americana, que les facilita entre 24 y 30 animales más.

El programa de cría es muy estricto y selectivo. Sesenta días después de su nacimiento, el perro es acogido por una "familia adoptiva", seleccionada de acuerdo a unos criterios establecidos y que firma un contrato donde se compromete a seguir unas pautas. La escuela, por su parte, asume la manutención, revisiones veterinarias y un seguro de responsabilidad civil. La Escuela tiene un compromiso de velar por sus perros desde que nacen hasta que mueren.

Durante los diez meses siguientes, la familia tendrá la misión de socializar al animal para que se familiarice con toda clase de estímulos. El Departamento de Supervisión de Cachorros vigila que el temperamento del perro evolucione acorde con los objetivos y va dando pautas de manejo del cachorro a la familia educadora. Por ejemplo, el perro tiene que ir desde pequeño en el lado izquierdo y hacer sus necesidades gradualmente en función de un comando y de forma rutinaria. A la familia educadora le amparan los mismos derechos que al perro guía, es decir, lo puede llevar a hoteles, autobuses, restaurantes y, en definitiva, a cualquier entorno o espacio público, salvo un quirófano. Es una ley de la Comunidad de Madrid, pero de momento las familias que trabajan en este programa están distribuidas sólo en un radio de 50 kilómetros alrededor de la escuela.

Al cumplir un año, el perro regresa a la escuela. Durante el primer mes, los entrenadores evalúan el temperamento del perro y a continuación le empiezan a enseñar unas técnicas de movimiento y de trabajo básicas, a llevar un chaleco de cuero y las primeras técnicas de desplazamiento en línea recta, parada en bordillos y algunos otros conceptos generales.

A continuación, intervienen profesionales como Eloy Aranda Flores, el instructor de Jéiser, que rematan áreas de trabajo iniciadas por los entrenadores, desarrollan otras nuevas en las que va a primar la iniciativa del perro y seleccionan el perfil del animal en función de las necesidades del futuro usuario. "No todos los perros valen para cualquier persona. Pueden ser más o menos ágiles, más o menos sensibles a nivel corporal, con mayor o menor iniciativa, o con diferente capacidad de adaptación a las nuevas situaciones", explica Eloy.

La escuela funciona sobre todo con tres razas, Labrador, Golden Retriever y Pastor Alemán, aunque a nivel interno también se realizan cruces entre Labrador y Golden. Una vez seleccionado el perro se convoca un curso, que puede ser residencial, semidomiciliario y domiciliario. Ricardo Espiérrez ha participado en un curso domiciliario, que se ha desarrollado en Huesca a lo largo de los últimos siete días.

Una persona se traslada para trabajar una semana intensivamente con el usuario y el perro en su propio medio, durante las horas que establece Federación Internacional para poder confirmar que la unidad puede desplazarse con seguridad.

En el residencial, tres o cuatro usuarios viajan a Madrid y permanecen allí durante dos semanas y media y de allí se trasladan durante un día y medio a las localizaciones de cada usuario. Finalmente, se realiza un programa de seguimiento para comprobar la evolución de la unidad.

Cuando el perro es mayor y se decide jubilarlo, el usuario, que firmó un contrato de usufructuario, puede quedarse con él. Otras opciones permiten que lo acoja alguien del entorno de la persona con deficiencias visuales, la familia que lo educó, la propia escuela y, más recientemente, han sido requeridos también por centros de día y de ancianos por sus idóneas características.

UN PERRO ÁGIL Y DINÁMICO

Ricardo Espiérrez ya ha tenido otros dos perros guía, en ambos casos, sendos labradores. El último, Sus, llegó con él a la capital altoaragonesa, cuando fue nombrado director de la Agencia Administrativa de la Once en Huesca. Sin embargo, no se adaptó bien. Ricardo es una persona que necesita un perro ágil, dinámico, de paso largo y que cuente con una sensibilidad mental. Jéiser, en principio, cumple con estas premisas.

Eloy llegó a Huesca el pasado 25 de julio y el primer paso fue la presentación del usuario y el perro. Esa noche, Jéiser durmió con el instructor, para evitarle mayores cambios. La primera jornada de trabajo fue el lunes, 26 de junio, y consistió en enseñar al Pastor Alemán, listo con su arnés, la ruta de casa al trabajo, y viceversa, así como el lugar donde a partir de ahora tendrá que hacer sus necesidades. El instructor acompañó a la unidad en esta toma de contacto y se permitió cierta relajación del animal. Los perros guía, observa Ricardo, están acostumbrados a memorizar recorridos y Jéiser fue tomando ya buena nota. Después, durante las horas de trabajo de despacho, el animal se quedó con Ricardo y Eloy regresó al término de la jornada laboral, para acompañarles a casa.

El segundo día, volvieron a quedar a primera hora de la mañana, para evitar las sofocantes temperaturas estivales. Ricardo tenía que seguir intentando hacer comprender a Jéiser, que a partir de ahora Eloy ya no va a ser su líder, lo va a ser él. Repitieron de nuevo la ruta al trabajo, se incorporaron otras nuevas y se le enseñó a buscar kioskos de la Once. "Por cierto, el primer día ya identificó dos", apostilla Ricardo acariciando con cierto orgullo a su perro.

Eloy recuerda que para poderse guiar por un perro, la persona tiene que saber de dónde parte y a donde quiere llegar, es decir, debe tener un croquis de la ruta en su cabeza. Por su parte, el animal se encargará de tomar decisiones en cuanto a localización de barreras arquitectónicas tales como vallas, bordillos, escalones laterales y de bajada, escaleras mecánicas y puertas. "El perro no toma la decisión de cruzar una calle, la toma la persona en función de la situación del momento, mediante la utilización del oído. Pero, si la persona falla y cruza cuando viene un coche, el perro va a detenerse y le va a dar una segunda oportunidad", explica el instructor.

El miércoles, Ricardo realizó el recorrido de casa al trabajo solo con Jéiser, aunque observados a distancia por Eloy. "Le notabas que todavía busca al instructor, pero la cosa fue bastante bien. Llegamos al trabajo y cuando volvimos a salir, le indiqué al perro que fuera hacia la izquierda, pero no quería -explica Ricardo-. Me llamó el instructor por teléfono y me dijo que habían puesto vallas. Cuando estás compenetrado con el perro sabes que eso lo está haciendo por algo. Normalmente, el que se equivoca es el usuario".

Por la tarde, se ejercitó una obediencia más exigente en el campo para obtener un mayor control sobre el perro, ante la presencia de bastante gente, personas tirando palos a perros y niños jugando.

El jueves, en la intermodal, y gracias a las facilidades y amabilidad de responsables y personal de la estación de tren, Ricardo y Jéiser efectuaron ejercicios en escalera mecánica y la manera de abordar la presencia en un andén para evitar la posibilidad de caer a la vía o cualquier otro accidente. Ricardo es una persona que viaja y su deseo es ser lo más autónomo a la hora de realizar ésta y otras aficiones, además de resolver los problemas que puedan surgirle en su vida cotidiana.

El viernes se centraron en afrontar uno de los escollos más importantes: el tráfico. "Se somete al perro a una desobediencia inteligente. El animal se para cuando llega al bordillo, pero es el usuario el que le dice cuándo hay que cruzar. El tráfico fluido es lo mejor, porque oyes cuándo los coches paran en un semáforo en rojo. Los ciegos tememos mucho las obras y las motocicletas que hacen tanto ruido porque nos hacen perder la audición. Si me equivoco y doy la orden de pasar, el perro tiene que rehusar la orden".

En España todavía no hay demasiado conocimiento sobre la labor que realizan los perros guía. Hasta que se puso en marcha la Fundación ONCE del Perro Guía, los animales se traían de Detroit. En otros países, su uso está más extendido y en Inglaterra, por ejemplo, es frecuente ver perros que asisten también a personas con problemas de audición y otras discapacidades. Quizá por eso a veces no sabemos cómo tratarlos y les prestamos una atención que puede ser válida para otro tipo de animales, pero no para estos. Por ejemplo, es desaconsejable captar su atención mediante caricias, silbidos, ruidos o el suministro de comida cuando están guiando a una persona, porque se les puede distraer y propiciar que incurran en algún error, con el consiguiente peligro para el usuario. "Al perro se le puede tocar y darle de comer, pero con control, cuando esté parado, cuando sepa que se le deja un tiempo para ello", apunta Eloy.

UN SERVICIO DE LA ONCE

El perro lo puede solicitar cualquier persona afiliada a la ONCE, de nacionalidad española y mayor de edad, pero después hay un complejo engranaje para valorar si el demandante es apto para tener el perro. El usuario recibe el animal gratuitamente y es la Fundación ONCE del Perro Guía la que realiza todo el esfuerzo económico, un servicio para sus afiliados que son los que generan los beneficios a través de la venta del cupón. Por eso, Ricardo Espiérrez recuerda, una vez más, que el famoso sorteo de la organización, además de un juego de azar, es una manera de contribuir al desarrollo de un entramado de servicios sociales, que contribuyen a la integración de las personas, la autonomía personal y la creación de empleo para personas con discapacidad.

http://www.diariodelaltoaragon.com/NoticiasDetalle.aspx?Id=642921

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Compañeros, siento estar en desacuerdo con este artículo. Los animales no son nuestros instrumentos, no son nuestros esclavos, no existen para que saquemos un beneficio de ellos.
Sé que lo que digo no le agrada a muchísima gente, incluso a muchos "mascoteros", pero aunque la verdad duela, hay que decirla.
Hace pocos meses murió mi perra Mara, en agosto cumpliría catorce años. Jamás, jamás habría permitido que mi Mara hubiese sido explotada, sí explotada para ningún trabajo humano. Era un perro y tenía que vivir como perro. Alguien dirá que los perros que viven con nosotros no tienen libertad, que les hemos obligado a vivir con los humanos, es verdad, pero en mi caso y en el de muchos de nosotros, estos perros han sido rescatados de la calle, del abandono, si hubiesen permanecido allí, sus días estaban contados. Nunca la enseñe a hacer "monerías" propias de un humano, no la adiestré. Y como Mara, todos los perros que he recogido a lo largo de mi vida. Hemos vivido juntos como amigos, y yo me preocupaba por su manutención y su cuidado. Los perros guía no disfrutan de libertad para jugar con otros perros, con otros compañeros de especie. Cumplen una función y cuando dejan de cumplirla no sirven y se reemplaza por otro esclavo. Los humanos no tenemos derecho a crear máquinas animales. Es una muestra más de nuestra arrogancia y nuestra crueldad.

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con lo que dices. Este artículo está colgado para que se vea que los animales son una continua fuente de explotación de todo tipo (tortura, divertimiento, comida, etc.) y además son utilizados en beneficio propio y como ayuda fundamental. Los animales están sometidos a los humanos, como bien dices usados como esclavos. Saludos.

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