- • El inventario de fauna recopila 84 animales en peligro crítico y 13 ya extinguidos
- • Medi Ambient incluye finalmente al lobo, pero no se plantea ninguna reintroducción forzada
BARCELONA
El primer catálogo exhaustivo, objetivo y riguroso de toda la fauna de Catalunya, desde el más anónimo invertebrado hasta el emblemático oso pardo, ha llegado a la conclusión de que 259 especies merecen un trato preferencial: 84 son consideradas en peligro de extinción y otras 175 se califican de vulnerables. El inventario, elaborado por el Departament de Medi Ambient y actualmente pendiente de alegaciones, incluye especies habituales en otros países, pero también auténticas joyas cuya distribución mundial se limita a la península Ibérica o a Catalunya en exclusiva, como el tritón del Montseny y la lagartija pallaresa. No los hay en ningún otro sitio.
Aunque la normativa catalana, española y europea ya protege a la mayoría de las 259 especies, su incorporación al catálogo supone un estatus muy superior, dice Jordi Ruiz Olmo, jefe de servicio de Fauna y Flora de Medi Ambient. Un animal puede estar protegido –lo que implica que está prohibida su caza, entre otros aspectos–, pero no figurar en el inventario, resume: «Esto es un instrumento legal para decidir dónde invertimos el dinero disponible». En cierta manera, es como si la Generalitat, además de protegerlas, se comprometiera a ayudarlas. El lobo es una de ellas.
LIBÉLULAS, SALTAMONTES... / El responsable de Fauna opina que la elaboración del catálogo con unos estándares internacionales ha permitido «poner las cosas en su sitio». Así, decrece el peso de grandes mamíferos y aves, siempre tan presentes, y emergen algunos históricos olvidados, como libélulas, saltamontes, murciélagos y crustáceos.
En la elaboración se ha tenido en cuenta el extenso catálogo español, cuya última versión es del 2006, pero adoptándolo a Catalunya. Por ejemplo, el sisón, que en el conjunto de España es una especie «de interés especial», se convierte en especie «en peligro de extinción». También se ha incluido bibliografía muy reciente, como el descubrimiento e identificación del tritón del Montseny. Y se han eliminado especies que se han recuperado de forma espectacular en los últimos años, como la nutria, el ratonero y el azor. «Lo iremos actualizando», insiste Ruiz Olmo.
A su juicio, las especies más amenazadas se pueden agrupar en cuatro apartados. Primero, las típicas de alta montaña, como la perdiz blanca y el urogallo, muy vulnerables a un previsible aumento de las temperaturas. En segundo lugar, las que ocupan áreas restringidas, como un saltamontes que solo se ha detectado en el Montsant. El tercer capítulo lo forman las aves de hábitats esteparios, actualmente tan fragmentados y amenazados, como la ganga, la churra y el sisón. Finalmente, figuran animales que se enfrentan a un competidor exótico llegado en épocas recientes, como el cangrejo de río (frente al cangrejo americano), el turón (visón americano) y el galápago leproso (tortuga de Florida).
El catálogo cita como curiosidad 13 especies que se han extinguido en tiempos recientes, como el lince boreal, el lince ibérico y la foca monje, aunque Ruiz Olmo descarta reintroducirlas «por ahora». «No queremos repetir malas experiencias», dice en alusión a las dificultades sociales encontradas con el oso pardo: «Hemos de trabajar con las que tenemos. Cualquier reintroducción debe planificarse bien con un proceso participativo». La única excepción que se halla sobre la mesa es el grévol, un ave galliforme –emparentada con el urogallo– típica de la alta montaña. ¿Y el lobo, con avistamientos cada vez más frecuentes? No ha sido reintroducido, sino que ha llegado por sus propios medios, alega Ruiz Olmo, pero luego concluye: «Sí, también tenemos un programa de protección e indemnizaciones».
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