lunes, 22 de marzo de 2010

Metástasis del catalanismo (articlo de Quim Monzó)

La semilla del radicalismo catalán florece en el rompeolas de todas las Españas

Quim Monzó | 16/03/2010

Ni Almirall, padre relevante del catalanismo moderno, pudo imaginar que, un día, los signos identitarios catalanes se propagarían por la Península con un fervor que hace apenas unas semanas no podíamos prever ni siquiera nosotros, habitantes del siglo XXI. Recuerden que, hace unas semanas, antes de que las consecuencias de la nevada se convirtiesen en tema único de conversación, el tema único de conversación eran los toros. Desde todos los puntos del Reino de España, centenares de miles de voces clamaban contra el Parlament y su debate sobre uno de los símbolos sagrados de la españolidad. Decían que se debatía porque Catalunya odia a España, y que estar contra las corridas es una muestra de extremismo identitario.

Si ese es el planteamiento (y no, simplemente, acabar con el maltrato a los animales, aquí o en Pernambuco), salta a la vista que, sembrada sin saber cómo, la semilla del catalanismo empieza a florecer en el autodenominado rompeolas de todas las Españas, lo que demuestra que el nacionalismo catalán –paletos antitaurinos, recordémoslo– ha echado raíces en Madrid. El viernes fue en el puente de Segovia. Nacionalistas catalanes nacidos en Madrid colgaron una pancarta en la que ponía: "Tauromaquia abolición. Derechos para los animales". Los pancarteros explicaban que el 70% de los españoles están en contra de la Fiesta Nacional. Mientras, un escalador –conocida es la afección catalanista por los deportes de montaña– se descolgó por el puente, con otra pancarta: "Nuestra Esperanza, la abolición". (Esperanza, con mayúscula inicial: que quede claro el chiste). Eso fue el viernes. Anteayer, domingo, en la plaza Callao treinta madrileños se desnudaron, se mancharon con pintura roja y se pusieron banderillas bajo el brazo en protesta contra "la barbarie taurina", palabras que utiliza habitualmente el nacionalismo catalán más aldeano. Mientras esos treinta se exhibían desnudos, dos centenares más clamaban vestidos, también contra las corridas, tachándolas de "tortura" y pidiendo su abolición. Según El Economista, "el círculo de los jóvenes desnudos, que han sufrido el tiempo gélido de Madrid a pesar de que lucía el sol, ha sido rodeado por numerosos ciudadanos curiosos, que han animado y aplaudido la iniciativa". ¿Cómo se explica que haya madrileños que animen y aplaudan protestas contra las corridas si no es porque el cáncer del nacionalismo catalán más extremista corroe ya el corazón de España?

Por eso, viendo lo arraigado que está en Madrid y sabiendo que las encuestas auguran a ERC una debacle impresionante en las próximas elecciones (y resultados anodinos a Laporta y a Reagrupament), Puigcercós y los suyos tienen una posible solución a sus problemas: esperar a que convoquen elecciones al Parlamento madrileño y presentar candidatura. Dios aprieta pero no ahoga.

http://www.lavanguardia.es/lv24h/20100316/53897648180.html

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