"Quiero llegar a las casas de todos los señores que ven los toros
en Canal Plus, y con la misma calidad de imagen. A cualquier persona que
vea esto se le tiene que caer el alma a los pies", dice la cantante La
Ruina.
"Una vez que has visto la vida que llevan los animales y el
sufrimiento al que están sometidos, la reacción no puede ser otra que
compasión e indignación", explica el videoperiodista Jaime Alekos.
Advertimos
a los lectores de la dureza de las imágenes de los vídeos que
publicamos, en especial el grabado en corridas de toros. Precisamente
por ello, consideramos necesaria su publicación e instamos a que sean
vistos hasta el final.
Jaime Alekos es videoperiodista freelance. Colabora de forma habitual con Periodismo Humano,
medio para el que ha cubierto decenas de desahucios y manifestaciones.
El pasado viernes 27 de febrero fue detenido mientras cumplía con su
profesión en el desalojo y derribo de la casa de Ofelia Nieto 29, en
Madrid. Está en libertad con cargos. Sus vídeos son piezas de
sobrecogedora calidad.
La Ruina compone y canta sin ánimo de lucro, como medio de expresión y difusión de sus intereses y preocupaciones. Con Producciones Tapia ha publicado trabajos como ' Suenan sirenas' (grabado, mezclado y masterizado por Sonido Cerdo), ' Raíces y brotes' o la trilogía ' El Evangelio según La Ruina'.
Juntos, La Ruina y Jaime Alekos, están realizando una serie de cinco
trabajos (canción y videoclip, con instrumentales y mezclas de José
Tapia) sobre maltrato animal, que lleva por título ANIMALADAS.
Publicamos los dos primeros, 'El Show Más Grande del Mundo', sobre
circos, y 'El arte de matar', sobre tauromaquia. Y hablamos con ellos.
¿Por qué estáis haciendo ANIMALADAS?
JAIME ALEKOS: El proyecto parte de La Ruina, las canciones estaban hechas antes. La intención es empatizar con los animales.
Una vez que has visto la vida que llevan y el sufrimiento al que están
sometidos, no hace falta más, la reacción espontánea no puede ser otra
que la de compasión e indignación, como mínimo.
LA
RUINA: Hasta hace siete u ocho meses vivía ajena a la realidad,
auténtica y verdadera, del trato que se da a los animales, de las
salvajadas que se les hacen para la alimentación, el vestido y todo lo
demás. Cuando me di cuenta de cómo es esa realidad me quedé en shock una temporada.
Y, de pronto, de forma casi inconsciente, porque escribo de lo que me
ronda por la cabeza, empezaron a salir temas relacionados con el
maltrato animal: toros, circos, zoos, granjas de gallinas… Lo hablé con
Jaime y decidimos ponerles imágenes.
¿Habíais tenido contacto con el movimiento de defensa animal?
JA: No había hecho antes nada al respecto. Mi trabajo está centrado en
la documentación de desahucios, movimientos sociales y represión a estos
movimientos.
LR: Por una parte no era consciente de
lo que había, pero también tenía una especie de chip que me venía a
decir algo así como que con lo mal que están los humanos no tenía tiempo
que dedicar a los animales, que tenía que centrar mi atención en los
seres humanos. Descubrí que puedo prestar atención a los humanos y a los
otros animales, que lo uno no excluye lo otro, al contrario. Es perfectamente compatible preocuparte por las desgracias de los seres humanos y de los animales.
Sentí la necesidad de compartirlo, de expresarlo, de que otras personas
se den cuenta de que están ahora como yo estaba hace un año. No quiero
aleccionar, pero creo que igual que yo he podido cambiar mi punto de
vista puede cambiarlo cualquiera.
Los vídeos captan imágenes que no suelen llegar a grabarse. ¿Cómo se hicieron?
JA: Grabamos en varios circos, como el Gran Circo Mundial en Madrid, el Gran Circo Holiday en Móstoles, el Nadal y el Wonderland
en Valencia. Están grabados desde el público. En uno teníamos permiso
para grabar. Nos quedamos con la sensación de que al ser conscientes de
que había una cámara se cohibían de hacer ciertas cosas. A los demás
fuimos como público normal y grabé de la manera más discreta posible,
como si estuviera haciendo fotos. Las corridas de toros fueron grabadas en las plazas de Las Ventas y Las Rozas, en Madrid, entre septiembre y noviembre de 2014.
LR: No pensaba que del circo íbamos a sacar tanto material porque
sabían que estábamos haciendo fotos. Y aún así le dan una patada a un
dálmata, por ejemplo. Eso delante de una cámara con teleobjetivo. Si
cuando saben que les estás haciendo fotos los tratan así, qué no les harán cuando no hay cámaras.
JA: Es esencial fijarse en los microgestos de los animales. Hay un
caballo al que el domador va a hacer una caricia y se aparta de manera
refleja. Un comportamiento aprendido que muestra todo lo que hay detrás.
Cualquiera que tenga un gato es capaz de apreciar lo que esconden los
microgestos de los felinos en los circos. Son reacciones de miedo, de sometimiento, de humillación aberrante.
¿Cuál era la reacción del público ante lo que vosotros estábais percibiendo como claro maltrato?
JA: En las corridas de toros, la atmósfera era de celebración, de
alegría. En el caso de los circos, vi a un niño que tenía reacciones de
espanto cuando pegaban a los leones, pero todo está enmascarado por la música, se viste de espectáculo. Realmente, no se ve lo que subyace.
LR: Las bandas de música se introdujeron en las plazas para camuflar
los sonidos del dolor de los toros. Igual que en el circo, donde la
música es un estruendo absoluto. Y, aún así, se puede oír la
desesperación de los animales, sobre todo, los elefantes. Creo que una persona puede pensar en el arte de los toros desde la fila 15, porque se ve un bulto y un tío que hace una especie de baile.
Pero estoy convencida de que si esa persona se va a la barrera, y desde
ahí oye y ve lo que se le hace al toro, a mínimamente sensible y
empática que sea se dará cuenta de que ese presunto arte no se
justifica. El toro que aún mira mientras le están cortando las orejas no
quiere estar ahí.
El videoclip de las corridas de toros muestra una crueldad extrema.
LR: Fruto de ver las grabaciones de Jaime, de haber tenido que ir a lo
toros para hacer este trabajo y de ver muchas corridas para prepararlo,
he llegado a la convicción de que los toros son animales mansos,
igual que las vacas, y que lo que se hace es asustar a un animal que no
te iba agredir, que come hierba, que si vas a una dehesa y te ve, sale
corriendo.
JA: En la biografía de Belmonte se cuenta
que, para aprender a torear, cuatro o cinco toreros se colaban de noche
en las ganaderías. Tenía un rollo clandestino, de toreo a campo a
abierto, de chavales de los años 30 que lo querían imitar. La gente no
creía que se pudiera torear a campo abierto, precisamente porque el toro
se te va, el toro no te embiste. La técnica que usaban consistía en
acorralarlo, en cerrarle el paso unos y otros por todas partes cuando
reculaba. Solo llegaba a embestir cuando estaba completamente rodeado.
¿A dónde queréis llegar con ANIMALADAS?
LR: Yo quiero llegar a las casas de todos los señores que ven los toros
en Canal Plus y que, con la misma calidad de imagen que les ofrece
Canal Plus, si no mejor, disfruten de una corrida de toros como la
disfrutamos los cristianos que tenemos ojos en la cara. Ahí quiero
llegar. Mucha gente comparte los vídeos pero no puede verlos, y yo los
entiendo, porque cuando estás en el activismo estás saturado. Por eso mi objetivo no es llegar a los animalistas sino a las personas que no ven el sufrimiento porque nadie se lo ha enseñado así.
Estoy convencida de que en la mayoría de los casos no es falta de
empatía ni de sensibilidad, no creo que los taurinos sean gente que está
en su casa pensando en hacer el mal, sino que no se dan cuenta de en
qué consiste de verdad eso para el animal. Porque cualquier persona que vea eso se le tiene que caer el alma a los pies.
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