"Señor
consejero de Sanidad, (Javier Rodríguez) me dirijo a usted para
mostrarle mi respeto y admiración, y suplicarle desde la ignorancia de
un soldador y de su mujer --que se debate entre la vida y la muerte--,
le invito a que me explique cómo se pone un traje, ya que,
desgraciadamente, mi mujer no ha hecho un máster.
Teresa ha tenido media hora o poco más para aprenderlo a través de una compañera, y una vocación y humildad de la que usted carece.
Dice usted que nos fuimos de vacaciones, y que no estaría tan mala
(no amigo, no estaba tan mala, solo tenia ébola) y que se fue a la
peluquería. Mire usted, señor consejero de Sanidad, nadie dijo que no
pudiéramos hacer lo que hicimos, entre otras cosas porque el protocolo
no nos dijo que no se pudiera hacer.
Cuando ahora sé que en otros países se pone en cuarentena a los
sanitarios después de tratar a un paciente de ébola. Pero yo solo soy un
soldador, pero entiendo que si se hubiera hecho esto, mi mujer posiblemente no estaría debatiéndose entre la vida y la muerte, Excálibur estaría vivo y todas las personas, incluido yo, que estamos aislados, no estaríamos en un peligro potencial ante la enfermedad.
Y señor… yo, a diferencia de usted, no estoy bien comido porque mi
mujer se debate entre la vida y la muerte y no me pasa la comida. También estoy mal bebido, porque ya no me quedan líquidos de tanto llorar.
Lo único que estoy bien, es bien fastidiado. Pero a diferencia de
usted, señor consejero de Sanidad, le tengo un gran respeto, cosa que
usted no ha tenido por pereza.
Tenga usted pundonor y DIMITA".
Javier Limón
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