viernes, 1 de agosto de 2014

Ganemos la abolición

Una gran cadena humana por la abolición de la tauromaquia rodeará el próximo sábado 2 de agosto, a las 11.30 de la mañana, la plaza de toros de Pontevedra, ciudad donde se conserva la única de las doce plazas de toros estables que hubo en Galicia.
El movimiento abolicionista gallego, que nació como una pequeña coalición cívica para acabar con las subvenciones a las corridas de toros, se ha convertido en referente nacional e internacional, arrinconando al lobby taurino.
La plataforma "Galicia, Mellor Sen Touradas" ha logrado que los políticos se interesen por la abolición de un espectáculo que genera en Galicia una enorme oposición, y que asuman sus postulados a través del espacio parlamentario "Fronte Antitaurina".

Manifestación abolicionista en A Coruña. Foto: "Galicia, Mellor Sen Touradas"
Manifestación abolicionista en A Coruña. Foto: "Galicia, Mellor Sen Touradas"

Fue en 2008. Ciudadanos preocupados y colectivos se unen para conformar la que sería la primera coalición cívica contra la realización de festejos taurinos en territorio gallego. Una idea muy humilde, que nace con personas inexpertas en el desarrollo de iniciativas pero de la mano de expertos y organizaciones con muy buenas ideas, compromiso de futuro y experiencia en la creación de estrategia.

Han pasado ya seis años y se podría decir que el primer objetivo de aquel grupo de personas anónimas se ha cumplido. La plataforma "Galicia, Mellor Sen Touradas" se ha convertido en una referencia nacional e internacional en el análisis de la “cosa taurina” y en la elaboración de respuestas a una continua y sistemática financiación pública de la tauromaquia en la comunidad gallega. El ataque se centró en las dos ciudades donde las corridas de toros tenían, a priori, mayor respaldo institucional. Así era: organismos que en circunstancias normales representarían a la ciudadanía pasaban a defender los intereses de empresarios vinculados con los diferentes ejes dependientes de la tauromaquia. Ganaderos, organizadores de tortura, toreros… todos tenían un lugar en los consistorios y diputaciones. Salían a comer, se reunían en los salones nobles de los palacios municipales, a fin de cuentas eran amigos y como tal surgiría necesariamente el clientelismo.

Partíamos de la base de que no éramos antitaurinos. Nos daban igual los aficionados y todo el entramado del que se rodeaban. Importaba la gente, el vecino y su opinión. Somos abolicionistas que reivindicamos las luchas por los derechos civiles y sociales, y en cada rueda de prensa, en cada protesta, proponíamos nuestra alternativa a los millonarios dispendios, como los que realiza todavía el Partido Popular en Pontevedra, desde la Diputación, y en A Coruña, Sarria, Padrón y Muíños desde los gobiernos municipales. Imagínense un municipio como este último, Muíños, con poco más de 1.700 habitantes, subvencionando una plaza de toros portátil con capacidad para 2.500 espectadores. ¿A qué sabio se le ocurre eso?

La estrategia puede ser más o menos acertada, pero logramos que el campo político se interesara por "Galicia, Mellor Sen Touradas" y su filosofía, asumiendo nuestros postulados con rapidez y sin mayores problemas.

Era difícil imaginar cómo diputadas y diputados del Parlamento de Galicia, emulando los diferentes movimientos en el ámbito municipal a los que se habían comprometido diferentes concejales, firmarían un compromiso de abolición. 26 parlamentarios de la cámara autonómica mostraron su apoyo al trabajo realizado y ponían a nuestra disposición su escaño. Ya teníamos espacio parlamentario y se llamaría Fronte Antitaurina (Frente Antitaurino, en castellano).

A Coruña y Pontevedra han cambiado mucho desde aquel verano de 2008, cuando en Santiago de Compostela se daba el pistoletazo de salida de una plataforma que combate a día de hoy con quizás más fuerza y más impulso social que antes. Estaba claro que faltaba una estrategia y una visibilización de la inmensa oposición social que despiertan las corridas de toros en Galicia. Algunas encuestas cifran en el 86% este apoyo, y otros documentos, elaborados por el propio Ministerio de Cultura bajo el título “Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales”, cuantifican en 99,2% las personas que no acuden a festejos taurinos. Era casi improbable alcanzar un mayor soporte al denominado como “proceso abolicionista”.

A día de hoy las campañas informativas están arrinconando al lobby taurino. El veto a la presencia de menores de 12 años en corridas de toros es una realidad, que concitó el voto positivo de todos los partidos presentes en la pasada legislatura, e incluso el aval oficial del Valedor do Pobo, el Defensor del Pueblo de Galicia. La feria taurina coruñesa está a punto de pasar a los libros de Historia, reprogramada a un futurible mes de Octubre sin que el gobierno local haya presentado aún el contrato de organización (con sus consiguientes subvenciones). En el resto de ciudades, los abolicionistas continúan trabajando y presionando para rechazar que el maltrato a un ser vivo pueda ser objeto de una subvención pública.

Veremos cómo en Pontevedra, única ciudad donde se mantiene la única de la docena de plazas de toros estables que hubo en Galicia, reacciona el entramado tauromáquico, con un lobby que comienza a perder la hegemonía de los medios de comunicación, y donde partidos políticos y gente de a pie empiezan a dar pasos firmes reclamando el fin de cualquier subsidio. Y ya sabemos por experiencia que, sin el “maná” del dinero de todas y de todos, esto desaparece inexorablemente. Que así sea.

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