domingo, 1 de junio de 2014

La hombría en una jaula

Expertas profesionales relacionan los concursos de pájaros cantores, afición eminentemente masculina, con una exaltación de la virilidad. Los pájaros, muchos de ellos pertenecientes a especies migratorias o en peligro de extinción, son capturados y encerrados en diminutas jaulas, donde pasarán el resto de su vida si tienen la mala fortuna de “valer para cantar”.
Todos los métodos de caza implican un terrible sufrimiento para los pájaros. Miguel Arias Cañete, candidato popular para Europa, defiende en su programa el cruel e ilegal parany, o caza con pegamento, prohibido por todas las instancias judiciales españolas y europeas.
Existen alternativas educativas y éticas, proyectos de ciencia ciudadana y familiar que permiten la observación de aves en libertad y el recuento en su entorno.

 
 
Jilguero utilizado como reclamo o cimbel. Foto del archivo personal de Carme Fitó
Jilguero utilizado como reclamo o cimbel. Foto del archivo personal de Carme Fitó
En los concursos de pájaros cantores no hay hembras, los pequeños animales cautivos obligados a competir siempre son machos. De hecho, la gracia del asunto está en demostrar que tu pajarito es el más potente, el más valiente, el más resistente y, como ellos mismos dicen, el más “encelado” de todos.
En los concursos de canto apenas hay mujeres. Las pocas que participan son una excepción, un punto de exotismo en un mundo testosterónico, envejecido, anacrónico y profundamente machista.
En los concursos de pájaros cantores hay nervios, bromas obscenas y hombres que pasean jaulas diminutas como si fueran bolsos. Jaulas más pequeñas que una caja de zapatos. Cárceles de 19 x 13 x 25cm en las que los animales ni siquiera pueden extender las alas y en las que muchos pasarán el resto de su vida, si han tenido la mala fortuna de “servir para cantar”.
La socióloga brasileña Flávia de Mattos ha analizado este fenómeno, llegando a una conclusión sorprendente: “El animal que emite un mayor número de cantos vence en la prueba dejando testimonio de su virilidad y superioridad de macho luchador sobre los demás participantes. Lo interesante es que existe una profunda identificación entre el pájaro y su dueño, y que el desempeño del pájaro repercute sobre la identidad, y particularmente sobre la masculinidad, del propio dueño”.
Sólo en Catalunya existen 572 asociaciones “ocellaires”, con unos 8.000 federados. En su mayoría, hombres, señores que refuerzan su masculinidad manteniendo cautivos a seres que apenas pesan 20 gramos. Obviamente, los argumentos que ellos utilizan para defender su entretenimiento son otros, prácticamente idénticos a los usados por los taurinos: pasión por la naturaleza, amor por los animales y, cómo no, tradición. Un amor y una pasión claramente mal enfocados. El amor a la naturaleza y a sus habitantes se expresa a través del conocimiento, la protección y el respeto. Y en cuanto a la tradición, no es una patente de corso para justificar cualquier tipo de práctica cruel. Las sociedades avanzan en progreso moral cuando eliminan las prácticas que causan sufrimiento y dañan a los seres vivos. Encerrar a estas pequeñas aves en una jaula nada tiene que ver con el amor y es un auténtico crimen contra su vida y su especie.
Protegidas en sus países de origen, masacradas en España
Las aves migratorias recorren miles de kilómetros cruzando Europa hasta llegar al Mediterráneo, en donde pasarán los meses cálidos o repondrán fuerzas para continuar su viaje. Se trata de animales que son protegidos con mimo en sus países de origen, y que se encuentran, al llegar a España, con un destino cruel. SEO/Birdlife estima que, sólo en nuestro país, más de 4 millones de aves son capturadas con métodos ilegales.
No existe un método de caza que no implique un terrible sufrimiento para el animal. La barraca, el parany, pegamento, vesc o liga, la red abatible con su correspondiente cimbel o pájaro vivo como reclamo… todos los métodos conllevan dolor, roturas de alas o patas, caídas, golpes, pérdida de plumaje, intoxicación por las sustancias empleadas, angustia y miedo.
Carme Fitó es doctora en antropología social y una de las pocas científicas que ha estudiado el fenómeno de la caza y cautividad de pájaros cantores desde el punto de vista del sufrimiento animal: “Después de la captura, los pájaros son encerrados dentro de una jaula rectangular muy plana llamada jaulón, donde se mantienen a oscuras para que se dañen lo menos posible en su desesperación por huir. Algunos se hieren en la cabeza. A partir de ese momento, seguirán un largo proceso de adaptación al encierro, a la nueva alimentación y al adiestramiento para el canto. Muchos pájaros mueren durante el proceso de adaptación. Estas muertes son debidas a la separación del medio grupal y natural, al cambio alimentario y al estrés del confinamiento, pues su entorno ha sido completamente alterado. Vencidos y debilitados dejan de comer, se acurrucan haciendo una bola y se abandonan a la muerte. Se dice que “mueren de añoranza” y seguramente es cierto”.
“En los que sobreviven se puede observar su permanente desazón; se echan contra las rejas sin cesar en un vano intento por escapar, algunos las cogen con el pico intentando separarlas. Debido a este comportamiento, se les suele medicar con sedantes y mantener la mayor parte del tiempo con la jaula enfundada, en penumbra o a oscuras.”
Según datos de los propios cazadores, el 80% de las aves se vuelve a soltar porque “no son lo suficientemente valientes, no se amansan, no le gustan al pajarero o no sirven para cantar”. Pero la liberación se produce a menudo a muchos kilómetros de donde han sido capturados y en medios urbanos. No es extraño que se les suelte enfermos y con la musculatura de las alas debilitada por el cautiverio, hecho que los coloca a merced de los depredadores y de la enfermedad. Nadie sabe si sobreviven. 
Después de meses, o incluso años en cautividad, la reintroducción a la naturaleza no puede hacerse de forma repentina. En el Centro de Recuperación de Fauna Salvaje de Torreferrusa, cerca de Barcelona, lo saben bien. Los pájaros, traumatizados y desnaturalizados, deben pasar primero por una jaula mediana o intermedia en la que se relacionarán con otros ejemplares. Poco a poco, si la adaptación es correcta, podrán pasar a jaulas más grandes, en las que finalmente se les deja una puerta abierta para que puedan salir si así lo desean.
Ausencia de voluntad política
Actualmente, la Directiva Europea sobre Aves permite excepciones de caza para casos muy concretos: en “pequeñas cantidades”, “siempre que no exista otra alternativa” y mediante “métodos selectivos”.
Pero las medidas de control son prácticamente imposibles de aplicar, la caza ilegal sigue estando muy extendida y no hay forma de saber si los animales se usarán para concursos, como “stock cautivo” para cría o acabarán fritos en la barra de algún bar. A pesar de que el parany o caza con pegamento ya ha sido prohibida por todas las instancias judiciales posibles (el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, el Tribunal Supremo, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas y el Tribunal Constitucional), el Partido Popular incorpora la defensa de esta práctica ilegal y cruel en su programa electoral para las próximas europeas. La propia comunidad de anilladores científicos de aves aprovechó su último congreso en San Sebastián para hacer un llamamiento unánime de repulsa hacia esta técnica, que se pretende perpetuar en la Generalitat de Valencia con el pretexto de un interés científico.
El pasado mes de febrero se inauguró la Escola de Parany de Villarreal (Castellón) con la presencia del alcalde socialista del municipio, José Benlloch. Qué profunda tristeza considerar como seña de identidad de un pueblo una práctica que se ha probado cruel, no selectiva y que mata seis veces más ejemplares de especies protegidas que el veneno.
“Los pájaros nacidos en jaulas creen que volar es una enfermedad” – Alejandro Jodorowski
La alternativa propuesta por los legisladores para que los silvestristas puedan seguir practicando su afición es la cría en cautividad. Se entiende que se trata de un mal menor, pero sigue siendo una aberración desde el punto de vista de los derechos de los animales. ¿No será más gratificante proteger nuestro patrimonio natural para poder observar, admirar y escuchar el canto de estas aves en su propio hábitat?
Hace pocos días concluía en Alemania la décima edición de la “Hora de los pájaros de jardín 2014 – Stunde der Gartenvögel 2014”, en la que los ciudadanos participan observando y haciendo recuento de las aves de su entorno. Cualquiera que lo desee puede hacerlo, desde el balcón, el jardín, el parque o uno de los numerosos bosques que existen en todas las ciudades. Este año, más de 30.000 aficionados han localizado a más de 740.000 pájaros. Es una actividad que se realiza en familia, pero también se organizan excursiones guiadas para salir en grupos.
Y en nuestro país, el Instituto Catalán de Ornitología (ICO) ha puesto en marcha este año una iniciativa similar llamada Pájaros de los Jardines – Ocells dels Jardins. Un estupendo proyecto de ciencia ciudadana abierta a todos los interesados y que se apoya en una plataforma online didáctica y fácil de manejar, cuyos resultados serán posteriormente analizados por expertos ornitólogos. En pocos meses de funcionamiento, el proyecto cuenta ya con 300 usuarios.
Por otro lado, con el fin de fomentar entre los ciudadanos el rechazo a la caza ilegal, SEO/Birdlife ha lanzado junto con otras asociaciones internacionales la campaña “Volar, viajar, vivir”, que realizará hasta el año 2015 actividades educativas en aquellas comunidades en las que estas tradiciones están más arraigadas.
Los silvestristas y cazadores suelen llenarse la boca hablando del componente social que tiene su actividad, como si la única opción de reunirse para salir al campo fuese a capturar o matar. Señores pajareros, si necesitan escuchar el canto de los pájaros para reforzar su hombría, no compren jaulas, planten árboles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario