A través de la Plataforma Contra la Subida del IVA Veterinario,
numerosos profesionales de toda España recuerdan al Gobierno que curar o
atender a un animal herido o enfermo es un deber legal, social y moral,
no un capricho ni un lujo.
El número de animales abandonados ha
crecido en un 30% durante el último año, desde que se aplica el IVA al
21% a los servicios veterinarios.
En términos fiscales, tomar una copa puede salir más
barato que controlar la diabetes de tu viejo compañero de vida. Pasar
una noche de hotel, más barato que tratar la otitis del bebé de la casa.
Pegarte una comilona, más barato que atender las heridas de las
víctimas de maltrato o las fracturas por atropello de las víctimas del
abandono.
Es lo que se deduce del informe de un
llamado comité de sabios elegido por el Gobierno para hacer efectiva la
reforma tributaria, que plantea una subida del IVA que pase productos y
servicios de tipo reducido (10%) al tipo general del 21%. Bares, hoteles
y restaurantes tributarían al 10%, pues los presuntos sabios (con el
catedrático de Hacienda Pública Manuel Lagares a la cabeza) consideran
importante para el país la industria del Turismo, mientras que si el
compañero de vida, el bebé de la casa o la víctima del maltrato y el
abandono no son humanos (si son un perro o un gato, por poner los
ejemplos más comunes), tributan al 21%: los servicios veterinarios para
animales de compañía o mascotas (es decir, miembros de la familia)
pasaron hace ya más de un año del tipo reducido al tipo general (por
Real Decreto Ley 20/2012). Existe un tipo superreducido (4%), reservado
para bienes de primera necesidad, en el que nunca han estado
contempladas las necesidades de los animales de casa, aunque en seis de
cada diez hogares españoles convivan humanos y no humanos.
Un derecho que el Gobierno considera un lujo
Frente a esa decisión del gobierno del PP, decenas de veterinarios ya se han unido en la Plataforma Contra la Subida del IVA Veterinario (PCSIV),
que apoyan numerosas clínicas y colegios veterinarios, propietarios
(familiares, en términos no mercantilistas) y asociaciones protectoras
de animales. La PCSIV (que fue creada por cuatro veterinarios de
Alicante y es promovida por la veterinaria madrileña Lina Sáez de
Antoni, principalmente a través de su blog), denuncia que los
veterinarios no queden exentos de este impuesto, como otros
profesionales de la sanidad, y que el Gobierno ignore que los
veterinarios también son profesionales de la salud. Obviamente, lo son,
ya que su trabajo consiste en la prevención, diagnóstico y tratamiento
de las enfermedades que afectan a los animales de casa.
Pero su trabajo no es necesario solo para los propios animales, sino
también, en un país que se quiera desarrollado, para la medicina
familiar y para la salud pública, dado que muchas de estas enfermedades
suponen zoonosis, es decir, pueden transmitirse a humanos. Como alerta
el Doctor en Veterinaria Javier Nuviala, responsable editorial de la
revista ArgosPet,
gravar los servicios veterinarios al 21% ha supuesto ya una reducción
del control sanitario sobre los animales de compañía que puede comportar
un riesgo para la salud pública. Pero el Gobierno lo considera un lujo.
Salud animal + Salud humana = Una salud
La PCSIV persigue, pues, la dignificación y el reconocimiento de la
profesión veterinaria como profesión sanitaria, equiparándola al resto
de profesiones cuya misión es la salud y el bienestar de los humanos, y
partiendo de la base de su implicación en la lucha por los derechos
animales, conculcados cuando se considera un lujo su atención sanitaria.
Máxime si, como recomiendan los presuntos sabios, los medicamentos
veterinarios, que actualmente tributan al 10%, pasan también a tributar
al 21%. Desde la Plataforma, animan a todos los veterinarios
comprometidos con su profesión y a todos los humanos responsables de los
animales de la familia a firmar el documento que próximamente presentarán ante el Ministerio de Hacienda.
Cabe destacar que en 2013, y por primera vez desde 1978, se detectó un
caso de rabia en un perro de Toledo, producto sin duda de la falta de
atención sanitaria y de vacunación. Si esta puede ser la consecuencia
del “lujo” de cuidar a nuestros animales, la imagen que transmitirá
España a los turistas, máxime si quieren viajar con sus perros o gatos,
será la de un país que no ofrece garantías sanitarias. Así lo expresa Delia Saleno,
de la Associació Empresarial de Clíniques i Veterinaris d'Animals de
Companyia de Balears (EMVETIB), quién además ha advertido del aumento de
abandono de mascotas debido al incremento del IVA y a los efectos de
la crisis en las familias: un 30% más en el último año.
Las protectoras y las perreras están desbordadas: un drama añadido en
un país donde el abandono de animales es una lacra; y los veterinarios
alertan de que se les ha llegado a pedir que provoquen la muerte de
animales sanos (una falsa eutanasia, como su propio nombre indica).
Insisten en la responsabilidad que los humanos hemos adquirido con los
animales domesticados y acusan al Gobierno de abandonar ese compromiso.
Mientras, una vez más, el precio lo pagan los más débiles, los que no
tienen voz ni para poder manifestar su indignación.
La cultura de la Marca España: proteger el maltrato y fiscalizar la protección
Si ya es indignante considerar un lujo la asistencia médica de animales
que forman parte de nuestra familia, resulta insultante que, sin
embargo, los toros se incluyan en la rebaja del IVA cultural. Los toros
torturados y asesinados en las plazas, claro está: este Gobierno
desalmado impulsó la declaración como Patrimonio Cultural de la
tauromaquia, a la que se opone la inmensa mayoría de la sociedad
española, y dio luz verde al Plan Nacional de Fomento y Protección de la Tauromaquia (Pentauro),
que firmó con vil sonrisa ese ministro de Cultura llamado Wert, quien
ya ha pasado a ser el peor valorado de la historia de la democracia por
intentar cargarse la educación pública y no sexista al tiempo que se
dedicaba a apoyar a maltratadores de animales. Aunque no conviene
olvidar que quien transfirió en 2010 al Ministerio de Cultura las
competencias sobre actividades taurinas fue el ínclito Alfredo Pérez
Rubalcaba, entonces ministro del Interior. Dejó unas fotos con toreros que deberían avergonzar a cualquier socialista.
Esta es la cultura que defiende el PP, en lugar de apoyar una cultura
evolucionada, en la que los humanos y los animales cercanos formemos una
sociedad solidaria y de progreso, una sociedad que fomente los valores
de la empatía y de la compasión, una sociedad que eduque a nuestros
hijos en positivo y no en sangre, dolor y muerte. Lejos de transmitirles
responsabilidad y respeto frente a los animales que nos han acompañado
en la vida, los cachorros que han hecho nuestras delicias o los
desgraciados que no han tenido esa suerte y tenemos la obligación de
proteger, con un IVA del 21% se inculca la idea de que hacerlo es un
lujo que, si las cosas vienen feas, no nos podemos permitir. Eso
constituye una cruel injusticia con los animales y supone un pésima
educación.
El IVA de lujo para animales de casa
significa gravar la calidad de vida emocional, ignorar lo que significa
salud global, imponer una carga al bienestar físico, obviar los
beneficios en el desarrollo de los niños, castigar a los humanos cuya
única compañía es un animal, convertir a los animales en objetos de
capricho, traicionar un compromiso familiar y de amistad, sancionar la
única esperanza que aporta la solidaridad. El IVA de lujo solo ha traído
más sufrimiento a los animales. Y más marginación, al dificultar o
impedir que las familias más desfavorecidas accedan al beneficio mutuo
que conlleva la convivencia con un animal. Y más precariedad laboral,
pues ha provocado menos recaudación y, por tanto, despidos y ceses de
actividad. Lujos, estos sí, que no podemos permitirnos, ni económica ni
moralmente. Porque curar o atender a un animal herido o enfermo es un deber legal y moral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario