Tengo dos grandes pasiones: el Circo y los Animales.
Desde
pequeño he acudido al circo para poder ver los números de animales. Por
mis ojos de niño y de adulto han desfilado los leones de Ángel Cristo o
de Pablo Noel, los tigres de Taras Bulba o los panteras de java de
Alfred Beatour. He vibrado con el Circo de Ben-Hur cuando lo trajo a la
Monumental el Circo de Francia, o con los cosacos a pleno galope en la
pista circular. He visto las leyendas del Circo: Pinito del Oro, Charlie
Rivel, los hermanos Tonneti, etc.
Fui
haciéndome mayor y seguí acudiendo al espectáculo bajo la carpa. Tengo
un colección de carteles, libros, artículos, revistas, juguetes de circo
e, incluso, en la entrada de mi casa una vitrina con la pista de circo y
sus artistas. Escribí en alguna revista de circo algún pequeño
artículo, cree mi propia revista ‘Esencia de Circo’, así como un dossier
de carteles de circo (he de reconocer que sin demasiado éxito). Acudía
al circo, hablaba con sus gentes cuando acababa la función o antes de
empezar, comentaba con ellos tras las cortinas.
En
la pista había visto a la domadora Mary Chipperfield, considerada una
de las mejores y a la que llamaban ‘la amiga de los animales’. Su doma
era suave, no utilizaba apenas el látigo, todo era a base de órdenes y
gestos suaves, sus tigres obedecían ciegamente. Un día, en el canal 33,
pasaron un reportaje grabado en el circo de Mary chipperfields titulado
‘Demasiado tarde para Trudy’ donde se observaban las atrocidades a las
que era sometida una cría de chimpancé por parte del personal del circo
Chipperfield. Algo no me cuadraba. Me dijeron que, aparte de aquel
reportaje, existía otro titulado ‘The ugliest show of Earth’ donde, en
este mismo circo, los maltratos se infringían de forma genérica:
elefantes, tigres, leones,etc. Pregunté a la gente del circo sobre el
reportaje y sobre Mary Chipperfiled y decían que se había exagerado.
En
los circos, al estar con los animales, ayudar a dar de comer al
elefante, hablar con los mozos de cuadras, con algún domador, decían que
ellos los cuidaban, que alguna vez sí había que hacer que obedecieran
pero que habían muchos métodos. Yo les comentaba que estaban siempre
encerrados, que en la naturaleza no realizaban aquellos ejercicios y
cuando intentabas profundizar más, allí se acababa la conversación y ya
no se hablaba más del circo con animales. Una vez en el circo italiano,
hablando con uno de los directores y comentado este tema su respuesta
educada fue tajante y seca, ‘sólo son animales’. Quizás ahí radica el
problema: los circos consideran a unos seres vivos, unos sujetos
sintientes, como objetos, herramientas de trabajo, animales artistas. He
realizado muchas fotografías a los animales del circo, me he acercado a
ellos y he estado mucho rato observando: tigres, leones, elefantes,
caballos, chimpancés…y en todos he observado (siempre bajo mi opinión
personal), que su Esencia, su autentico Ser, no existe. Nosotros, los
humanos, les hemos roto su Alma, lo único que existe es una arrebatadora
tristeza tras aquellos ojos de un ser vivo. Sí que están vivos: salen a
la pista como autómatas a realizar unos ejercicios aprendidos, a
realizarlos como máquinas. No hay belleza, no hay poesía, no hay
cultura.
Sí
que la hay en el triple salto mortal del trapecista, en la magia del
ilusionista, en los desafíos de la ley de la gravedad de los saltadores a
la balanza, en la sonrisa que arranca el payaso (cuando, como
aficionado al circo, he visto en su centro a Tortell Poltrona, a Luis
Raluy, a Monti, a cualquiera de estos enormes payasos, de estos inmensos
artistas, he vibrado, he sentido auténtico circo).
Un
día, tras las cortinas, el elefante tenia que salir a realizar su
número. Estaba nervioso por algún motivo y no se dejaba poner sus
adornos en la cabeza. Su domador le gritó varias palabras cortantes y
secas (generalmente son en alemán). El elefante empezó a temblar, hasta
que le apretaron tras la oreja (zona súper sensitiva para ellos) y el
animal gritó como un niño. Pasaron unos instantes y aquel elefante
lloró. Lo cogieron y se lo llevaron a ejecutar su número, el cual ya ni
vi pues marché. Para mis adentros pensé que no es cierto que aquel
animal llorara pero, un día, leyendo un libro sobre elefantes leí que es
así, que los elefantes lloran. ¿Vale la pena hacer derramar lágrimas de
soledad, dolor, abatimiento, tristeza a un ser vivo, por utilizarlo
para nuestra diversión?… Personalmente creo que no.
Los
niños no reciben la verdad pues, en la pista, no es la verdadera vida
de aquel elefante, de aquel felino o de aquel otro animal. No, pues
cuando se apagan los focos y se cierran la cortinas, todo es silencio y
solo silba el viento bajo la noche estrellada. Ellos no saben de la
durísima vida, de la esclavitud, de los largos viajes, de los
entrenamientos a que son sometidos todos y cada uno de los animales de
circo. Evidentemente no todos los domadores ni todos los que trabajan
con animales en los circos realizan el maltrato que se vivió en el Circo
Chipperfield pero, por mucho que unos y otros intentemos darle la
vuelta al tema, los animales, su esencia, su alma al igual que su
genética, su memoria individual y universal no entienden de números, de
subir un león o un tigre a lomos de un elefante (dos seres antagonistas
en la naturaleza, juntos en la pista, ¿a qué ha debido llegarse para
lograr esta unión en la pista?, quizás la respuesta no sea agradable),
de vivir en espacios reducidos, de ver el mundo a través de una reja de
acero, de estar encadenados, de..de….de mucho más.
El
espectáculo debe continuar, debemos hacer entender al mundo que el
circo es cultura, arte, magia, poesía, que lo hemos de llevar a las
escuelas, que lo hemos de ayudar, de reconocer a sus magníficos
artistas.
No
quiero ver a un ser vivo sufrir en soledad, abatido, triste, viviendo
tras las cortinas una vida que nosotros los humanos hemos decidido por
ellos.
Quiero
ver al artista humano, al hombre y a la mujer, como ya hay muchos
circos que trabajan así, dar lo mejor de sí mismos, entrar en comunión
con el público, y acabar con un aplauso desde el fondo del Alma.
Para mi esto es circo.
(*) Foto realizada por Ramón García
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