lunes, 30 de diciembre de 2013

El trío de los horrores, de Ruth Toledano

El Plan Pentauro para la tauromaquia sirve para auspiciar el innoble acto de torturar y asesinar animales por puro vicio y diversión.

Un torero, un ganadero y el ministro peor valorado de la historia de nuestra democracia haciéndose la foto en la Biblioteca Nacional. Qué contrasentido. Enrique Ponce (el matador), Carlos Núñez (que es presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia) y José Ignacio Wert (ministro de Educación, Cultura y Deporte) se valieron de la nobleza inherente a una biblioteca y, mancillando la natural esencia de los libros (pacífica, razonadora), presentaron un plan para el ejercicio de la sangre taurómaca, es decir, para el innoble acto de torturar y asesinar animales (toros, caballos, vaquillas, becerros) por puro vicio y diversión. Actividad que el gobierno del PP declaró Patrimonio Cultural hace un par de meses.
Los del trío de los horrores llegaron muy trajeados y encorbatados a presentar el Plan Estratégico Nacional de Fomento y Protección de la Tauromaquia (Pentauro). Pero no pudieron parecer menos paletos de lo que son. Tan paletos, que hasta quieren incluir la tauromaquia en la Marca España. Lo que faltaba para que nos vieran en el extranjero como un país de vergüenza. A eso se dedica el ministro Wert, a impulsar la "mejora y revaloración de la actividad formativa de las escuelas taurinas", donde niños y adolescentes aprenden a torturar y a matar animales sobre el cuerpo inocente, dolorido y sanguinolento, de aterrorizados becerros que son niños también. Esa es la educación y la cultura que fomenta el ministro, después de tener en contra a todos los sectores culturales y a toda la comunidad educativa (alumnos, profesores y padres) por las medidas y recortes que ha perpetrado desde su cartera: aumento del IVA en espectáculos musicales, teatro y cine; cierre de bibliotecas públicas (¡y enfanga con toreros la Biblioteca Nacional!); aumento del ratio de alumnos por aula; eliminación de becas y ayudas; supresión de plazas de profesores; eliminación de la asignatura Educación para la Ciudadanía y creación de las de Valores Sociales y Cívicos y Valores Éticos, al gusto de la Conferencia Episcopal; subida de las tasas universitarias; subida del precio de las guarderías; disminución de las ramas en los institutos; recorte de un 37% del presupuesto en I+D; reducción del presupuesto del CSIC. La verdadera Marca España. La marca de la España que, según el informe PISA, no llega a la media de conocimientos de los alumnos de los países que forman parte de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos).

Todos los recortes relativos a Educación, Cultura y Deporte suman casi 4.000 millones de euros. Sin embargo, el Plan Pentauro no tiene pudor en anunciar que el Gobierno quiere "modificar las cargas fiscales que implica la fiesta de los toros, con el fin de lograr un tratamiento asimilado al de otras manifestaciones culturales". Es decir, rebajar la carga tributaria de los toros y fomentar incentivos fiscales (por ejemplo, a través de la Ley de Mecenazgo, aún en borrador, en la que Wert ya ha anunciado que quiere incluir los toros). Asimismo, el ministro peor valorado de la democracia ha pactado con el sector taurino ( que vive de las subvenciones) que el IVA del 21% bajará cuando lo haga el resto de las actividades culturales, con las que han equiparado la carnicería taurina. Y para colmo, ha pactado con los tauropatas que se destinará parte del 1,5% cultural (porcentaje de los fondos para obras públicas destinados a la conservación del patrimonio histórico) a las plazas de toros que constituyen patrimonio arquitectónico. Sorprendente, dado el estado de abandono y deterioro de tantos edificios históricos.
Como si no fuera suficientemente escandaloso que las corridas de toros hayan vuelto a ser emitidas en la televisión pública española y en horario infantil, el Pentauro también pretende "favorecer la presencia de la tauromaquia en los medios públicos de comunicación social" y llevar a cabo un "refuerzo institucional a la comunicación" relativa a los toros. Todo ello con el propósito de llevar la tauromaquia a la UNESCO para ser declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, algo que nunca sucederá, pues en España no existe consenso social al respecto (todas las encuestas demuestran que los españoles son masivamente contrarios o indiferentes a la practica taurina) ni la UNESCO protegerá jamás una actividad que conlleva semejante violencia. El Gobierno lanza estos saludos al sol para mantener contento a un sector que vive de las subvenciones públicas (recibe más de 500 millones) y está en imparable caída (según estudios de la Plataforma La Tortura no es Cultura, la celebración de festejos taurinos ha caído en un 50% en los últimos 5 años y la plaza de Las Ventas de Madrid ha perdido 40.000 espectadores en un año -mientras que los del cine aumentaron en un 37%).

Por debajo de toda esta batería de medidas de fomento a la tauromaquia se esconde el profundo anticatalanismo de los españolistas del Gobierno, que no soportan que Cataluña prohibiera en 2010 las corridas de toros y que no soportan haber fracasado en su intento de declararlas Bien de Interés Cultural. Queda además clara, en este contexto de recortes en Educación o Sanidad, que la escandalosa prioridad del Gobierno es la protección y financiación del maltrato animal. Y se delata la ideología de la derecha española, del PP.

El cínico de Wert ha declarado que las 46 medidas del Plan Pentauro "le cuestan cero euros a los contribuyentes". Inmoral y mentiroso, el encorbatado amigo de los matadores. El del trío de los horrores: un ministro, un ganadero de lidia y un torero. Que viva España.

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