sábado, 16 de noviembre de 2013

CoPPA envía carta a la Defensoría del Pueblo de Zulia (Venezuela) para felicitarles por su compromiso de velar porque niños y adolescentes no sean expuestos a corridas de toros

El colectivo de expertos advierte que los estudios indican que el maltrato animal puede interferir con en el desarrollo de la empatía en niños y perpetuar el ciclo de violencia.


La Coordinadora de Profesionales por la Prevención de Abusos (CoPPA) ha enviado una carta a la Defensoría del Pueblo de Zulia (Venezuela) para felicitar a Lila Urdaneta por su compromiso de velar porque niños y adolescentes no sean expuestos a corridas de toros.


El colectivo de expertos advierte que los estudios indican que el maltrato animal puede interferir con en el desarrollo de la empatía en niños y perpetuar el ciclo de violencia. Las heridas sufridas por los toros, y en ocasiones por humanos o caballos, pueden ser muy impactantes para un porcentaje elevado de niños y adolescentes, y los menores de edad expuestos al maltrato animal son más vulnerables y más proclives a padecer efectos traumáticos y exhibir futuros comportamientos violentos.

Según los peritos, el impacto de las corridas de toros en los niños y adolescentes es especialmente preocupante por tratarse de un espectáculo donde la violencia “no sólo es real (no ficticia), sino que también es aplaudida y valorada por adultos que son percibidos como referentes por el menor de edad”. Por lo tanto, los expertos alertan que la presencia de un padre o adulto cercano que acompañe a un menor de edad a una corrida de toros no puede protegerlo de los efectos perjudiciales de presenciar el evento y podría “incluso exacerbar el impacto nocivo sobre el niño.”

Las corridas de toros incluyen 1) la victimización de un ser incapaz de dar consentimiento 2) la violencia y 3) la aprobación manifiesta de dicha violencia por los adultos que la presencian. La combinación de estos tres factores sugiere que la exposición de menores a estos eventos puede ser particularmente nociva.

Adicionalmente, en una corrida de toros la línea divisoria entre la observación y la participación en el maltrato animal es muy delgada. El público de una corrida de toros tiene un rol participativo, actuando como colectivo que puede influenciar y alterar el evento (por ejemplo, alentando al torero a acercarse más al toro y arriesgarse más, pidiendo al presidente que otorgue un trofeo con el corte de la primera oreja, solicitando la vuelta al ruedo e incluso manifestando, o dejando de manifestar, su deseo de que un toro reciba el indulto).

En su carta, los expertos alertan que los “resultados de los estudios exigen que adoptemos medidas urgentes para proteger al menor de edad de actividades que presentan la victimización de animales como espectáculo, arte, o actividad de ocio”, y el colectivo hace un llamamiento para que otros estados de Venezuela adopten medidas para impedir definitivamente que los niños sean expuestos a las corridas de toros.


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