No solo el sufrimiento,
el estrés y la ansiedad a la que se somete a los animales en estos
espectáculos nos lleva a cuestionar su existencia, sino también el horrible final que les depara.
Andalucía, Cantabria, Castilla - La Mancha, Castilla y León,
Extremadura, Madrid y Murcia exigen en sus Reglamentos de festejos
taurinos que el encierro acabe con la vida de todos los toros que
participan, para evitar que formen parte de otro festejo.
En la Comunidad Valenciana y Aragón no es obligatorio pero se
contempla la posibilidad, dejando la decisión en manos de cada
Ayuntamiento.
El Reglamento de La Rioja no especifica nada al respecto y en Navarra
sólo se da muerte a los toros que se conducen a la plaza para la
posterior corrida.
En sólo tres Comunidades Autónomas no se celebran este tipo de espectáculos: Asturias, Canarias ni Galicia.
Falta de homogeneidad en la legislación
Por otra parte, tanto Cataluña como la Comunidad Valenciana disponen de un reglamento en el que se
permiten prácticas prohibidas en otras comunidades, como ensogar,
prender fuego a los cuernos de los toros, o los 'bous a la mar', lo que provoca en muchas ocasiones la muerte de los animales.
Desde el Partido Animalista reclamamos un trato ético para los
animales y un cambio de paradigma en la legislación que permite que los
encierros que inundan los pueblos de España en verano se conviertan en
una auténtica sangría donde los animales son las víctimas silenciosas.
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