jueves, 20 de septiembre de 2012

"La nueva ordenanza es un paso más hacia el civismo"

Paola Berné. Zaragoza
Ana Millán ha viajado por Europa con su perro desde que lo encontró abandonado en Génova. A su juicio, "el poder viajar con mascotas es un derecho y no un privilegio".

Ana Millán acaricia a Zak, un perro que adoptó en Génova. Ana Millán acaricia a Zak, un perro que adoptó en Génova.
 
"El poder viajar con tu mascota es un derecho que se tiene en la Unión Europea, no un privilegio para los ciudadanos de Zaragoza que tienen animales de compañía. Este tipo de polémicas me parecen un miedo hacia todo lo que representa una novedad". Así lo ha manifestado Ana Millán, de 28 años de edad, tras conocer la controversia desatada por la nueva ordenanza que permitirá la circulación de animales en transporte público por la capital aragonesa.

"Es un paso más hacia el civismo", sostiene esta zaragozana que ha recorrido medio continente acompañada de Zak, un perro de cuatro años y medio que encontró abandonado durante su estancia en Génova. "Allí -indica- el viajar con mascota es algo natural y no depende ni de la psicología de la persona, ni de clases sociales, ni de nada".

Tras pasar seis años en Italia, donde compaginaba sus estudios en la Academia de Artes con un puesto de trabajo en la Taverna Zaccaria -de la que tomó el nombre su mascota-, regresó a casa con su fiel compañero, que a diferencia de muchos canes cuenta también con pasaporte italiano.

Después de desplazarse a diario con su perro por Génova, reconoce que allí el viajar con mascota está totalmente "normalizado", motivo por el cual al volver a la capital aragonesa -hace dos años- se sintió muy limitada. "Estaba tan acostumbrada a llevarme a Zak a todos los sitios, que ahora porque vivo con mis padres, que si no sería muy complicada para mí la vida con él", confiesa.

Discriminaciones

Hasta el momento, asegura que hay muchas discriminaciones que impiden completamente la movilidad de las más de 50.000 familias -según datos de la asociación Zarapeludos- que viven en Zaragoza con un animal de compañía. "Yo no tengo ni carné ni coche, con lo cual siempre tengo un montón de problemas para desplazarme porque o me acompaña alguien que conduzca o no puedo ir muy lejos con él", apunta.

Haciendo memoria de su estancia en Génova, recuerda que se llevaba a su perro al trabajo, algo "insólito" en la mayoría de ciudades de España. Pero su principal reivindicación no es esta, pues se conforma con "poder ir en bus al Hospital Veterinario o que la gente que viva en el centro -donde no abundan los espacios verdes- lo pueda coger con su perro para ir al Parque del Agua", situaciones que, a su juicio, "mejorarían la vida de los animales y facilitarían las cosas a sus dueños".

Por eso, si finalmente en octubre entra en vigor la nueva ordenanza, Ana se muestra convencida de que muchos ciudadanos se animarán a tener un animal en casa. "Un perro es siempre una responsabilidad, y más para el que vive solo. ¿Aquí quién tiene animales de compañía? Las familias o los jubilados. La gente joven que vive por su cuenta es muy complicado que pueda tener un animal con este tipo de limitaciones", sostiene.

La futura normativa pondría fin a la prohibición actual -que data del año 94- y situaría a Zaragoza al mismo nivel que otros países de la Unión Europea que sí permiten la circulación de animales. "Si siguen adelante este tipo de propuestas y en otras ciudades se unen a esta nueva idea que se ha impulsado aquí en Zaragoza, creo que se conseguirá que seamos todos un poquito más abiertos", sostiene.

De acuerdo con las limitaciones

En cualquier caso, Ana, como buena ciudadana, se muestra conforme con que haya una serie de condiciones que limiten el acceso de estos animales al transporte urbano. "El hecho de que no puedan entrar en horas punta es algo lógico, para mí entra dentro del sentido común", afirma comprensiva. Pone como ejemplo otro caso polémico, el de los carros. "Ahora pasará igual que cuando vas con un niño pequeño y el autobús está abarrotado. Te esperas y ya está", añade. También entiende que no pueda haber más de dos canes en una misma línea -para evitar que se enzarcen- o que los que superen los ocho kilos vayan atados y con bozal. "Son cosas que no suponen un gran esfuerzo y prefiero tener la posibilidad de moverme por la ciudad con él, aun con limitaciones, que no poder moverme", confiesa.

Por otra parte, ante determinadas situaciones que puedan resultar incómodas, Ana asegura que la clave para evitar cualquier tipo de discusión es el diálogo. "Las cosas se pueden hablar. No seré yo la que se ponga al lado del miedoso o del alérgico", dice con gesto amable, pero insiste en que hace falta "civismo por las dos partes".

En lo que respecta a la higiene, esta zaragozana lo tiene claro: "yo añadiría que se obligara a llevar un kit por si algún perro ensucia, que el dueño esté obligado a limpiarlo", afirma tajante.

Horarios restringidos en los parques

La nueva ordenanza permitirá también que los perros vayan sueltos por las zonas verdes de la ciudad a determinadas horas del día, en concreto de 21.00 a 9.00 -en horario de invierno-, y de 22.00 a 10.00, si es verano. "Llevarlo suelto depende siempre de qué perros estén alrededor más que de las personas", afirma Ana, que no ve "muy normal" concentrar a todos los canes dentro de esta franja. "Depende de la vida que lleve cada uno y de los horarios de trabajo que tenga", defiende ella. Además, advierte: "el hecho de que el animal vaya suelto no significa que el dueño lo tenga completamente perdido de vista".

"Todo depende de la educación. Si el perro sabe volver cuando el dueño lo llama, no hay problema de que vaya suelto", sentencia.
 

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