por Julio Ortega Fraile
Gracias Sánchez Dragó, eso nos tranquiliza...
No se puede trabajar realizando labores en un pozo
negro o en un estercolero sin que uno perciba el desagradable abrazo del
hedor. De un tiempo a esta parte es imposible asomar la naricilla al
vertedero de la tauromaquia sin la pestilente presencia – y no lo digo
por su aspecto físico, que además él está absolutamente convencido de su
irresistible atractivo – del "hinefavle" Fernando Sánchez Dragó.
La última lección magistral de este hombre para el
resto del Planeta, o sea, los iletrados, se resume en una frase digna de
un lugar de honor en el acervo de la sabiduría humana: "Hemos de diferenciar entre dolor -que es una sensación anatómica- y sufrimiento, que es una sensación psicológica".
Claro, como hay que distinguir entre el lanzamiento de soflamas
plagaditas de sandeces de forma vocacional o bajo retribución, pero
cuando ambas procedencias se juntan en un mismo sujeto el resultado es
demoledor para la razón y aniquilador para la ética. Las arcadas
provocadas por el tufo emergente serán entonces inevitables.
A ver, Fernando, el sufrimiento se puede manifestar
de modo consciente y una de las configuraciones que toma es la del dolor
físico o emocional, o las dos a la vez. ¿De verdad piensas que has
logrado con tu reflexión hacer desaparecer la angustia psíquica del
toro, que no sienta su terrible tormento, que deje de padecer dolor, que
ya no experimente sufrimiento?, ¿o que no seamos conscientes de todos
ellos? No mi engreído sabio, no has conseguido nada más que un titular
para una página taurina y que tus mentores actuales se sientan, supongo,
satisfechos con la inversión realizada.
Hay que reconocer que eres un crack, pues lo mismo
defiendes las posturas mas conservadoras desde una silla en Telemadrid
que dignificas la tortura sentado día tras día en el Espacio Arte y
Cultura anexo a la Plaza de Las Ventas. Pero lo sorprendente es que
luego vas de librepensador, de valedor a ultranza de los derechos
individuales y de la vida, ¿la vida?, y la del toro qué es, ¿una
entelequia?, y hasta de anarquista te vistes. Pues hombre, yo te veo un
poquito encasillado en algunas celdas bastante rancias como para
propugnar la abolición de gobiernos, autoridades, jerarquías y control
social. Ay, qué lástima que tanta amplitud de miras pretendida acabe
concentrada en el embudo del totalitarismo o en la angosta y profunda
herida que el acero engendra allí donde antes había músculos, nervios y
vísceras pertenecientes a un toro.
Reconozco que ha de ser bastante deprimente para un
escritor haber quedado reducido a publicista al servicio de un sector,
sobre todo cuando el ámbito de su obra se circunscribe a un circo
sangriento en el que los verbos martirizar y matar, acompañados de los
sustantivos vergüenza, crueldad y violencia, escriben las líneas del
libro de su decadencia. Tras de esa sonrisa tan ufana adivino una
profunda amargura y ciertos complejos así como la negativa de aceptar la
realidad.
Una observación, a ti que tanto acusas a los
detractores de las corridas de humanizar al animal atribuyéndole
sensaciones como el sufrimiento. Estas son palabras tuyas dirigidas a tu
gato Soseki: curiosidad, nobleza, valentía u honorabilidad, e incluso
aseguras que cuando murió aplastado por un montacargas lo que hizo fue
inmolarse para salvar la vida de tu nieta. No niego, puedes creerme, lo
mucho que lo amabas y tu profundo desconsuelo por su desaparición. Por
eso me cuesta tanto entender que desprecies como lo haces el sufrimiento
y el dolor del toro y que yendo más allá te hayas convertido en uno de
sus máximos paladines. Eso y que "humanices" a tu gato, claro.
Habrá quien te crea un erudito y asuma tus palabras
como dogma de fe. Bien por ti. En mi caso, Fernando Sánchez Dragó, con
toda tu vasta cultura o tu excelente manejo del lenguaje, no veo al fin
más que a un petulante reaccionario, bastante desalmado, muy
incoherente, un poco resentido y algo disminuido pero eso sí,
perfectamente consciente de que en el declive de la creatividad
cualquier escobilla de water puede ocupar el lugar del bolígrafo. Los
nervios olfativos ante las emanaciones procedentes de remover heces los
sedamos con el saborcillo del prestigio aunque sea dentro de un
colectivo siniestro y con el soniquete de las monedas que van cayendo al
bolsillo, ¿no? Qué triste que la muerte violenta de otros se haya
convertido en el motor que otorga sentido a tu vida.
Julio Ortega Fraile
Delegdo de LIBERA! en Pontevedra
@JOrtegaFr
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