domingo, 21 de agosto de 2011

Toreros y cazadores, Julio Ortega

Toreros y cazadores

Lidiadores y monteros afirman, sin titubeos ni sonrojos, que aman y respetan a sus víctimas. Por supuesto que no emplean este sustantivo, víctimas, para referirse a ellas, pero está claro que algunas acepciones de este término se ajustan perfectamente a la relación entre un escopetero y un corzo o entre un matador y un toro. Víctimas entonces, no amigos ni adversarios. No disputan un desafío elegido voluntariamente por ambos ni se encuentran en igualdad de oportunidades. No son contrincantes, sino verdugo y condenado con papeles asignados.

Entiendo el amor por activa como el compartir lo bueno y lo malo, generosidad, colaboración, cuidado, tolerancia y cariño demostrado. Por pasiva como admiración, respeto y defensa. Pero ni en una descripción ni en otra me siento capaz de encajar el plomo y el acero como manifestaciones de ese sentimiento. El primero horada y abrasa, el segundo horada y desgarra. Ambos provocan sufrimiento y los dos matan. ¿Respetar es infligir terror y padecimiento? ¿Amar es arrebatar la vida?

No aman a los animales de cuya muerte son responsables porque para ellos constituyen meros instrumentos. Es cuestión de ética. O de sensibilidad. O de raciocinio. De lo que no hay duda es que sí es un asunto de justicia. Cazador y torero no son más que despiadados sayones para aquellos a los que juran amar. Qué sobrecogedora combinación de egoísmo, sadismo y falsedad.

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Toreros/cazadores/elpepiopi/20110815elpepiopi_6/Tes

No hay comentarios:

Publicar un comentario