domingo, 5 de junio de 2011

"Comer Animales" de Jonathan Safran Foer

El ensayo “Eating Animals” (comiendo animales), primera obra de este género del autor estadounidense Jonathan Safran Foer, ha recibido numerosos elogios y ha registrado un gran éxito de ventas en Estados Unidos, Italia y Alemania. AnimaNaturalis

"Comer Animales" de Jonathan Safran Foer por fin llega a España

La obra propone una serie de preguntas y respuestas tales como ¿por qué el hombre es carnívoro?; ¿es esta costumbre moralmente legítima? y, en especial, ¿cómo tratamos a los animales que nos comemos?


Entre datos estadísticos, recuerdos de la infancia y argumentos filosóficos, Jonathan Safran Foer se cuestiona las creencias, los mitos y las tradiciones familiares y nacionales relacionadas con el hecho de comer o no carne. A lo largo de los capítulos de su libro Eating Animals (Comiendo Animales), el autor lleva a cabo una extensa investigación que incluye una expedición clandestina a un matadero industrial y un reportaje sobre un rancho en el que se practica la ganadería tradicional. El autor explora la atrocidad desde todos lo ángulos posibles y los últimos vestigios de una civilización en la que los animales aún eran respetados.


Como siempre ocurre con este tema, este libro no se librará de polémicas ni de discusiones apasionadas. Son muchos los lectores que disiparon sus dudas y se hicieron vegetarianos al leerlo. Además, los elogios que recibió por parte de famosos escritores han añadido un interés especial a la obra. "Se evocan de forma tan viva los horrores diarios en las granjas industriales y se evidencia de forma tan convincente la responsabilidad de los dirigentes del sistema que cualquiera que haya leído el libro de Foer y continúe consumiendo los productos de la industria o no tiene corazón o es impermeable a la razón, o ambas cosas". J.M. Coetzee.

Extracto de Eating Animals


"Antes de planear mis visitas a las granjas, pasé más de un año investigando la bibliografía existente sobre la alimentación carnívora: la historia de la agricultura, documentación sobre la industria y el Ministerio estadounidense de Agricultura, panfletos activistas, obras filosóficas relevantes, numerosos libros sobre alimentación que tratan el tema de la carne… A menudo me asaltaron sentimientos de confusión. Algunas veces mi desorientación era el resultado de términos tan resbaladizos como sufrimiento, alegría, crueldad. A menudo, estos sentimientos parecían infligidos de forma deliberada: el lenguaje nunca es exacto, pero cuando se trata de comer animales, las palabras suelen ser utilizadas para confundir y camuflar en igual medida que son utilizadas para comunicar. A veces se usan términos que nos ayudan a olvidarnos de lo que realmente estamos hablando. Otros, como «criados en libertad» pueden confundir a quienes buscan tranquilidad de conciencia. Algunos otros, como «feliz», significan lo contrario de lo que parece. Y algunos, como «natural», no significan absolutamente nada".


"No podemos justificar la ignorancia, sí la indiferencia. Soportamos la carga, pero también la suerte de vivir una época en la que la crítica contra la ganadería industrial va calando en la conciencia popular. Con el paso del tiempo, y con todo el derecho, se nos podrá proponer la siguiente pregunta: y vosotros, ¿qué hicisteis cuando supisteis la verdad sobre el hecho de comer animales?"


"Hay algo especial en el hecho de comer animales que hace que las diferentes opiniones se polaricen: o nunca comemos carne, o no nos cuestionamos seriamente el tema, o nos convertimos en activistas. Estas posiciones antagónicas, al igual que el rechazo a adoptar una determinada posición, son muy reveladoras, ya que convergen para indicar que comer animales no es una cuestión banal."


"El hecho de consumir o no animales y la forma en que los consumimos provoca de todo menos indiferencia. La carne está relacionada con lo que somos y lo que queremos ser, desde el libro del Génesis hasta la última ley sobre la ganadería. La carne provoca cuestiones filosóficas significativas y representa una industria que mueve una cifra de más de 140.000 millones de dólares anuales y ocupa casi un tercio de las tierras del planeta; que modifica los ecosistemas oceánicos y podría determinar el futuro medioambiental de la tierra. Sin embargo, parece que sólo somos capaces de reflexionar de forma superficial sobre el contorno de los argumentos, sobre los extremos lógicos antes que sobre las realidades prácticas.

"Mi abuela declaró que nunca comería cerdo, aunque le fuera la vida en ello. Muchas personas se acogen a esta apuesta de todo o nada cuando se trata de la elección de su dieta. Es esta una forma de pensar que no aplicaríamos nunca a otros aspectos éticos de la vida (imaginemos, por ejemplo, la posibilidad de mentir siempre o de no hacerlo nunca). No sabría decir el número de veces en las que, habiendo confesado a alguien que era vegetariano, mi interlocutor reaccionó resaltando algún tipo de inconsistencia en mi modo de vida o tratando de encontrar algún fallo en un argumento que yo aún no había desarrollado (en muchas ocasiones he tenido la impresión que mi vegetarianismo era más importante para los demás que para mí mismo)."


"Tenemos que encontrar una forma más adecuada de hablar del hecho de que comemos animales. Hay que buscar los medios de situar la carne en el centro del debate público, del mismo modo que en tantas ocasiones se encuentra en el centro de nuestros platos. Pretender llegar a un consenso se antoja algo inútil. Por muy fuertes que sean nuestros convencimientos sobre lo que es bueno para nosotros de forma individual, e incluso en lo colectivo, sabemos de antemano que nuestras posiciones van a chocar con la de nuestros vecinos. ¿Qué podemos hacer ante esta inevitable realidad? ¿Abandonar la discusión o encontrar un medio de reconducirla?".

"Comer animales", el libro que deberían evitar los carnívoros convencidos
Comemos carne a diario pero preferimos no pensar demasiado en cómo ha llegado el filete al plato, quizá porque somos conscientes de que saberlo nos quitaría el hambre, plantea el escritor Jonathan Safran Foer, cuya obra "Comer animales" ha reavivado el eterno debate sobre la industria cárnica.
Lorena Cantó | lainformacion.com
www.kaosenlared.net/noticia/comer-animales-libro-deberian-evitar-carnivoros-convencidos

Comemos carne a diario pero preferimos no pensar demasiado en cómo ha llegado el filete al plato, quizá porque somos conscientes de que saberlo nos quitaría el hambre, plantea el escritor Jonathan Safran Foer, cuya obra "Comer animales" ha reavivado el eterno debate sobre la industria cárnica.

"Comer animales" (Seix Barral) se publica ahora en España y su autor, considerado uno de los jóvenes prodigios literarios menores de 35 años en Estados Unidos, es consciente de que hay mucha gente que se resistirá a leerlo por miedo a que los argumentos demoledores que contiene les impidan volver a disfrutar de un solomillo.

"Esos son precisamente los lectores que me interesan, porque obviamente les preocupa el tema y tienen unos valores. Si no los tuvieran, leerían el libro y no les afectaría. Que coincidan o no conmigo es lo de menos, lo principal es que estemos de acuerdo en que es un asunto importante", señala Safron en una entrevista con Efe.

El salto de Safron Foer al ensayo espinoso tras el éxito de sus novelas "Todo está iluminado" y "Tan fuerte, tan cerca" sorprendió a muchos. Fue convertirse en padre lo que le hizo plantearse la forma en que quería alimentar a sus hijos y ello le llevó a investigar a fondo el funcionamiento de la industria cárnica.

También influyó el que se haya escrito tanto sobre el tema, pero nunca desde el punto de vista de un escritor, que para Safron es "el más complicado, pero a la vez el que más perspectivas admite".

Aunque no escatima detalles de lo que durante dos años presenció subrepticiamente en mataderos y explotaciones intensivas de ganado, lo que el escritor considera "realmente horrible" es la constatación de que "esto es algo elegido, que la violencia contra los animales no es accidental, sino consciente, como lo es también la destrucción del medio ambiente".

Y es que la industria cárnica es la responsable, según su investigación, de buena parte del efecto invernadero, de desproporcionadas emisiones contaminantes al aire y el agua y, sobre todo, de que los antibióticos empiecen a no hacer efecto sobre los humanos debido al consumo de carne hormonada.

A pesar de la enorme repercusión mediática del libro, de su incombustible presencia en las listas de los más vendidos y de que incluso fue invitado al programa de la todopoderosa "diosa doméstica" Martha Stewart la víspera de Acción de Gracias (habló de las penosas condiciones de cría de pavos), Safron no ha recibido presiones de la industria ganadera.

"Nada, cero. Prefieren no defenderse, aguantar el chaparrón y que se deje de hablar de ellos cuanto antes. Volvemos a lo mismo, si la gente habla mucho de ello, pensará en ello... y podría dejar de comer carne", sostiene.

"Comer animales" arranca con la historia del pollo con zanahorias que cocina la abuela de Safron, una emigrante que paso mucha, mucha hambre en Europa. Después, repasa filosófica y moralmente el asunto con cuestiones como ¿por qué vacas sí y perros no?, habla con unos y con otros, desde activistas a ganaderos tradicionales o ecologistas.

Safron es -ahora- vegetariano aunque odie el encasillamiento que supone este término. Sin embargo, jamás ha intentado imponer nada a nadie -"no es asunto mío"- y asegura que no es imposible encontrar un modo sostenible de seguir consumiendo carne.

La fórmula no es mágica y sí sencilla: "comer menos carne". Pero si la mayoría de los habitantes de la tierra se empeñan en seguir coméndola tres veces al día, el asunto es inviable. Comiéndola una vez al día, "sí es posible".

Mientras prepara su próxima novela, Safron prosigue su vida vegetariana con su mujer e hijos, a los que no ha sido difícil criar sin solomillos o pescado.

"De hecho, no comer carne tiene más sentido aún en el caso de los niños. Si te pones en su lugar, tienen mascotas, tienen animales de peluche y los héroes de sus cuentos también son animales...", agrega el autor.

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