martes, 24 de mayo de 2011

Maltrato animal y violencia: carta de AVAT al presidente del Colegio de Veterinarios Badiola

Reflexiones sobre la información publicada en la revista Información Veterinaria, sobre la relación entre la violencia de género y la violencia hacía los animales.
José Enrique Zaldívar Laguía
www.kaosenlared.net/noticia/maltrato-animal-violencia-domestica

Un niño llora en el tendido de una plaza de Ecuador ante el cruel espectáculo que está viendo.

Reflexiones sobre las informaciones aparecidas en la Revista de la Organización Colegial Veterinaria Española. Número 04/ Abril 2011.

Ilustrísimo señor Badiola:

Firma usted un editorial que aparece en el número del mes de abril de la revista anteriormente reseñada, que lleva por título: “Maltrato animal y violencia doméstica”.

En su texto hace alusión a unas declaraciones (que forman parte de una extensa entrevista que aparece en esta misma publicación) de nuestro compañero José Capacés, veterinario de pequeños animales y experto en materia de ética y deontología profesional, en las que él asevera que “el maltrato animal predice la violencia doméstica”.

En referencia a esta declaración, dice usted en su artículo: “Es ésta una afirmación de calibre grueso que se soporta en estudios científicos, pero también es algo más que una intuición para quienes, como nosotros, vivimos una profesión volcada en el animal y su bienestar”. Y añade, haciendo alusión al maltratador doméstico: “en un tercio de los hogares españoles viven animales domésticos que son los primeros en sufrir los malos tratos de estos individuos”.

Como veterinarios, añade usted: “tenemos que plantar cara a ese brutal fenómeno”.

Curiosamente, en ese mismo número de la revista, se dedican cuatro páginas al VII Congreso Mundial Taurino de Veterinaria celebrado recientemente en Cáceres, con la asistencia de 510 veterinarios.

En el discurso de apertura del Congreso, hacía usted alusión a la responsabilidad que el veterinario tiene en el ámbito del toro bravo como garante de la crianza del ganado, la evitación del fraude y la protección del animal.

Otro veterinario, Julio Fernández Sanz, especialista en ganado de lidia, manifestaba la necesidad de seguir investigando para que la trayectoria de las puyas sea cada vez menos dañina o para evitar que el estribo derecho provoque lesiones en los huesos del cráneo del astado. Nos congratula que se reconozca que las puyas y el estribo del picador provocan daños en el toro durante la lidia.

Estas dos cuestiones han sido analizadas, descritas y denunciadas por la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia (AVAT) en los numerosos estudios que llevamos haciendo públicos en los cuatro últimos años.

¿Podemos considerar esto como las consecuencias lógicas del maltrato a un animal que también se soporta en estudios científicos?

También es de agradecer que otro veterinario, Pedro Martínez de Arteaga, profesor de la Universidad Autónoma de Zacatecas (México) y jefe de los Servicios Veterinarios de la Plaza Monumental de Zacatecas, hiciera referencia a las traumatologías más frecuentes en la raza de lidia en la dehesa y en la plaza. Sobre este último tema, las graves lesiones que se le producen al toro durante la lidia, también nos hemos pronunciado los veterinarios de AVAT en numerosas ocasiones.

¿Podemos considerar estas “traumatologías” como consecuencias lógicas de maltrato a un animal que también se soporta en estudios científicos?

En la entrevista a José Capacés, se nos dice que su sensibilización en contra del maltrato animal, comenzó cuando una vez acabada la carrera, marchó a hacer la mili a Melilla, donde apreció el trato desagradable que los soldados daban a los animales y a las mulas en especial, a imagen y semejanza de lo que la gente rural hacía en los pueblos.

Dice Capacés, entre las magníficas explicaciones que da sobre el tema de la violencia doméstica hacía los animales, y que admite como posible inicio de la violencia hacia el resto de la familia: “todos los individuos que maltratan a un animal son presuntos maltratadores. Maltratadores no significa asesinos”.

La cuestión es, una vez analizada la entrevista a José Capacés, el editorial firmado por usted, y la cobertura que se da al Congreso Mundial Taurino de Veterinaria:

¿Por qué cuestionamos un tipo de maltrato, el del animal doméstico o de compañía, y dejamos fuera el otro maltrato, el que recibe el ganado de lidia en todos y cada uno de los espectáculos en que sirven de entretenimiento?

¿Cómo es posible que se afirme que los veterinarios tenemos que plantar cara a ese brutal fenómeno, el de la violencia doméstica, que empieza por el animal de compañía y termina en el ser humano y defendamos la existencia de un espectáculo público de maltrato y tortura a otros animales, también domésticos (si se prefiere domesticados) aunque no de compañía, como es el ganado bravo?

¿Cómo es posible que se afirme que los veterinarios tenemos que garantizar la protección del toro bravo y que somos una profesión volcada en el bienestar animal, si somos nosotros los que, cada vez que se celebra una corrida de toros o un festejo popular, certificamos unas horas antes de su celebración, que esos animales están sanos y damos la autorización para que sean sometidos a una masacre que implica sufrimiento físico y psíquico, y por tanto maltrato?

¿Son diferentes los maltratos? ¿Es diferente matar a un perro a palos, que someter a un toro a la suerte de varas con el dolor y lesiones que se le provocan (cuestiones de las que se habló en el Congreso), permitiendo que se le claven tres pares de banderillas, que se le atraviese con una espada de más de 80 cm, que se le seccione la médula espinal con el descabello y que se le destroce el bulbo raquídeo con la puntilla? ¿Podemos admitir un tipo de trato y de muerte, y la otra no? ¿Podemos tolerar que un toro muera asfixiado en una plaza, ahogado en su propia sangre y no tolerar que le suceda algo parecido a un galgo colgado por una soga a un árbol o a un perro que es acuchillado o que un perro se desangre por dentro como consecuencia de una patada en el bazo?

¿Podemos ser veterinarios para una cosa y no para la otra? ¿Podemos tener un doble código deontológico y una doble ética profesional en una cuestión o en otra? ¿Podemos permitir que las leyes de protección animal prohíban el maltrato a cualquier animal haciendo la excepción con el ganado de lidia?

¿Podemos, como veterinarios, separar la violencia hacía a los animales, en función de donde ésta se produzca (ámbito familiar, escuela de tauromaquia, plaza de toros o calles de un pueblo), y de la especie receptora de esos actos de crueldad?

No, no podemos. Mientras nuestra profesión y la sociedad en general, admita como algo normal que miles de toros y de vacas de diferentes edades sean objeto de maltrato (con el agravante de que es público y legal) hasta su agónica muerte, no podremos pretender que desaparezca la violencia hacia los animales de compañía, como puerta de entrada a la violencia doméstica hacía los niños y las mujeres.

Ya es hora de que los veterinarios reflexionemos sobre estas cuestiones y lo que es más importante, nos manifestemos públicamente al respecto.

Esperamos que las fotos que ilustran nuestra carta sean lo suficientemente aclaratorias sobre el mensaje que queremos trasmitir.

https://picasaweb.google.com/jezaldivarl/1805201102#

En la primera, un torero, Morante de la Puebla, entrena a su hijo en un acto de claro maltrato y violencia hacía los animales.

En la segunda, un aficionado saluda al público en presencia de su hija con el trofeo en la mano tras haber dado muerte a un becerro, bóvido que en términos taurinos no puede tener los dos años cumplidos, en El Escorial (Madrid).

En la tercera, una niña observa en la vía pública a un toro tumbado sobre un charco de sangre que ha sido dado muerte en una plaza.

En la cuarta, un niño llora en el tendido de una plaza de toros de Ecuador, ante el espectáculo cruel que sus ojos están viendo.

¿Podemos pensar que estos actos que se celebran con la participación y permisividad de sus mayores, y de muchos de nuestros compañeros de profesión, quizás algún día, puedan llevarles a ser los maltratadores a los que se hace referencia en la revista del Consejo General de Colegios de Veterinarios de España en su número del mes de abril de 2011?

Podemos, podemos y debemos.

Atentamente.

José Enrique Zaldívar.

Presidente de AVAT, en representación de la Junta Directiva de la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia.

Miguel Ibañez (Madrid)

Francesc Minguell (Cataluña)

Lina Sáez (Madrid)

Marta Jimeno (Castilla y León)

Patricia Garrido (Madrid)

Rosa Villora (Valencia)

Rafael Luna (Andalucía)

Walter Suarez (Asturias)

http://www.avat.org.es
http://www.kaosenlared.net/noticia/maltrato-animal-violencia-domestica

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