viernes, 20 de agosto de 2010

¿Es ético torturar a un animal hasta la muerte simplemente como espectáculo público?

En relación a la reciente prohibición de las corridas de toros en Cataluña, quería expresar mi sorpresa por todo el revuelo mediático y político que se ha generado, bajo mi punto de vista fuera de lugar por muchos motivos: en primer lugar por tratarse de una decisión ejemplarmente democrática, tomada por los representantes políticos libremente elegidos por los ciudadanos catalanes. Además, esta decisión política emana de una Iniciativa Legislativa Popular respaldada por más de ciento ochenta mil firmas, y viene precedida por más de seis meses de debate político en el Parlamento de Cataluña.

En segundo lugar, tampoco entiendo tanta algarabía cuando en todas las regiones españolas, pero sobre todo en Cataluña, hace tiempo que se legisla en defensa de los animales. Es curioso que nadie se sorprenda porque esté prohibido (por Ley) abandonar a una mascota, o exhibir animales en escaparates y sin embargo sea tan raro prohibir la muerte de un ser vivo como espectáculo. Nadie habla, por ejemplo de que Cataluña es la primera comunidad que aprobó una Ley de protección animal, que tiene la más avanzada de todo el país, o que en numerosas ciudades de Cataluña están prohibidos los circos con animales. También es curioso que nadie alzara la voz cuando las corridas de toros se prohibieron en Canarias, y sobre todo, cuando fue a instancias de un edil del Partido Popular. Hace tiempo que se legisla para proteger a los animales, esta decisión no es la primera, pero tampoco será la única, afortundamente.

Y por último, resulta extraño ver ahora tanta preocupación en los medios, en los aficionados taurinos, y sobre todo en ciertos sectores políticos, que siempre habían despreciado la polémica taurina por "haber problemas más importantes". Es curioso que los mismos que antes decían que las corridas de toros no eran prioritarias como problema de nuestra sociedad, ahora hagan causa patria de la decisión del Parlamento de Cataluña y enarbolen falsas banderas libertarias, demostrando que el tema de las corridas de toros sólo es importante cuando no se le da la razón a los taurinos y les cierran el garito.

Terminar diciendo que espero que este tema vaya reposando poco a poco porque nos espera un futuro plagado de decisiones similares en muchas comunidades autónomas españolas. En Francia, el 66 % de los ciudadanos prefieren prohibir las corridas de toros, y en varios países latinoamericanos, como México o Bolivia, se han prohibido o se plantea su abolición. Quizá en el futuro haya que analizar este tema sin ambages ni matices políticos, pero por todas partes, porque los que más aseguran ahora que la abolición obedece a consignas políticas, son los que también esperan un rédito político defendiendo las corridas de toros como algo españolísimo.

Por eso, ya toca dejarse de banderas, iconos identitarios, tejesmanejes políticos y demás mandangas para responder definitivamente a la pregunta: ¿Es ético torturar a un animal hasta la muerte simplemente como espectáculo público?


José Alberto Plaza Sebastián

http://www.aragondigital.es/asp/carta.asp?notid=75371

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