sábado, 17 de abril de 2010

Tauromaquia: mal de nulo interés cultural

07/04/2010

Fuente: Kultura Libre

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La declaración de las corridas toros como Bien de Interés Cultural, ha conseguido poner sobre la mesa un debate que la sociedad española reclamaba desde hace años.

No estamos hablando de un asunto ideológico, planteando un demagógico enfrentamiento centralismo vs nacionalismo periférico. Se trata de un tema que está muy por encima de todo ello y de naturaleza universal, la ética.

Los argumentos para defender esta práctica bárbara son tan repetitivos como carentes de sentido, y muestran cómo el hombre puede buscar una justificación para ejercer la violencia contra quienes están a su merced, premisa básica de una regresión ligada al menosprecio de la condición humana. Las plazas de toros se convierten en un espacio público contaminado por una pedagogía brutalizadota y muestra de una de las formas más ritualizadas de tortura a los animales, oscuramente arraigada en no sé sabe muy bien que pasado atávico.

El sufrimiento del toro es un hecho indiscutible, absolutamente todos los animales sienten, y los mamíferos compartimos los mecanismos de transmisión del dolor. Para relativizar esta tortura y eliminar cualquier asomo de empatía, los taurinos aducen dos razones principales: la tradición y su defensa de la libertad individual.

La repetición histórica de un hecho bárbaro, no justifica que algo sea correcto ni ético. Si así fuese convendría replantear nuestra consideración de las guerras, las ejecuciones públicas o el derecho a la libertad de la mujer en nuestra sociedad. Cabe también recordar que esta “fiesta” fue definida en los no tan lejanos tiempos de Fernando VII.

La abolición de las corridas de toros tampoco no significa un ataque a la libertad individual, al contrario, se recuperaría el verdadero origen de la concepción liberal. La libertad se basa en el intercambio tácito entre iguales, y no, en el maltrato a un animal, un niño o un minusválido. El filósofo liberal Jeremy Bentham, afirmaba que no importaba si podían pensar o hablar, sino si podían sentir, y sí, los animales y los bebes, aunque no se expresen con palabras, sienten. La mal entendida libertad taurina no respeta al otro, sólo se preocupa de mantener su parcelita de poder donde dar rienda suelta a los instintos más primarios.

La tauromaquia es un Mal de Nulo Interés Cultural. Nuestro deber intergeneracional es dejarel mundo mejor de lo que lo encontramos, y una forma de lograrlo es reducir un sufrimiento que depende de unas prácticas tan crueles como prescindibles. Avanzando, en resumen, en un camino civilizatorio libre de atavismos.

Mireya Barbeito, presidenta del Partido Antitaurino contra el Maltrato Animal (PACMA)

http://www.pacma.es/noticia.php?id=4bbcf36470ba8

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