martes, 29 de julio de 2008

Goya antitaurino


En el 2.002 la prensa estatal se hacía eco de dos exposiciones en el madrileño Museo del Prado que venían a revelar la autentica visión que Francisco de Goya tenía de la tauromaquia y que lejos de lo que nos han estado y nos siguen vendiendo desde los círculos taurinos, era una visión totalmente crítica. Hoy recuperamos algunos de esos artículos que aparecieron en medios taurinos como El País y El Mundo.



Un estudio sobre la tauromaquia destaca la visión crítica de Goya




El estudio más completo sobre la tauromaquia de Francisco de Goya y dos próximas exposiciones que prepara el Museo del Prado demuestran que el artista ofrece una visión crítica de la fiesta, alejada del romanticismo que rodea el arte goyesco y los toros. 'Goya es muy crítico con la fiesta, no por la violencia sino por el sufrimiento del ser humano, la muerte del torero', afirma José Manuel Matilla, conservador de dibujos y estampas del Prado.

El libro de la tauromaquia, publicado por el Prado, con la colaboración de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Calcografía Nacional y el patrocinio de la Fundación Winterthur, reproduce por primera vez de forma sistemática la totalidad de las obras de Goya sobre el proceso de creación de la tauromaquia, que incluye los dibujos preparatorios, las pruebas de estado, las láminas de cobre y la primera edición de 1816.

El Prado prepara dos exposiciones sobre la tauromaquia y para ello va a adquirir, por 1,8 millones de euros, a través del Ministerio de Educación y Cultura, una de las escasas ediciones que hay en el mercado, a un coleccionista alemán. El comisario, José Manuel Matilla, señala que la primera muestra, a partir del 1 de abril, tiene un carácter más ideológico, con los testimonios de ilustrados como Jovellanos, Vargas Ponce y Ceán sobre la fiesta; las fuentes visuales y literarias del pintor en Moratín, Carnicero y Pepe Hillo, y la crítica de Goya hacia la violencia.

Una segunda exposición, a partir del 7 de octubre, tratará aspectos más técnicos, como el proceso creativo de la serie, desde los dibujos preparatorios, las pruebas de estado, las láminas de cobre y las estampas de la primera edición.


Un militante antitaurino llamado Francisco de Goya


El Mundo
6 de abril de 2002.
Natalia Lago


Quien piense que Goya era un gran aficionado a los toros está muy equivocado. Y así lo demuestra la exposición Visión crítica de una fiesta que se inauguró ayer en el Museo del Prado y que ofrece la mirada antitaurina y la enorme crítica a la fiesta nacional que realiza el pintor aragonés en la Tauromaquia.

«Se trata de una exposición indudablemente ideológica y visual sobre uno de los temas más apasionantes y preocupantes de la época», señala José Manuel Matilla, conservador del departamento de Estampas y Grabados del museo.

Una época en la que la fiesta nacional era un divertimento que los ilustrados querían abolir. Goya se inspiró en la fiesta taurina por razones económicas y no por afición. Era el único tema del que había demanda y que parecía no tener connotaciones políticas. Sin embargo, el intento de comercialización de la Tauromaquia, tercera serie gráfica del pintor, fue un fracaso. Su venta se realizó fundamentalmente en Francia.

«En España, los taurinos del momento tampoco estaban interesados en las obras porque estas estampas mostraban la parte más violenta de la fiesta. Por eso, estaban situadas en el contexto antitaurino», explica Matilla.

La exposición se compone de 38 estampas. La mayor parte de los dibujos preparatorios se conservan en el Museo del Prado desde 1886. Incluso, se presentan algunos de una de las primeras ediciones de la Tauromaquia, que acaba de adquirir el Ministerio de Educación y Cultura por un valor de 170.000 euros, según informó ayer el director del Prado, Miguel Zugaza. «La compra a un anticuario alemán coincide con la exposición de una de las series grabadas más fascinantes y más populares de Goya».

Exponentes ilustrados

La exposición, que permanecerá en el Prado hasta el 30 de junio y que cierra un ciclo patrocinado por la Fundación Winterthur que comenzó con las exposiciones y la edición de los libros sobre las series Los Caprichos y Desastres de la Guerra, se divide en dos partes. La primera, Fuentes literarias y visuales, intenta contextualizar ideológicamente la serie. En ella, se encuentran una serie de manuscritos procedentes de los máximos exponentes de la Ilustración como Jovellanos o José Vargas Ponce con su Disertación sobre las corridas de toros, de 1807, o la Carta histórica sobre el origen y progreso de las fiestas de toros en España escrita por Moratín en 1777. Además, incluye tres estampas de Antonio Carnicero y una de Luis Fernández Noseret.

En la segunda parte, El sentido de la tauromaquia: crónica o crítica de la fiesta, la reflexión suscita una pregunta: ¿Trataba Goya de ilustrar la historia de la fiesta o de interpretarla como una crítica a los toros por la violencia que embargaba el ambiente?

«Desde luego no es casual que finalice la serie con la muerte del torero Pepe-Hillo en 1801, cogida que conmocionó a la sociedad de la época hasta el punto de que provocó la prohibición de las corridas. La violencia que existe en la lucha del hombre con un animal conduce a los momentos más violentos que vivió Goya: la guerra. Las estampas de Los Desastres hablan el mismo lenguaje que la Tauromaquia. En el fondo, podemos intercambiar toros por franceses. En definitiva, es la crítica a la violencia», explica Matilla sobre esta muestra que también pretende ofrecer una visión didáctica y enseñar al público a ver las estampas.

Asimismo, el conservador del Prado señala la vigencia de estos grabados porque «tratan problemas que ya se daban en el siglo XVIII y XIX. Y hoy siguen existiendo los taurinos y antitaurinos. No podemos permanecer impasibles ante la fiesta nacional».



El Prado presenta a un Goya antitaurino por la violencia de la fiesta




Bárbara diversión tituló Francisco de Goya (Fuendetodos, 1746-Burdeos, 1828) la estampa de la portada de la serie Tauromaquia que regaló a su amigo Ceán Bermúdez, que representa la cogida de un toro a un ciego. Es una de las imágenes de un Goya antitaurino que el Museo del Prado propone en la exposición Visión crítica de una fiesta, abierta ayer, junto con El libro de la Tauromaquia, de José Manuel Matilla y José Miguel Medrano.

El Museo del Prado profundiza en la Tauromaquia de Goya con dos exposiciones y un volumen que recoge todo el proceso de la serie, con los dibujos preparatorios, las planchas, las pruebas de estado y las estampas definitivas. El director del museo, Miguel Zugaza, presentó ayer una primera muestra, Visión crítica de una fiesta, con 38 obras, libros y documentos, que se completará en octubre con El proceso creativo: del dibujo al grabado.

Miguel Zugaza destacó la popularidad de Goya, que ahora se enfrenta a una visión interpretativa diferente, situada en el contexto de la cultura española de finales del siglo XVIII y principios del XIX. En anteriores ocasiones se han hecho montajes y libros sobre las otras series gráficas del pintor, también con el patrocinio de la Fundación Winterthur. En los últimos años, el Prado ha completado también los ejemplares de las primeras ediciones, y en la exposición aparecen láminas de la Tauromaquia de 1816, que el Ministerio de Educación y Cultura acaba de adjudicar al museo, tras una compra a un anticuario de Alemania por 170.000 euros. De esta serie sólo hay en España cuatro o cinco ejemplares, ya que la mayoría de la edición fue vendida por los herederos del pintor en Francia, tras el fracaso económico en el mercado español.
Dramatismo

José Manuel Matilla, conservador del museo y comisario de la exposición, explica que no se vendió por la crudeza y dramatismo de la violencia expresada en sus imágenes, lejos de los aspectos más pintorescos y amables de la fiesta. Estos contrastes aparecen en la exposición, instalada en la sala de dibujos de Goya (entrada por la puerta de Murillo), en la segunda planta, hasta el 30 de junio, como en la serie de Antonio Carnicero, con las diferencias sobre las suertes de una corrida de toros interpretadas por los dos artistas.

'Es una exposición ideológica sobre este tema tan apasionante en los tiempos de Goya y en la actualidad, con los partidarios y enemigos de los toros', declaró Matilla. 'La crítica romántica presenta a un Goya taurino, que incluso de joven llegó a torear, pero estas estampas son una enorme crítica de la tauromaquia, sobre todo por la enorme violencia para los toreros y caballos. La serie termina con la muerte de Pepe Hillo en la plaza de Madrid, el torero más famoso, que provocó la prohibición de las corridas. Para Goya, no son acciones heroicas, sino el miedo y el terror, la muerte, la violencia y la irracionalidad, como aparece también en la serie de Los desastres de la guerra, con un mismo lenguaje formal y conceptual. Son atrevimientos y locuras, como titula varias estampas, las más bellas de la serie'.

En el montaje, planteado de forma didáctica, 'que invita a detenerse y leer las estampas', aparecen también textos de ilustrados (Vargas Ponce, Jovellanos) como fuentes literarias y visuales para reforzar otros aspectos antitaurinos de la época del pintor que figuran en las nuevas interpretaciones de la obra de Goya.

Por otra parte, en la sala 23 de las dedicadas a Goya se exponen como préstamo, hasta el 22 de abril, los cuadros de altar Santas Justa y Rufina, de 1817, y La Anunciación, de 1785, que fueron restaurados en el museo. Proceden de la catedral de Sevilla y de la duquesa de Osuna, respectivamente, y se exhiben con explicaciones junto a dos radiografías realizadas durante el proceso de restauración, y un boceto para el cuadro de las santas que tiene el Prado.

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